Sergio Toribio, el activista español de la Flotilla: "Israel había dejado claro que iba a poner todo su empeño en detenernos"
El HuffPost ha podido conversar vía telefónica la noche del martes con el activista y mecánico naval Sergio Toribio, recién llegado a la casa de su madre en Logroño, después de que el Ejército israelí asaltase el barco en el que viajaba con ayuda humanitaria para Gaza.

Son las 22.30 horas de la noche del martes y han pasado apenas un par de horas desde que el mecánico naval Sergio Toribio llegó a la casa de su madre en Logroño. El suceso no escaparía a la cotidianidad de cualquier otro riojano si no fuera porque Toribio alcanzó su hogar después de que la madrugada del lunes al martes fuera asaltado por el Ejército israelí en aguas internacionales. Este riojano, aunque nacido en San Sebastián, era uno de los doce miembros de la tripulación del Madleen, un velero de 12 metros de eslora y bandera británica que el 1 de junio zarpó de Catania, en Sicilia, cargado de ayuda humanitaria con destino Gaza. Si Toribio aceptó ser deportado por Israel fue para poner voz a lo sucedido. "Hemos decidido salir antes para contar lo que ha pasado", dice en la conversación telefónica con El HuffPost, que sigue a continuación.
- ¿Y qué es lo que ha pasado?
Los militares israelíes nos llevaron al puerto [de Ashod, a 40 kilómetros de la capital israelí, Tel Aviv] y ahí nos dejaron en manos de la Policía. Después de los cacheos, los perros, de registrarnos... Nos querían hacer firmar unos papeles, pero no lo hemos hecho. Desde el puerto nos llevaron luego al aeropuerto [de Ben Gurion] y nos metieron en la comisaría de inmigración, una oficina con veinte mil policías. Ahí estaba ya esperando el vicecónsul francés y a los pocos minutos llegó la vicecónsul española con el cónsul. Hablé con ellos y me dijeron que a las dos horas había un vuelo a España. Tuve que aceptar ser deportado, pero lo hice porque yo no quería estar en un país al que no quería ir. No fui por mi propia voluntad, me secuestraron en aguas internacionales y me llevaron a Israel a la fuerza.
- ¿Qué eran esos papeles que quisieron haceros firmar en el puerto?
Querían que reconociéramos que habíamos violado una zona militar israelí, pero nosotros estábamos en aguas internacionales. No puedes establecer una zona militar en aguas internacionales porque sí, y además crear un bloqueo comercial.
- ¿Sabíais que esto podía ocurrir?
La presión estaba ahí. El ministro de Defensa israelí había dejado claro que iba a poner todo su empeño en detenernos. Había dispuesto para ello unidades militares con entrenamiento especial, las S13 se llaman... Lo de tener móvil me mata, porque no he podido buscar todavía cuáles son. [S13 hace referencia a la unidad de élite militar de la Marina de Israel, la Shayetet 13]. Desde que pasamos por Grecia tuvimos varios drones sobrevolándonos. Primero un dron de cuatro hélices que no sabemos ni de dónde salió, y luego ya tres drones que usa Frontex y que Grecia ha cedido a Israel, drones grandes, como un avión militar, los Heron 1. Se los vendió Israel a Grecia y Grecia se los ha cedido a Frontex, la agencia de la Unión Europea a la que enchufan miles de millones de euros para perseguir a la gente que sale de sus países por guerras como esta, porque roban sus recursos, por identidad...
- ¿En algún momento pensasteis que podíais llegar a Gaza?
Sí, la esperanza es lo último que se pierde... Pensamos que, si se unían algunos Gobiernos y trabajaban juntos en contra de este genocidio, podría suceder, pero no. Macron dijo que no podía hacer nada... Pero en la zona por la que pasamos, entre Grecia y Egipto, tienen flota todos los Ejércitos... Pero claro, ¿quién se va a mover contra Estados Unidos?
- Hemos podido ver que os han lanzado una especie de líquido blanco antes de interceptar el Madleen.
