Moscú se pone a regalar cereales a países afines, mientras sigue sin permitir que partan barcos del Mar Negro. La guerra puede plantearse por muchos medios.
Incendios en instalaciones militares, carreteras cortadas por los ataques, restos caídos sobre pisos y hoteles y hasta sobre silos de cereales es el resultado del tercer bombardeo consecutivo, la manera de Putin de presionar un acuerdo a su gusto.
Los restos de los misiles derribados y las explosiones de las interceptaciones "provocaron daños en objetos de las infraestructuras portuarias y en varias casas", según Kiev, que confirma que hay al menos un herido.
Putin se niega a renovar el pacto, después de que ayer partiera el último barco. De que salgan esas cargas dependen, sobre todo, los países menos desarrollados.
El ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, ha asegurado que intensificarán las negociaciones con Rusia para acordar "la extensión de la iniciativa sobre el grano".
El Ministerio de Defensa ruso asegura que ha logrado garantías de Ucrania a través de la ONU y Turquía de que Kiev no utilizará el corredor de exportación de grano con fines militares.
Oleksei Vadatursky, de 74 años, era uno de los hombres más ricos de su país. Su esposa ha fallecido en el mismo ataque, que Zelenski cree "deliberado".