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En Estados Unidos destacan el 'gran mal' que está afectando a los pueblos de España

En Estados Unidos destacan el 'gran mal' que está afectando a los pueblos de España

Este diario relata una mirada real de la despoblación.

Un pueblo abandonado en la provincia de Salamanca, en una imagen de archivo.Ana Maria Serrano VIA GETTY IMAGES

La despoblación en España es una realidad que ha llegado a oídos de los estadounidenses. El diario Miami Herald ha destacado en uno de sus reportajes que "los pueblos de toda España solían estar llenos de vida, trabajo, celebración y lugares donde la gente amaba, adoraba y lloraba a sus muertos, pero en la década de los cincuenta, comenzó un éxodo".

El periódico estadounidense ha recogido declaraciones de algunos de los que fueron habitantes en estos pueblos y aldeas, con el fin de visibilizar el fenómeno. "A menudo idealizábamos la vida en el campo, pero la gente vivía mal. La educación apenas estaba disponible. La gente, en cambio, tuvo que centrarse en la supervivencia", cuenta Ángel Lorenzo Celorrio, de 64 años, miembro de la asociación Amigos del Museo Histórico de Soria. 

De acuerdo a la publicación, este jubilado se interesa mucho por los pueblos abandonados de la provincia de Soria. "Peñalcázar es su favorito". "No hay carreteras que conduzcan a esta localidad. Está a media hora a pie de una pista de esquí cercana a La Quiñonería, una localidad a 87 kilómetros de Zaragoza. En suma, está expuesto a vientos feroces e inviernos helados en sus más de 1.300 metros de altura".

El medio describe la situación actual del pueblo. "Los restos de la iglesia y las casas parecer estar creciendo en la roca. La ganadería y la agricultura eran los únicos medios de subsistencia. Los aldeanos no tenían agua corriente, algo inimaginable hoy en día, y tenían que arrastrar agua cuesta arriba en las espaldas de los animales de carga desde un pozo en el valle", explica.

Otro de los pueblos que se pone de ejemplo en San Vicente de Munilla, en la comunidad de La Rioja. Angelines Martínez, una local, habla en declaraciones al diario sobre la falta de higiene en el pasado. "Nos lavábamos en cubos y hacíamos nuestras necesidades en ollas, que llevábamos a los establos con animales".

Esta mujer de 74 años dejó su pueblo con sólo 16 años, cuando la fábrica de calzado en la que trabajaba se mudó a la gran ciudad. Ahora, cada vez que vuelve "siente nostalgia". Según se publica, su hijo, Jesús Ángel, "es el presidente de una asociación que cuida del pueblo y organiza un festival anual para los antiguos aldeanos y sus descendientes en verano".

Otros "ocupantes" residen en el pueblo, Una pareja hispano-alemana, Alberto Varela y Jana Knorrenschild, se encuentran entre los últimos habitantes. "Llevamos una vida alternativa. Para mí, este es el mejor lugar del mundo", comentan.