La sonrisa de la 'Mona Lisa' de Leonardo Da Vinci depende del estado de ánimo del que la mira

La sonrisa de la 'Mona Lisa' de Leonardo Da Vinci depende del estado de ánimo del que la mira

Un estudio de la Universidad de California resuelve uno de los debates más repetidos de la Historia del Arte.

La Mona Lisa o Gioconda es uno de los cuadros más enigmáticos de la Historia del arte. Esta obra del siglo XVI de Leonardo Da Vinci ha sido objeto de muchas teorías e incógnitas como la identidad de la modelo, si estaba embarazada o no, y por último, si estaba sonriendo o no y si ese gesto denotaba alegría o amargura. Ahora, un estudio de la Universidad de California publicado en la revista Psychological Scienceel pasado 11 de abril ha acabado con la intriga. ¿Sonríe o no? Depende de cómo te sientas cuando la mires.

  5c8a855e230000040123335aUIG via Getty Images

Los experimentos realizados por el área de percepción visual y neurología de la Universidad de California muestran que nuestras propias emociones afectan en cómo vemos un rostro neutral. Y no hay rostro más neutral y susceptible de cambiar de humor que el de La Gioconda.

"Si ves el cuadro después de pelearte a gritos con tu marido vas a verla de otra manera", cuenta al Daily Mailla Doctora Erika Siegel, encargada de dirigir esta investigación, quien señala que "si estás pasando el mejor momento de tu vida en el Louvre, vas a apreciar su enigmática sonrisa".

Siegel ha estudiado junto a sus compañeros cómo nuestras emociones modifican la percepción del mundo que nos rodea, incluso cuando no somos conscientes de que algo ha alterado nuestros sentimientos. Esto se basa en la teoría moderna del "cerebro como un órgano predictivo, en lugar de uno reactivo", cuenta Siegel.

Esta teoría tiene como base, según la doctora, que "tenemos toda una vida de experiencia y usamos esas experiencias para predecir lo que vamos a experimentar en un futuro". "La información entrante solo se usa para corregir las predicciones si resultan incorrectas", explica.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que la forma en que percibimos una cara nueva como feliz, triste o neutral, en realidad tiene mucho más que ver con cómo nos sentimos que con la expresión de esa cara.

Siegel reunió para este experimento a 43 participantes a los que les mostró distintas imágenes a cada ojo de forma intermitente. En cada persona, un ojo registraba la fotografía de forma directa (ojo dominante) y el otro lo hacía de forma subconsciente (ojo pasivo no dominante).

El ojo dominante registraba expresiones neutras mientras que el pasivo no dominante veía emociones en los rostros como felicidad, enfado o duda. De este modo, cuando la investigadora preguntaba a los participantes qué expresión tenía el individuo de la fotografía siempre respondían lo relacionado con la imagen vista por el ojo no dominante.

La investigación compara este registro subconsciente de imágenes emocionales con el efecto que nuestro estado emocional tiene sobre nuestras percepciones. De esta forma, los investigadores afirman que no solo influye lo que vemos si no también lo que sentimos, algo que se incrementa cuando el rostro es neutro.

"Somos los arquitectos de nuestra propia experiencia. Nuestro cerebro hace predicciones sobre lo que espera ver y utiliza la información del exterior para actualizar sus expectativas", cuenta Siegel.

Un enigma histórico

Este no es el primer experimento que tiene como protagonista el famoso cuadro de Da Vinci. En 2005 un grupo de científicos de Ámsterdam (Países Bajos) sometieron esta obra a una serie de algoritmos de reconocimiento emocional.

Los resultados que obtuvieron fueron: 83% feliz, 9% disgusto, 6% miedo y 2% enfado. Sin embargo, este estudio pone de manifiesto que la percepción de las emociones cambia en la propia mente del observador dependiendo directamente de los sentimientos que tenga. Así que si estás feliz probablemente la Mona Lisa sí que te sonría.

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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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