Un verano más económico en Dubrovnik que en Cádiz: por qué es más barato para los españoles viajar al extranjero
Una industria turística orientada al extranjero puede tener consecuencias a largo plazo.

Basta con echar un vistazo a los principales buscadores de alojamientos para comprobar que destinos como Cádiz o Menorca están con los precios disparados y con paquetes que superan en varios cientos de euros a otros destinos extranjeros como la costa de Croacia y ciudades como Dubrovnik o duplicar los de otros destinos como Oporto (Portugal) o Palermo (Sicilia).
Para encontrar el caso más extremo hay que viajar a Baleares, concretamente a Menorca, donde según los datos publicados por un informe de Destinia, una semana en un hotel de cuatro estrellas para dos personas costaría la friolera de 2.700 euros, cerca de lo que supondrían unas vacaciones en las mismas condiciones en Punta Cana (2.883 euros) o Riviera Maya (3.100 euros).
No son casos aislados. Según datos del informe turístico de CaixaBank Research, para este 2025 se prevé un descenso del 0,8% en el turismo nacional y un aumento del 12,1% en los desplazamientos internacionales de residentes españoles. La tendencia de precios tanto del transporte como de alojamientos (hoteles y apartamentos turísticos) está al alza en España. Según los datos del INE, los precios de alojamiento y restauración en los destinos turísticos nacionales han subido más de un 23% y los vuelos han incrementado su precio un 21%. En el caso de los paquetes turísticos, su coste creció un 21,2% en 2024.
Sea en España o en el extranjero, para algunos, irse de vacaciones se ha convertido en algo "prohibitivo" ya que el gasto por persona en viajes de ocio ha crecido un 40% desde 2021, mientras que los días destinados a estar fuera de casa se mantienen estables desde 2015. Mientras tanto, España sigue batiendo récords de visitas de turistas extranjeros y también de gastos de los mismos.
El ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, anunció que en el verano de 2025 España iba a recibir 42 millones de turistas internacionales, un 3,2% más que en los mismos meses de verano de 2024. Además, según datos de la consultora Braintrust, se espera que los viajeros extranjeros gasten en España 135.800 millones de euros en 2025.

La inflación, el efecto postpandemia, la regulación de los alquileres turísticos... y los precios disparados
A la hora de abordar la causa de esta subida de precios, hay que tener en cuenta el incremento de la inflación que ha acompañado los últimos años, especialmente tras la pandemia de la covid-19 y el efecto postpandemia que se produjo en un sector prácticamente paralizado durante meses.
Según cuenta a El HuffPost Pablo Juan García Cárdenas, doctor en Economía por la Universidad de Jaén e investigador en economía y turismo, tras el covid-19 se produjo una "recuperación vertiginosa de la demanda turística" que ha provocado que "el número de visitantes internacionales se ha incrementado de forma notable hasta superar, actualmente, las cifras pre-covid". A ello suma los costes operativos de los precios hoteleros, que van desde la inflación al aumento de costes de suministros.
Para Ignacio Ruíz Guerra, profesor contratado doctor de la facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid, es especialmente relevante el coste de personal debido a cuestiones como el aumento de las cotizaciones por parte de los empleadores, la subida del SMI o de los distintos convenios colectivos. Asimismo, apunta que "la escasez de trabajadores para el sector hotelero que se está haciendo patente en muchos destinos turísticos está provocando una alta rotación de personal" y a la subida de precios de electricidad y combustibles fósiles, según él, condicionado por la "inestabilidad geopolítica".
Asimismo, tanto Ruíz como García coinciden en que en este aumento de la demanda ha repercutido también la legislación de plataformas de apartamentos turísticos como Airbnb.
"A partir del crecimiento del número de viajeros y turistas a nuestro país, en algunos destinos (como Barcelona) no ha crecido el número de alojamientos hoteleros, sino que se ha limitado e incluso se ha instado al decrecimiento para limitar el overtourism, y hay mayor demanda de potenciales visitantes, la cotización de las habitaciones en el mercado crece", explica Ruíz.
