La derecha española sufre impotencia mientras España avanza
Les hiere este balance que acaba de dar el presidente Sánchez porque desmiente el tópico de una izquierda buena en derechos sociales, pero pésima en gestión económica.
La derecha española está impotente. Y lo demuestra cuando ve la buena gestión de la que hace gala la izquierda en el Gobierno de coalición. La combinación de transición energética y ecológica, protección social y laboral y crecimiento económico aporta datos positivos y no son fruto ni de la improvisación ni del azar. Es todavía más revelador cuando contrasta con el resto de economías europeas, la mayoría de ellas, por cierto, en manos de gobiernos regentados por la derecha o la derecha más extrema.
Les hiere este balance que acaba de dar el presidente Sánchez porque desmiente el tópico de una izquierda buena en derechos sociales, pero pésima en gestión económica. Porque su impotencia se agrava ante el acervo de una derecha que ha tenido en prisión al hacedor del milagro económico aznariano (Rodrigo Rato) y que ve ahora a su todopodero ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, imputado por una trama corrupta. Esta trama habría engrosado las cuentas del despacho del exministro a través de las empresas beneficiadas por una legislación a la carta. En los peores momentos de la economía española, Montoro protagonizaba la mayor subida de impuestos en menos tiempo, mientras favorecía a una minoría empresarial a la búsqueda del favor del ministro.
El gabinete particular de Montoro había sido contratado también por la Xunta de Feijóo. Por eso, resulta sarcástico que mientras el presidente Sánchez daba cuenta del último curso político ante los periodistas, Feijóo seguía parapetado entre los suyos, a puerta cerrada, evocando los peores tiempos del plasma de Rajoy, sin dar todavía ningún tipo de respuesta a las preguntas que algunos periodistas le habrían formulado. ¿Qué relación mantuvo Feijóo con el equipo económico de Montoro? ¿Por qué elige a una persona como Álvaro Nadal, próximo al exministro, como responsable de la política económica del PP? ¿Por qué no sólo se desmarca, sino que exalta las figuras de los expresidentes Aznar y Rajoy, en cuyos equipos han anidado las mayores tramas corruptas de los últimos tiempos?
El PP sigue acusando al presidente Sánchez y a su Gobierno de los peores males. Obvia el balance económico por razones obvias. Y centra su estrategia de desgaste en la corrupción. Sin embargo, el presidente del Gobierno ha dado la cara ante los periodistas y en el Congreso, donde ha presentado un plan de lucha contra la corrupción. Un plan al que el PP haría bien en sumarse si realmente cree que la regeneración democrática es prioritaria. Pero está claro que su prioridad es otra, al final la misma desde que Sánchez es presidente del Gobierno: impedir que las izquierdas de este país sigan gobernando a favor de la mayoría social y plural.
El objetivo ya confesado de Feijóo es destruir los logros alcanzados por este Gobierno a través de la derogación “antisanchista” de la vida política. Su revolución es una contrarevolución, su propuesta es una involución, asumiendo el núcleo del resentimiento del que se nutre VOX. Aquí está la verdadera coalición negativa. Esto demuestra que la amenaza es real y que los avances sociales y democráticos pueden sufrir el embate que experimentan hoy las sociedades del bienestar europeas.
Ante la coalición negativa de PP y VOX, el Gobierno de coalición y las fuerzas que le apoyan tienen la responsabilidad de no sólo seguir, sino intensificar su programa de reformas sociales, económicas y democráticas. La subida de pensiones, becas y salario mínimo, la protección laboral y familiar —ahora con los nuevos permisos de nacimiento y cuidados— o la reindustrialización verde. España ha batido el récord de afiliados con 22 millones de trabajadores, su economía sigue creciendo y ha reducido significativamente el paro hasta un 10,3 %. Mientras tanto, queda por aplicar en su integridad la Ley de Vivienda —que Feijóo ha prometido derogar—, especialmente en las comunidades autónomas gobernadas por el PP.
El contexto europeo y global no es nada propicio. Sin embargo, España es más prospera. Queda, por tanto, intensificar el trabajo en materia de vivienda y en la reducción de las desigualdades, pero las condiciones ya se dan. En este sentido, el Gobierno es tributo de la mejor herencia de la socialdemocracia: tan necesario es redistribuir la riqueza como generarla en las mejores condiciones posibles. Un camino que, sin embargo, quiere desandar hoy la derecha de Feijóo. Su único programa es un contraprograma: su única identidad consiste en una impugnación obsesiva de la arquitectura social y económica de un Gobierno que está logrando llevar a España por una senda de crecimiento y prosperidad compartida.
Hoy es más necesario que nunca recuperar la confianza democrática a través de medidas de regeneración, pero también con políticas activas de redistribución de la riqueza y de cohesión social y territorial, de inclusión desde la diversidad y de igualdad de oportunidades en todas las ciudades, barrios y pueblos. Que la prosperidad llegue a todo el mundo, y no esté solo al alcance de la minoría a la que sirven el PP y VOX. Para que el derecho a disfrutar de unas vacaciones sea reflejo de la vida digna que merece la mayoría social de este país. ¡Feliz verano!