El entusiasmo que provocó el Consejo Europeo de junio se ha esfumado. Ya dije entonces que la música sonaba bien, pero que había que esperar a la letra. Esta ha sido, una vez más, decepcionante.
Hay quien piensa que ya tenemos suficientes dificultades como para generarnos otras nuevas. No acaban de asumir que reformar la Constitución lejos de ser una parte del problema constituye una forma de comenzar a solucionarlo. La Constitución no es un tótem, sino un acuerdo que debe y puede ser renovado y ajustado a los tiempos.
Es imprescindible defender y rebatir ideas desde la prioridad de la defensa del interés general, y ahora lo importante es sacar a los españoles de esta crisis. Para ello es más importante arrimar el hombro, ser generosos y estar a la altura que pretenden arañar cuatro votos.