García apunta que "la legislación no ha permitido incrementar de forma acompasada al incremento de la demanda la oferta de alojamiento alternativo, beneficiando a los establecimientos hoteleros".
Una oferta orientada al turista extranjero y una población que rechaza la gentrificación en sus ciudades
Ambos expertos coinciden en que en los últimos años, la oferta turística ha ido orientándose al turista extranjero, debido a un mayor poder adquisitivo y una mayor estancia. Según datos de Segittur, los residentes en España viajan de media tres noches mientras que los extranjeros pernoctan entre cuatro y siete noches.
García recuerda que "más del 70 % del gasto turístico total en España lo realizaron visitantes internacionales, duplicando el gasto medio al del viajero nacional". Lo que ha llevado a que "muchos destinos han priorizado la atracción de un perfil internacional de alto poder adquisitivo". Por poner un ejemplo, en el tercer trimestre de 2024, el gasto medio de un turista nacional fue de 465 euros por persona, mientras que el de los extranjeros llegó a los 1.300 euros de media, según el INE.
"Esta orientación supone un desplazamiento del turismo nacional al existir precios más altos y saturación en zonas clave pueden excluir al turista local, generando además una pérdida de autenticidad o identidad local", recalca el docente.
Históricamente, tal y como recuerda Ruíz, el turismo de "sol y playa" orientado al turismo nacional era la base de la industria turística, mientras que el turista extranjero era complementario especialmente en el Levante y los archipiélagos.
Según explica, esto cambió desde la crisis de 2008 cuando los bajos precios de España abrieron una ventana de posibilidades al turista extranjero y además, el país se vio beneficiado por los destinos dañados por la Primavera Árabe.
Además, en este cambio de los destinos, Ruíz recuerda que han jugado un papel fundamental "varios planes estratégicos de Turismo de Turespaña que han trabajado, en común con las comunidades autónomas y los municipios para desestacionalizar el turismo a través de una oferta mucho más completa, variada y se ha conseguido, en algunos casos, la desestacionalización de algunos destinos como Madrid, Barcelona, o Málaga".
"La desestacionalización turística ha trabajado por captar turistas en mercados que antes no se trabajaban y se ha conseguido un poder de atracción al viajero que han generado un momento de tendencia a ciudades y destinos turísticos en España que ha crecido exponencialmente gracias a las redes sociales, en lugares y mercados que anteriormente no se solían alcanzar y trabajar", recuerda y explica que esto si no se hace de una forma controlada puede chocar con la calidad de vida y el equilibro con los turistas locales.
El descontento en España es generalizado, especialmente en zonas donde la gentrificación y la explotación turística ha provocado problemas relacionados con la vivienda como son Andalucía, Cataluña, Baleares, Canarias y Madrid.
Una encuesta de YouGov publicada en septiembre de 2024 apuntaba que el 66 % de los españoles respalda las protestas contra la turistificación y un 32% consideraba que hay "demasiados turistas extranjeros en su zona".
Estos procesos también generan cierto rechazo al turista nacional que hace que rechace visitar destinos nacionales afectados por esta problemática. "La gentrificación y la turistificación tienen, en algunos casos, consecuencias negativas, dado que se está perdiendo la identidad de algunos centros históricos, dado que se pierden las señas características de estos barrios", detalla Ruíz, quien añade que esta homogeneización de los destinos acaba produciendo un efecto rebote, en algunos casos, en los visitantes locales provocando en distintos lugares "la misma experiencia y con ello insatisfacción".
García apunta a que la gentrificación es especialmente dañina para los turistas locales ya que "la estandarización de la oferta cultural y comercial ha reducido la autenticidad de la experiencia" y este perfil "busca un turismo más conectado con la identidad y cultura del lugar", lo que lo desplaza a otros destinos.

Un turismo menos sostenible
Un cambio de perfil entre el turista extranjero y el local hace que se alteren factores como la sostenibilidad, aumentando el número de vuelos, ya que es la principal fuente de entrada de este perfil de visitante, una consecuencia que ha llevado a otros países como Países Bajos a tomar medidas al respecto como las limitaciones de número de vuelos del aeropuerto de Amsterdam.
