Lleva su viejo coche Toyota a la inspección anual, escucha un extraño estruendo y lo que descubre le hace pedir una indemnización
La resolución no terminó siendo la esperada.

Un inspección de coche no siempre sale como se espera, si no que se lo digan a Lotta, un ciudadano islandés que experimentó una surrealista y desagradable situación cuando llevó a su coche durante una cita rutinaria.
Según relatan medios locales, este hombre llevó al mecánico su Toyota del año 2002, con más de 370.000 kilómetros en sus ruedas. Sin embargo, lo que debería haber sido un proceso rutinario y sin mayores sobresaltos, terminó siendo mucho más accidentada y convulsa.
Y es que, cuando se encontraba en la sala de espera, empezó a escuchar ruidos y golpes procedentes del pasillo. Sin saber muy bien de donde procedían, se acercó al lugar, y vio cómo su coche había sufrido varias abolladuras afiladas debido al impacto. Según advirtió Lota, el mecánico había ejercido demasiada fuerza en su empeño y había intentado atravesar el metal de la carrocería.
Por ello, exigió a la empresa inspectora una indemnización de 2.870 euros por el tratamiento de los rodapiés. En contraposición, la empresa alegó que que la revisión realizada se ajustaba a las normas de tráfico del país, concretamente para inspeccionar los daños por óxido.
Sin embargo, tras un mes, se le realizó otra prueba, que reveló que la corrosión había carcomido y debilitado el material original a ambos lados del coche. El encargado de realizar la inspección continuó explicando los motivos y las circunstancias del por qué se encontraba así el vehículo, de modo que dijo al propietario del coche que no iba a pagarle ninguna indemnización, ya que todo se había realizado acorde a las exigencias establecidas.
Pero no se dio por vencido, y tras la negativa del inspector, Lota decidió recurrir a la Junta de Disputas del Consumidor, que analizó el vehículo, teniendo en cuenta la alta suma de kilómetros que tenía y los 21 años de antigüedad del coche.
Así, la respuesta de la Junta tampoco fue favorable, y el propietario del coche se quedó sin recibir ni un solo euro de los 3.000 que demandó.
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