Daisugi, la increíble técnica japonesa para producir madera sin cortar árboles
La belleza del Daisugi no solo radica en su utilidad práctica, sino también en su estética.

En las profundidades de los bosques de Japón, se esconde un secreto ancestral que ha permitido a sus habitantes cosechar madera durante siglos sin la necesidad de talar árboles. Esta técnica, conocida como Daisugi, es un testimonio de la armonía entre la naturaleza y la ingeniería humana, y su práctica se remonta al período Muromachi, entre los siglos XIV y XVI.
El Daisugi es más que una simple técnica de poda; es una filosofía de vida y un compromiso con la sostenibilidad. Originaria de la región de Kitayama en Kioto, esta práctica transforma los árboles de Cryptomeria, o sugi, en plataformas vivas que permiten el crecimiento de nuevos árboles directamente desde sus ramas. Estos retoños, cuidadosamente seleccionados y podados, crecen rectos y libres de imperfecciones, proporcionando una madera de calidad superior sin comprometer la salud del árbol madre.
La belleza del Daisugi no solo radica en su utilidad práctica, sino también en su estética. Los árboles cultivados mediante esta técnica son una visión impresionante, con sus troncos rectos y uniformes que se elevan hacia el cielo como columnas naturales. Además, el Daisugi ha encontrado su lugar en los jardines japoneses, donde su forma y estructura aportan un sentido de orden y tranquilidad.
La relevancia del Daisugi en la cultura japonesa es indiscutible. Durante la popularización de la ceremonia del té, los daisugis se convirtieron en un elemento esencial en la construcción de salones de té, especialmente en la alcoba conocida como tokonoma1. La madera obtenida de estos árboles era apreciada por su rectitud y su grano fino, ideal para la creación de espacios armoniosos y serenos.
Hoy en día, el Daisugi sigue siendo una técnica venerada, no solo por su contribución a la preservación de los bosques, sino también por su potencial para inspirar prácticas sostenibles en todo el mundo. En una época donde la deforestación y la degradación ambiental son preocupaciones globales, el Daisugi nos recuerda que es posible obtener recursos de la naturaleza sin destruirla.
A medida que exploramos formas de vivir en equilibrio con nuestro entorno, el Daisugi se erige como un faro de esperanza, demostrando que la tradición y la innovación pueden coexistir para el beneficio de nuestro planeta. Es un legado que Japón ha ofrecido al mundo, una lección de respeto y admiración por la vida en todas sus formas.