"La mayoría de turistas extranjeros acceden a España en avión, un modo de transporte con alta huella de carbono, por lo que este tipo de turismo representa una parte significativa de las emisiones del sector aéreo, que es uno de los más difíciles de descarbonizar", recuerda García.
Pero este desequilibrio no solo se da en el transporte al destino, que también produce un desequilibro en sostenibilidad en los españoles que viajan el extranjero, sino que se da en la movilidad en las propias localidades. El experto señala que en lugares con amplia demanda turística como Barcelona, Madrid o Málaga, "sufren una congestión estacional que colapsa el transporte público, genera contaminación acústica y dificulta la movilidad de los residentes".
Todo ello es consecuencia, según apunta Ruíz, de la falta de planificación y "una gestión inadecuada, cuando no inexistente, lo que ha llevado a crear situaciones que ahora son difíciles de corregir sin diálogo con todos los actores involucrados en el sector turístico". Además, recuerda la importante inversión europea en transportes, destacando el caso del transporte ferroviario español con cambios como la liberalización de Renfe.
Más allá de la inversión en unos transportes más sostenibles, la regulación del alquiler vacacional, así como otras medidas como la tasa turística que hay en Cataluña y Baleares, pretenden tratar de paliar lo que Ruíz llama overtourism que produce un importante desequilibrio entre visitantes y la población local.
Sin embargo, los expertos apuntan a que estas medidas no están correctamente aplicadas. "Desde un enfoque académico, estos instrumentos son mecanismos de gobernanza clave para equilibrar los impactos del turismo, especialmente en contextos de alta presión turística como el español", señala García, quien apunta que pueden "permitir mejorar la convivencia, proteger el entorno y garantizar que el turismo beneficie a los destinos receptores".
Ruíz destaca los casos de Barcelona o Baleares como un ejemplo tasas turísticas que se han reinvertido en reforzar costes perjudicados por el turismo como la limpieza de basuras y servicios. No obstante, cree que "no han tenido una utilidad disuasoria, sino recaudatoria para las instituciones públicas que han captado fondos de la que es la gallina de los huevos de oro".
"Muchos clientes, poca inversión en servicios y máxima rentabilidad recaudatoria en impuestos que no son reinvertidos en lo que es necesario, infraestructuras para mejorar la calidad de vida de los residentes en primer lugar y, por ende, mejora la experiencia del turista en el destino turístico", explica.
Algunas medidas planteadas por plataformas como la Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic de Barcelona pasarían por frenar la promoción y los beneficios fiscales en determinados ámbitos turísticos y, por otro lado, tratar de paliar el daño que produce este turismo a la vivienda con una limitación de los alquileres vacacionales, un tope a la subida de las rentas o la promoción de alquileres sociales.
El precio no es el único factor, la búsqueda de lo exótico y la experiencia
Además de la importante oferta internacional y la comparativa de precios más bajos, que el turista español esté optando por destinos extranjeros también se ve influenciado por una tendencia a unas vacaciones espectaculares o por la búsqueda de una experiencia que compartir en redes sociales.
"Las decisiones de viajar al extranjero se basan en una combinación de motivaciones personales, percepciones de valor, influencia social y accesibilidad, que hacen que muchos turistas prioricen experiencias enriquecedoras y distintas por encima del ahorro económico", señala García.
De ahí que vez el porcentaje de gasto dedicado a vacaciones sea más alto, ya que en muchos casos el coste está también en la experiencia y en compartirla. "En algunos destinos, se está empezando a trabajar para que la experiencia sea satisfactoria incluso antes de empezar el viaje", explica Ruíz, quien destaca el poder de las redes sociales en el proceso de toma de decisiones.
"La existencia de imágenes, vídeos y contenidos sobre personas que viven experiencias en cualquier punto, supone un avance para poder captar la atención y generar una mayor atracción a dicho destino turístico. Se crean expectativas de una experiencia a vivir en el destino", explica, aunque avisa del riesgo de la "viralización" de determinados destinos, que puede derivar en la masificación.
