Elizabeth, 59 años: "Busco trabajo, temo que mis canas ahuyenten a las empresas pero me niego a teñirme"
"A medida que envejezco, me niego a decir simplemente: ‘Ya está’. Todavía me queda mucha vida por delante y mucho que aportar”.

Hace poco más de un año, Elizabeth Davis fue despedida de Broadcom, donde trabajaba en comunicación interna y compromiso de empleados. Era, según sus propias palabras, su “trabajo soñado”. Desde entonces, su búsqueda de empleo se ha convertido en una batalla diaria marcada por la frustración y la discriminación por edad, según relató al medio estadounidense Business Insider.
Davis comenzó a buscar trabajo en octubre de 2024 y, aunque ha estado cerca de conseguir varios puestos, la mayoría de las ofertas ofrecían menos de la mitad del salario que percibía antes o simplemente se decantaban por otro candidato. “La primera entrevista siempre va de maravilla. Dicen algo como: ‘Eres exactamente lo que estamos buscando’, y luego silencio total”, explicó.
En poco más de un año, ha enviado más de 500 solicitudes a distintos empleos, desde cargos de gerente hasta posiciones intermedias que exigen cinco años de experiencia. Cuando por fin recibe una llamada, dice que a veces nota un cambio de actitud al aparecer por videollamada: “Se nota que tengo canas, y me doy cuenta de que eso puede ser una desventaja. Creo que existe la percepción de que si eres mayor, no entiendes de tecnología, y en este mercado no puedes permitirte eso. Olvidan que si quieres aprender algo, puedes”.
Un reclutador incluso le sugirió cambiar su aspecto: “¿Has pensado en teñirte el pelo?”, le preguntó. “Intenté restarle importancia con una risa y dije: ‘Sí, lo he pensado’”, recuerda Davis. Sin embargo, aclara que no quiere cambiar su identidad para conseguir un trabajo.
“Vivo en una comunidad judía ortodoxa y he considerado pedir prestada la peluca de una amiga. También podría teñirme el pelo para esta búsqueda de empleo”, comentó. “Normalmente llevo el pelo muy corto. Eso, junto con unas gafas de colores llamativos, es como mi sello personal. Corro el riesgo de tener que elegir entre ser yo misma y comprometer mi integridad”.
Davis, que considera su edad una ventaja, se apoya en estudios como uno de Scientific American, donde se sugiere que los trabajadores mayores poseen mayor capacidad cognitiva para discernir lo esencial. “Tenemos más experiencia de vida, así que podemos ver lo que es urgente y distinguir entre una crisis real y una artificial”, señaló.
En su intento por mejorar su currículum, consultó a tres asesores laborales y recibió consejos contradictorios. Uno le propuso eliminar todas las fechas de su historial, otro reducir a la mitad los años trabajados en Boeing, donde estuvo hasta 2016. “Siento que si solo incluyera la mitad de los años que trabajé allí, saldría a relucir si hicieran una verificación de referencias”, lamentó.
Pese a todo, Davis se mantiene firme: “No se trata de teñirme el pelo. Se trata de que estoy orgullosa de mis canas. A medida que envejezco, me niego a decir simplemente: ‘Ya está’. Todavía me queda mucha vida por delante y mucho que aportar”.
