Cristina García Rodero no toma fotografías, las cincela. Ver cómo trabaja es una lección de vida. Sabe diluirse entre la gente a favor de una causa, demostrando empatía con el dolor y el sufrimiento ajenos, en detrimento de sí misma. Posee una incalculable fuerza que la hace extraordinariamente grande dentro de su pequeñez. No hay obstáculo que la paralice. Personifica, sin engreimiento alguno, los valores del fotoperiodismo más humano y sincero.