Lisa, 57 años, sobre sus múltiples mudanzas por el mundo: "Seguir tus sueños requiere preparación"
La estadounidense cuenta los riesgos y ventajas de mudarse a otro país de mayor y da consejos sobre lo que se debe tener en cuenta.

Lisa La Valle, de 64 años, es estadounidense y se mudó de Nueva Jersey a París en 2018, después de su divorcio, pero actualmente vive en Brescia, Italia. Desde entonces ha hecho las maletas para mudarse de país en Europa varias veces después de decidir, por diversos motivos, cambiar radicalmente de vida a los 58 años. Lisa ha contado su historia a Business Insider.
Su primera experiencia en el extranjero fue en Atenas, a los 24 años, donde permaneció dos años. "Pasé el último semestre de mis estudios en Atenas y me gustó tanto que decidí quedarme dos años. Después regresé a Estados Unidos y me instalé en Nueva Jersey. Me casé, formé una familia, empecé una carrera como consejero para exiliados y viajé con frecuencia por trabajo", recuerda esta mujer.
Ella y su exmarido siempre tuvieron el sueño de vivir en Europa cuando sus hijos crecieran, pero, al final, cuando sus caminos se separaron tomó otra decisión: "Miré hacia el futuro y me dije que no quería pasar las siguientes décadas de mi vida en Nueva Jersey. No quería preocuparme por la atención médica ni tener que luchar constantemente para afrontar el alto costo de la vida. Así que, en 2018, a los 57 años, decidí hacer realidad mi sueño y reservé un billete de ida a París", describe.
"Mudarse a un nuevo país es emocionante"
"He vivido ocho años en Europa, primero en Francia y ahora en Italia. Mudarse a un nuevo país siempre es emocionante, pero es diferente hacerlo de joven que cuando eres mayor. A los veintitantos me sumergí por completo en la cultura griega y sentí que me convertí en una de ellos. Ahora, como mujer madura, me vine a Europa para respirar, redefinirme y ver qué puedo lograr", dice esta estadounidense.
Cuando llegó a París en 2018, muchas veces no se podía creer que estuviera allí. "Recuerdo cruzar el Pont Neuf y quedar conmovido por su belleza", explica Lisa. "Sin embargo, a los pocos meses, la magia se desvaneció. Algunos países promocionan muy bien su imagen, como el sueño americano o el París romántico, pero eso no significa que refleje la realidad. Al final, comprendí que la vida cotidiana en Francia y su gente no son diferentes a las de otros lugares", reflexiona.
"Porque la imagen exagerada que vemos en series como Emily en París no se corresponde con la realidad y, por supuesto, no todo el mundo se parece a Jane Birkin", describe con tristeza. "Lo que más me agotaba era que París, a menudo, parecía como un club cerrado, donde yo no era bienvenida. Hacer nuevos amigos en el extranjero puede ser muy difícil. Estoy abierta a todos, pero sé que no es así para todos, y para muchos, el exilio puede ser muy solitario", dice sobre los parisinos.
"Nunca sentí que quisiera quedarme para siempre"
"Viví cuatro años en París y, en general, tuve una buena vida. Hice buenos amigos y disfruté enseñando en las escuelas donde trabajé. Sin embargo, nunca sentí que fuera un lugar donde quisiera quedarme para siempre", añade. Pero, finalmente, de París se trasladó a Italia, donde descubrió el lado positivo de vivir en Europa.
"Así que me mudé a Brescia, en Italia, en 2021, cuando encontré trabajo como profesora de Literatura Inglesa en un instituto internacional. Fue antes de jubilarme anticipadamente. En aquel entonces, trabajaba unas 20 horas semanales y ganaba unos 1.300 euros al mes. Es mucho más fácil mudarse al extranjero cuando ya se tiene trabajo. La seguridad económica, una red social y, a menudo, una vivienda segura hacen que el riesgo sea mucho más manejable. Soy italiana de tercera generación. Mis abuelos se fueron de Italia en busca de una vida mejor en Estados Unidos. Es irónico que un siglo después hiciera el viaje inverso", reflexiona esta mujer.
"Pero, Brescia, que está entre Milán y Verona, no tiene el bullicio del sur turístico y, más allá del centro histórico, es moderna y recuerda más a una ciudad del norte de Europa", añade.
"Ahora me siento feliz"
"Tras años viendo la imagen romántica de Europa, con sus calles adoquinadas y farolas, ahora me siento feliz de vivir en un apartamento moderno, cómodo y completamente renovado. Mi casa cuenta con un amplio salón, cocina, baño, un amplio pasillo con grandes ventanales, un dormitorio amplio y una terraza. Parece una habitación de hotel, pero mi alquiler es de sólo 550 euros.
"En París pagaba 1.000 euros al mes por un espacio pequeño y tenía que trabajar duro. Esa fue una de las razones por las que me fui. En Brescia puedo ahorrar y siento que la gente me acoge, a diferencia de París, donde estaba constantemente estresado", explicó, comparándolo con la vida en Francia.
"Es importante seguir tus sueños"
"Es importante seguir tus sueños, pero requiere preparación. Inmigrar no siempre es fácil y a menudo las expectativas no coinciden con la realidad", advierte esta experimentada viajera. "Aunque Europa me ofreció lo que quería —buen transporte, un sistema sanitario fiable, comida de calidad y amabilidad—, es diferente a la que experimenté en Atenas en 1984 y me llevó tiempo adaptarme. A pesar de todo, siento que estoy viviendo una vida maravillosa".
Ahora está jubilada y lleva dos años recibiendo prestaciones sociales, así que sólo trabaja a tiempo parcial. "Mis ingresos no son muy altos, pero como el coste de la vida es más bajo, la vida cotidiana es más fácil. No siento la presión financiera que tendría en Estados Unidos. Siento que mi propia estructura ha cambiado. Ojalá me hubiera mudado antes, pero entonces tenía responsabilidades. Ahora ya no. Al regresar a Estados Unidos, me siento familiarizado, pero no nostálgico. No pienso en si tomé la decisión equivocada; al contrario, cada visita confirma que tomé la correcta", concluye con gran optimismo.
