Del amor al odio hay una frontera: desde la admiración internacional a Pedro Sánchez al desprecio en España
Rumoreado a ganar el premio Nobel de la Paz y piropeado por figuras como Bill Gates, el presidente del Gobierno lidia con la paradoja de ser amado fuera de las fronteras y odiado de puertas para dentro.

Hubo una época en la que Leo Messi era odiado en Argentina y amado en el Fútbol Club Barcelona, hasta tal punto que las críticas de su país natal le hicieron plantearse no volver a vestir la albiceleste y renunciar a su máximo sueño: ganar el Mundial. Algo similar le ocurre a Pedro Sánchez —sin valorar si es el "mejor jugador del mundo" o no— desde que entró por primera vez en el palacio de La Moncloa. El rechazo social nacional se entremezcla constantemente con la admiración que le profesan diferentes figuras y medios internacionales. Tanto es así que ahora el nombre del presidente del Gobierno español es una de las principales papeletas que pueden salir para ganar el próximo premio Nobel de la Paz, algo inédito en la historia de España y más todavía en los pasados líderes del Ejecutivo.
Las opiniones nacionales son más que conocidas, un odio prácticamente visceral que se ha convertido hasta en tendencia. Decenas de eventos deportivos, conciertos, fiestas y hasta en forma de meme, el cántico de "Perro Sánchez..." ha corrido como la pólvora por todo el país. Hasta tal punto de que, si buceas unos minutos en redes sociales, hay gente que afirma con rotundidad que esas cinco palabras que se corean son sin duda la canción del verano. Pero la expresión social y popular que se ha convertido este desprecio surgió en primera instancia de los medios de comunicación y la labor de la oposición que ha ejercido una ofensiva sin paliativos contra Sánchez.
La legitimidad democrática del presidente del Gobierno ha estado en entredicho por parte del Partido Popular y Vox desde el primer minuto que se subió al atril del Congreso de los Diputados y emitió sus primeras palabras como líder del Ejecutivo. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ha expuesto innumerables frases contra Sánchez. Desde que "no se merece ni el acta de diputado", pasando por "usted está como está porque ha resultado ser un fraude", "esto no va de Sánchez o la ultraderecha. Va de Sánchez o de decencia" o incluso "todos estos años han operado como una organización criminal". Al igual que el líder de Vox, Santiago Abascal, donde lo más suave que ha dedicado al líder del Ejecutivo ha sido "corrupto" o "traidor".
En la otra cara de la moneda, Sánchez se ha convertido en la referencia de la socialdemocracia mundial. Además de poder convertirse en el primer español de la historia en conseguir el galardón del Nobel de la Paz el próximo mes de octubre, el presidente del Gobierno ha recibido halagos que serían insólitos dentro de las fronteras de su país. "Bajo su mandato, España es uno de los países más comprometidos del mundo", decía el magnate Bill Gates haciendo referencia al líder español y que se dirigía a él con estas palabras: "Primer Ministro Sánchez, sus acciones están salvando y mejorando vidas tanto en España como en todo el mundo".

En los medios de comunicación españoles, las críticas son igual de feroces que desde los escaños del Congreso. No sólo por la figura de Pedro Sánchez, sino por todos los escándalos que le rodean a lo largo de los últimos meses: tanto la corrupción de los dos exsecretarios de Organización del Partido Socialista, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, además de Koldo García; los procesos judiciales en los que se encuentran inmersos tanto su mujer, Begoña Gómez, como su hermano, David Sánchez, y las dos legislaturas que han estado sujetas a sus alianzas con partidos nacionalistas e independentistas. "¡Es que usted no tendría que pactar nada con Bildu…, ni Feijóo con Vox!", le decía en ese sentido la presentadora de televisión, Ana Rosa, a Pedro Sánchez. "Si lo sabías, eres cómplice; y si no, eres incompetente", decía Pablo Motos refiriéndose al 'caso Koldo'. La derecha mediática se ha puesto como objetivo desde hace tiempo una operación de acoso y derribo contra el presidente del Gobierno.
En el caso de Begoña Gómez, el proceso judicial se sustenta de forma muy inestable teniendo en cuenta que la acusación está fundamentada en recortes de prensa de pseudomedios de extrema derecha. Tanto es así que, hace algo más de un año, Sánchez decidió tomarse 5 días de reflexión en el que se planteó su permanencia en Moncloa. El furor social en su contra, así como medios de comunicación, oposición, procesos judiciales y hasta gente de su propio partido como Emiliano García Page que llegó a decir que "es el momento más grave de credibilidad del PSOE", hace que exista una opinión parcial contra el líder del Ejecutivo que se lleva arrastrando durante años.
A nivel internacional, además, la posición que ha adoptado Pedro Sánchez en las últimas semanas en relación al genocidio que está perpetrando Israel sobre el pueblo palestino. Recientemente el presidente español compareció en la Universidad de Columbia precisamente sobre este tema haciendo referencia a la masacre que está sucediendo en la Franja de Gaza. El centro académico se ha convertido desde hace tiempo en el mayor punto de defensa de Palestina de todo Estados Unidos y recibieron a las palabras de Sánchez con una ovación. Algo similar ocurrió en la ONU donde sus críticas al Estado de Israel fueron compartidas por la mayor parte de los países presentes después de que muchos de ellos reconocieran el estado de Palestina.
La dualidad con la que convive el presidente del Gobierno persiste con el paso de las semanas. Mientras se ha convertido en la imagen de quien denuncia el genocidio en Gaza y el que ha animado a otros países europeos a reconocer el Estado de Palestina, además de ser de los pocos que se ha opuesto al aumento en gasto de defensa que ha propuesto Donald Trump de llegar al 5%. Mientras tanto, en España la legitimidad de Sánchez ha estado constantemente en entredicho por la oposición, los medios de comunicación conservadores mantienen sus rechazos con palabras como "incompetente" y el Gobierno afirma que un "lawfare" contra el líder del Ejecutivo. Dos caras de la misma moneda que conviven permanentemente.
