Ni el de Londres ni el de Nueva York: el metro más largo del mundo tiene 807 km de longitud y 24 líneas
Olvídate del Mind the gap y de los trenes express: el auténtico rey de los viajes bajo tierra está en China, donde viajar en tren puede ser casi un viaje de larga distancia.
Ni el mítico Tube londinense ni el cinematográfico Subway de Nueva York se llevan la corona. El metro más largo del planeta está en China, bajo el asfalto infinito de Pekín. Allí, entre rascacielos, avenidas imposibles y 22 millones de habitantes que parecen vivir siempre con prisa, se esconde una red subterránea de 807 kilómetros y 24 líneas. Y lo mejor (o lo peor, según a quién preguntes) es que aún no ha terminado de crecer.
Inaugurado el 1 de octubre de 1969, el metro de Pekín empezó siendo un proyecto casi simbólico y acabó convirtiéndose en un ecosistema con vida propia. Más de 8,5 millones de personas lo usan cada día, y su mapa se ha expandido a un ritmo que ni el algoritmo de TikTok. La mayoría de las líneas se construyeron a partir del año 2000, coincidiendo con el auge de la capital y con los Juegos Olímpicos de 2008, cuando se multiplicaron las estaciones y el sistema dio el salto al siglo XXI. La previsión oficial es clara: antes de que termine esta década, la red alcanzará los 1.000 kilómetros de vías. Sí, mil. Y aún así, seguirá habiendo aglomeraciones.
Pero no muy lejos, otra ciudad china pelea por el trono: Shanghái, con sus 802 kilómetros y 506 estaciones, presume de un metro futurista y casi igual de gigantesco. Se inauguró en 1993 y su expansión también parece no tener fin. Los locales bromean con que “si no llegas en metro en Shanghái, es que el sitio todavía no existe”.
Fuera de Asia, los clásicos del subsuelo mantienen su leyenda, aunque ya no su tamaño. El metro de Londres, inaugurado en 1863, fue el primero del mundo, con 408 kilómetros y 11 líneas. Sigue siendo un icono británico, con su aire de reliquia industrial y su cartel de Mind the gap convertido en mantra urbano. En cambio, el de Nueva York, con más de 1.000 kilómetros de vías y casi 500 paradas, es un universo paralelo: ruidoso, caótico, con trenes express y estaciones que parecen escenarios de una película de Scorsese.
El mapa de los colosos subterráneos no acaba ahí. El metro de Cantón (Guangzhou) suma 621 kilómetros y 16 líneas, con planes de llegar también a los mil para 2028. Nankín (427 km), Wuhan (339 km) y Seúl (335 km) forman la liga asiática que no deja de crecer. “El metro de Seúl es tan eficiente que parece diseñado por una IA con puntualidad suiza”, ironizan algunos usuarios.
Europa, mientras tanto, resiste con dignidad y algo de nostalgia. En París, el metro art nouveau inaugurado en 1900 recorre 228 kilómetros y garantiza que ningún parisino esté a más de 500 metros de una estación. En Madrid, la red suma 293 kilómetros y 301 estaciones, y nació en 1919 por orden de Alfonso XIII, con trenes de segunda mano traídos de París. Y el metro de Moscú, ese “palacio subterráneo” donde los candelabros iluminan murales soviéticos, mantiene su majestuosidad con 380 kilómetros y 14 líneas.
Así que la próxima vez que te quejes porque el Cercanías tarda diez minutos o porque el metro de tu ciudad va lleno, piensa en esto: en Pekín, hay quien necesita más tiempo para hacer transbordo que para ver un capítulo entero de su serie favorita. Y sin WiFi, por supuesto.