Antes del abordaje, sí, un dron nos tiró un producto que pringó todo el barco. Era una sustancia blancuzca que si la tocas se convierte en negra. Todavía tengo ropa con pegotes de blanco... No se van, ya se han secado. Las manos y el cuerpo todavía están negros. He perdido ya la cuenta de cuántas veces me he lavado las manos. No conocía el producto, no sé para qué es, me han dicho que para ayudar a la visión nocturna. Tiene sentido, porque eran las 2.00 horas de la madrugada.
- ¿Cómo fue el momento del abordaje?
Muy tenso. De buenas a primeras aparecieron dos barcos. Unos nos cruzó, nos cortó el camino y casi nos choca. Aparecieron y se marcharon. Nosotros entonces dimos la alarma y nos concentramos donde estaba designado, juntos en la cabina con los chalecos salvavidas, por estrategia, pero, sobre todo, por protección. Después de ese casi abordaje, nos mandaron drones. Primero uno de observación que se chocó con uno de los obenques del barco [cables gruesos que unen los mástiles] y se cayó... En dos minutos teníamos ya otros dos bichos, uno enorme, de seis hélices con un foco, y el otro todavía más grande. Y entonces este empezó a tirar el producto y nos cubrimos como pudimos... No sabíamos qué estaban echándonos. Yo no sabía si me iba a escocer, si me iba a hacer llorar o si me iba a matar. Después de dos ataques con este producto, el dron se fue, pero luego volvió con otra descarga. Entonces una lancha se nos acercó por estribor [derecha del barco] y nos puso una grabación en inglés.
- ¿Qué decía esa grabación?
Que estuviéramos en calma, que no nos iban a hacer daño...
- Y subieron al barco.
Subieron hasta doce. Nos asaltaron y nos llevaron uno a uno a proa [parte delantera del barco]. Nos hicieron vaciar las bolsas, nos realizaron algunas preguntas y nos identificaron... Aunque ellos ya sabían todo, tenían su información. Después enviaron al médico de combate y nos ofreció agua y comida, que no aceptamos.
- En redes sociales, el Ministerio de Exteriores israelí informó con ironía de todo esto. Llamó al Madleen “yate selfie”.
Sí, sí... En todo caso éramos el yate streamer. La verdad es que Starlink nos ha ayudado muchísimo. Ya sabes que las armas que tenemos los no violentos son las cámaras de fotos, las cámaras de vídeo o los teclados para contar lo que sucede.
- Algunos medios han informado de que el Ejército israelí os hizo ver vídeos del atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023.
Eso he visto, pero a mí no, no sé al resto del grupo que se ha quedado. Cuatro [entre ellos, la activista Greta Thunberg] decidimos irnos para poner la voz... De corazón me hubiera quedado, pero teníamos la oportunidad de contarlo.
- ¿Qué pasó con el barco, con el Madleen?
Lo han incautado. Vimos cómo se lo llevaban los militares.
- Si hubiera otra Flotilla... ¿Volverías a embarcar?
Sí.
- ¿Sin duda?
Sin duda. Este jueves me han invitado a ir a la marcha de Egipto [este jueves, 12 de junio, miles de activistas de 50 países de todo el mundo inician la Marcha Global a Gaza, que pretende llevar ayuda humanitaria a la Franja desde Egipto].
- ¿Vas a ir?
Si es posible, sí.
- ¿Qué se puede hacer para parar a Israel?
No lo sé. Seguir dando visibilidad, voz, lectura... Concienciar a todos los Gobiernos que miran hacia otro lado. No es políticamente correcto que usen la comida como arma. Es un genocidio en toda regla. Es incorrecto bombardear escuelas, hospitales, dejar morir de hambre a personas inocentes, a niños y niñas...
Una hora antes de la conversación con Toribio, y con ocho de los tripulantes del Madleen todavía detenidos, Israel bombardeó la sede española de Médicos del Mundo, matando a ocho personas, cuatro de ellos niños y otro, adolescente. Según ha asegurado a El País Sally Saleh, coordinadora de campo de Médicos del Mundo en Gaza, "la ubicación de la oficina estaba en conocimiento de Israel, perfectamente identificada".