Cada vez más, los que se llevan las maletas llenas de cosas cuando visitan el otro país son los americanos, y no los españoles, como sucedía antiguamente. Buena culpa de ello la tiene el hecho de que en Europa se ha consolidado una cultura de productos resultones a bajo precio que en EEUU, antaño país de gangas, apenas existe.
¿Cuántas vidas puede y debe salvar un español rico? ¿Y un mileurista? ¿Y quien tan solo cobra una pensión de 400 euros por desempleo? No se trata aquí de convertirse en mártir de la pobreza, sino de cumplir con nuestra parte de responsabilidad en su erradicación. Y hay muchas formas de ayudar.
Sin ánimo de banalizar un tema como éste, si como decía el personaje de Woody Allen en 'Annie Hall' la vida está dividida entre lo horrible y lo miserable, entonces, en términos socioeconómicos, bien vale la pena pertenecer a los segundos aunque cada vez nos vaya peor.