No se trata de parecerse a nuestros adversarios: si veo una copia, mejor me quedo el original. Pero en Podemos debemos evitar también el riesgo de perder el contacto con gente que procede de culturas políticas diversas y que aún no se identifica con nosotros. Debemos mantener la voluntad de hablar a todos y todas, vengan de donde vengan, sin presuponer compartimentos estancos. Son equilibrios complicados, imposibles de reducir a dicotomías excluyentes. Pero es que nadie dijo que esto de hacer política con voluntad de ganar fuera a ser fácil.
La aventura de la vida, esa que glosa Colplay, no debería provenir de las trabas que nosotros mismos colocamos, sino de la propia enjundia de vivir, que no es poca. Eso ilustra Gregory La Cava en Al servicio de las damas, donde la mirada de una mujer es capaz de devolver a la vida a una persona.
Una mera imitación no es un plagio, una influencia acusada no denota -por sí- un plagio. Tampoco la absorción de determinados elementos no esenciales de una obra ajena constituye un plagio. Debe ser ante todo un aprovechamiento indebido (no autorizado) del esfuerzo creativo de otra persona.