Yolanda Díaz y el ultravacío

Yolanda Díaz y el ultravacío

Ni en los espacios entre Andrómeda VII y la Enana de Carina se registra tal ausencia de todo, tal nivel de banalidad, tal reírse a la puñetera cara de un electorado sin disimular.

Yolanda DíazMarcos del Mazo

Científicos de la Universidad de Worscester-Bruhl han realizado esta semana un importante avance en la búsqueda del vacío absoluto, condición del espacio altamente anhelada por los físicos, ya que en ella podríamos aprovecharnos de muy interesantes ventajas en la transmisión de las ondas electromagnéticas. Parecería que las descomunales distancias intergalácticas se hallan en situación de ultravacío, y que dicho espacio está dominado por la nada total. Pero no es así: se calcula que incluso en esa remotísima oscuridad podríamos encontrar al menos un atómo de materia por cada centímetro cúbico de espacio. La obtención fácil y barata de vacío absoluto daría lugar a implicaciones tecnológicas asombrosas relacionadas, por ejemplo, con la computación cuántica o la medicina subatómica.

El acelerador de partículas ubicado en el CERN alcanza un ultravacío casi perfecto, condición necesaria en todo colisionador de hadrones que intente desvelar los misterios últimos de la materia. Pero su coste es inasumible para la tecnología de la vida cotidiana. El nuevo gran acelerador de partículas que planea construir la Unión Europea —¡un tubo circular de 100 km de longitud!— tiene un presupuesto cercano a los 21.000 millones de euros. Desde Descartes hasta Einstein ha existido consenso sobre la imposibilidad de encontrar o generar vacío absoluto en la naturaleza. Pero el hallazgo realizado esta semana por el Departamento de Física Política Woke Cuántica de la Universidad neozelandesa puede cambiar para siempre el estado de la cuestión.

Las alarmas saltaron cuando los radiotelescopios de Chajnantor detectaron una voz humana que, en un tono infantil y sacerdotal, decía frases como “con alegría miramos al futuro para sentirnos juntos y sonreírnos”, “porque ésta es una nueva política hecha con el corazón, desde el corazón y para el corazón”, “es la gente a la que le vamos a facilitar ser personas”. No fue difícil localizar la procedencia de la emisión: se trataba de declaraciones hechas por Yolanda Díaz, líder de Sumar, una nueva formación política española que se presenta a las próximas elecciones. El resultado de la espectrografía de dichas ondas fue tan sorprendente que se repitió la prueba para confirmar los resultados. No había duda. El vacío total. La nada absoluta. Cero átomos de ideas por cada kilómetro cuadrado de retórica.

Ni en los espacios entre Andrómeda VII y la Enana de Carina se registra tal ausencia de todo, tal nivel de banalidad, tal reírse a la puñetera cara de un electorado sin disimular que se le está suponiendo profundamente estúpido. La nada absoluta de los mensajes de Yolanda Díaz crea un espacio políticocuántico totalmente carente de rozamiento, digo, de razonamiento, lo que reduce a cero la pérdida calórica en el improbable caso de que una onda cerebral electromagnética lo atravesara. No sabemos cuál será el futuro político de Yolanda Díaz, pero los físicos de la Universidad de Worscester-Bruhl consideran que el rendimiento energético de la demagogia en el ultravacío puede crear una tecnología que nos lleve a todos más allá de las estrellas. O, al menos, a ella.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.