El lado tonto de la historia
Opinión
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El lado tonto de la historia

Ahora que ha pasado el tiempo y hemos vuelto a retroceder hasta la infancia, volvemos a ser aquellos niños que preguntaban a sus padres si los personajes que empujan con chulería las puertas del 'saloon' son de los buenos o de los malos.

El Fiscal General del Estado, Álvaro García OrtizEFE

Cuando éramos pequeños llegábamos a la salita y nos sentábamos en el suelo delante del televisor. Nuestros padres veían una película del Oeste, y nosotros nos poníamos a hacer lo mismo, aunque la pillábamos a medias y nos habíamos perdido buena parte de la trama. Un personaje aparecía en la pantalla, llegaba a la entrada del saloon y hacía batir las puertas oscilantes con un golpe seco de las manos. En ese momento mirábamos a nuestros padres y hacíamos siempre la misma pregunta: "¿Ése es de los buenos o de los malos?". Nos decían "De los buenos", o "De los malos". Y ya no necesitábamos saber más. Si era de los buenos, todo lo que hiciera estaría bien, aunque pudiera parecer que se comportaba mal. Si era de los malos, todo lo que hiciera estaría mal, aunque pudiera parecer que se comportaba bien.

Después fuimos creciendo, y aprendimos que en las buenas películas nadie es de los buenos o de los malos. Porque las buenas películas nos explican por qué los personajes que aparecen en la puerta del saloon se comportan como lo hacen. Los buenos guionistas sustituyen el capricho moral por la presentación de las circunstancias que llevan a unos y otros a comportarse como lo hacen. Los buenos directores de cine han leído a Spinoza: "no se trata de reír o de llorar, sino de comprender". Aprendimos que todos son buenos y que todos son malos. Que todos son humanos y andan por ahí en medio. Que a veces las buenas conductas tienen premio y a veces, castigo. Que a veces las malas conductas tienen castigo y a veces, premio. "Bueno" o "malo" sólo son palabras que usan los que no han visto la película desde el principio

Y ahora que ha pasado el tiempo y hemos vuelto a retroceder hasta la infancia, volvemos a ser aquellos niños que preguntaban a sus padres si los personajes que empujan con chulería las puertas del saloon son de los buenos o de los malos. Algunos detalles han cambiado. Los vaqueros ahora son tertulianos. Su entrada en el saloon son sus opiniones. Y los padres a los que preguntamos para saber qué opinar se llaman Twitter, BlueSky, TikTok... Nos lo dicen con igual seguridad. "Ése es de los buenos", "Ése es de los malos". Y ya no necesitamos saber más. Si es de los buenos, todo lo que diga sobre el Fiscal General del Estado estará bien, aunque pudiera parecer totalmente sesgado. Si es de los malos, todo lo que opine sobre la crisis de los currículos estará mal, aunque pudiera parecer totalmente sensato.

Los más cursis, —los peores—, no preguntan si el político es de los buenos o de los malos, sino si "está en el Lado Correcto o Incorrecto de la Historia". Lo dicen con la solemnidad de las mayúsculas. ¡Madre mía, la Filosofía de la Historia que se oculta tras esa expresión! Aprended, historiadores: la Historia no es fruto de flujos económicos y migratorios o de la explotación de los trabajadores y los recursos, sino de la lucha entre buenos y malos, que se reparten según un sofisticado algoritmo: los individuos que son buenos van al Lado Correcto; los que son malos, al Lado Incorrecto. Una escatología que le debe más a Star Wars —que, al fin y al cabo, es un western— que a Marx, y de la que hay que huir para capear el temporal de hostias que nos va a caer. Mejor que estar en el Lado Correcto de la Historia es no estar en el Lado Tonto.

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.

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