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La Policía española analiza una misteriosa huella dactilar con 43.000 años y todo apunta a que fue una payasada

La Policía española analiza una misteriosa huella dactilar con 43.000 años y todo apunta a que fue una payasada

Una huella de Neandertal hallada en Segovia con pigmento rojo intriga a la ciencia: ¿fue arte, humor o una simple casualidad?

Detalle de la huellaINSTITUO MINERO Y GEOLÓGICO DE ESPAÑA

Parece una travesura de guardería, pero tiene 43.000 años. En una cavidad rocosa de San Lázaro, a las afueras de Segovia, un equipo de arqueólogos encontró una piedra de apenas veinte centímetros con una peculiar configuración, dos marcas que podrían parecer ojos, una hendidura inferior como boca y, en el centro, una mancha redonda de ocre rojo que recuerda, sin mucho esfuerzo, a una nariz de payaso.

El hallazgo ocurrió en 2022, pero ha vuelto a generar revuelo tras la publicación del estudio en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, dirigido por David Álvarez-Alonso, de la Universidad Complutense de Madrid. El caso ha sido recogido esta semana por el medio austríaco Der Standard, que desveló que el equipo solicitó ayuda a la Policía científica española para analizar el pigmento con técnicas forenses. Sí, en serio, se pidió a los forenses que analizaran el punto rojo mediante dermatoglifia, con el fin de confirmar si había una huella dactilar. Y la había.

“No hay marcas de uso ni arrastre. El punto está ahí con toda la intención”, explicó Álvarez-Alonso en declaraciones a Der Standard. Según el análisis, el ocre fue aplicado con el dedo sobre una superficie ya de por sí peculiar, el canto redondeado del guijarro muestra formas naturales que evocan un rostro. Lo que se encontraron los arqueólogos, al levantar la piedra, no fue un simple mineral con color, sino una posible representación simbólica, y ahí empezaron las dudas, el entusiasmo y la polémica.

El equipo de investigación defiende una hipótesis que roza lo insólito, que un Neandertal, no un Homo sapiens moderno, vio en esa piedra la forma de una cara y decidió “completarla” con una nariz. Para ellos, esto sería un ejemplo temprano de pareidolia, la tendencia humana a reconocer caras en patrones aleatorios. “Todos pensamos lo mismo en cuanto vimos el conjunto, eso parece una cara”, recuerda Álvarez-Alonso.

La implicación es potente. Para ver una cara en un objeto, identificar sus partes y decidir marcar una de ellas, se necesita cierto nivel de pensamiento abstracto. En otras palabras, imaginación. Si esta interpretación es correcta, estaríamos ante una forma primitiva de arte o simbolismo, con un toque de humor.

Pero no todo el mundo lo ve así. Bruce Hardy, arqueólogo del Kenyon College de Ohio, no niega que la marca fuese deliberada, pero se muestra escéptico con la idea de la cara, “El simbolismo está en los ojos de quien lo mira”, sostiene. Andreas Pastoors, experto en arte paleolítico en la Universidad de Erlangen-Núremberg, añade, “Si también hubiese restos de pigmento en las marcas que parecen ojos o boca, sería otra cosa. Pero solo hay un punto rojo”. Aun así, reconoce que como huella dactilar, el hallazgo es extraordinario.

Según la policía científica, el dedo podría corresponder a un adulto, probablemente varón, aunque no existen huellas comparativas de Neandertales en las bases de datos forenses actuales. El margen de error sigue siendo alto. Tampoco hay otros restos de ocre en toda la cueva. Este punto rojo es la única intervención detectada.

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La controversia no es nueva. Cada vez que se propone que los Neandertales hacían arte o usaban símbolos, resurge el viejo prejuicio de que eran brutos sin pensamiento complejo. Y como reconoce Álvarez-Alonso, si este mismo punto rojo lo hubiese hecho un Homo sapiens hace 5.000 años, nadie dudaría en llamarlo arte portátil. Pero al tratarse de Neandertales, las suspicacias se disparan.