Rufián y su propuesta de unidad de la izquierda
"Es peligroso y seguramente inútil planear la unidad de la izquierda por simples razones estratégicas. Lo importante es conseguir zonas de consenso, objetivos comunes y espíritu de colaboración".
En el pleno del Congreso del pasado 22 de julio, el portavoz de ERC Gabriel Rufián lanzó una llamativa proclama en demanda de unidad con unas palabras que han circulado profusamente por los mentideros políticos: “Si no nos ponemos de acuerdo, nos van a matar por separado… políticamente”.
La frase hizo fortuna, probablemente porque saltó al aire en el momento apropiado, después de que el propio Rufián jugara con insinuaciones parecidas algún tiempo. Los medios se hicieron eco de rumores de contactos, que nunca se aclararon, y lo más cierto es que la bien intencionada sugerencia está a punto de desvanecerse del todo, probablemente porque el análisis, al cabo de un tiempo, ha demostrado la endeblez de la propuesta.
La idea de Rufián consistía en la unión de “las izquierdas soberanistas, independentistas, autodeterministas, federalistas o confederalistas”. Se refirió como ejemplo al pacto con el que concurrieron ERC, Bildu, BNG y Ara Més en las elecciones europeas, que son de circunscripción única extendida a todo el Estado. Obtuvieron el 4,9% de los votos. Y añadió que ahora, la izquierda periférica debe intentar pilotar esa unión, porque “a la izquierda del PSOE no hay nada”. Ese “nada” tiene forma de maligna definición del “Sumar” de Yolanda Díaz. Y, por supuesto, la propuesta de Rufián no cuenta con conseguir la adhesión de “Sumar”, aunque sí de “Podemos”.
La fractura de las izquierdas quedó de manifiesto aquella misma semana con la tramitación del decreto-ley sobre medidas que habría que adoptar para evitar otro apagón eléctrico. Como es conocido, el decreto decayó porque dos de los partidos de investidura de Sánchez, Podemos y Junts, votaron en contra, y, por supuesto, lo mismo hizo el PP, que como se sabe mantiene la peregrina tesis de que todo lo que debilite al gobierno es bueno para el país. El argumento de Podemos para su negativa fue pueril: el decreto no incluía sanción alguna a las compañías eléctricas, por lo que era “un decreto que podría haber firmado Sánchez Galán” (presidente de Iberdrola), en palabras de Ione Belarra.
Obviamente, la unidad de la izquierda requeriría lograr difíciles consensos, pero la verdadera cuestión de fondo en este asunto es la composición del ente unitario que se pretende. Rufián no concretó pero sí hizo referencia a la experiencia de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, cuando se formó la coalición ‘Ahora Repúblicas’, integrada por ERC, EH Bildu, BNG y Ara Més, que consiguió el 4,93% de los votos y quedó en cuarta posición… por delante de Sumar, solo por 42.000 votos.
Alejandro Solís ha publicado en “Público” un análisis en el que recuerda la singularidad de las elecciones europeas, en las que tan solo existe una única circunscripción extendida a todo el estado, de forma que la proporcionalidad entre apoyos y escaños es casi perfecta. En cambio, en las elecciones estrictamente españolas en las que rige la Ley de d’Hont, el sistema perjudica a las formaciones pequeñas, sobre todo a las que alcanzan menos del 10% de los votos, y la unidad de la izquierda debería evitar precisamente este efecto perverso. De ahí que la coalición de que habla Rufián será o no funcional según los actores que incluya.
Como regla general, Solís pone de manifiesto que los pactos de unidad son eficaces si se suscriben entre partidos que compiten entre sí en las circunscripciones. Con ellos se trata, en suma, de que quienes ocupan un lugar concreto no se dividan, en perjuicio propio. Por lo tanto, un ‘Ahora Repúblicas 2.0’ no tendría sentido.
Finalmente, Solís pone un ejemplo basado en los datos que maneja Rufián: en las generales del pasado 23-J de 2023, las fuerzas situadas a la izquierda del PSOE obtuvieron 45 escaños: Sumar, 31; ERC, 7; EH Bildu, 6; y el BNG, 1. Con el 16,18% de votos en toda España, lograron el 12,85% de los escaños del Congreso.
Si ‘Sumar’ -que contaba con Podemos, IU, Más Madrid, Compromís y la Chunta, un millón de votos aprox.- hubiera contado también con ERC, EH Bildu y BNG, habría sumado 4 escaños más, hasta los 49. Y la mayoría absoluta seguiría en manos de Junts, como actualmente.
Las conclusiones son un tanto obvias pero conviene relatarlas. De un lado, es peligroso y seguramente inútil planear la unidad de la izquierda por simples razones estratégicas. Lo importante es conseguir zonas de consenso, objetivos comunes y espíritu de colaboración. De otro lado, los juegos florales parlamentarios no ocultarán que la unidad de la izquierda que tendría sentido y que resultaría útil cuantitativa y cualitativamente es la que resultaría del acuerdo entre Podemos y Sumar. Todo lo demás es literatura.