Lo que debía ser una jornada educativa acabó en tensión para dos clases de un insituto de Nápoles. El grupo, acompañado por tres profesores, fue abordado por vendedores ambulantes en las inmediaciones de una iglesia que ofrecían calcetines. Pero lo que parecía un gesto inocente, se convirtió en una estafa.

El medio Stylo 24 relata que, una vez que los estudiantes aceptaron los artículos, los comerciantes comenzaron a exigir dinero con insistencia y actitud agresiva. Ante la incomodidad del grupo, uno de los profesores intervino y pidió a los alumnos que devolvieran los objetos para seguir ocn la visita. Sin embargo, la situación no hizo más que empeorar.

Los vendedores reaccionaron con amenazas verbales, acusando al docente de obstaculizar su "trabajo" y generando temor entre los adolescentes. "Tuvimos que irnos rápidamente, con la sensación de que nos seguían", cuenta el profesor, quien lamenta que el incidente empañara una jornada que hasta ese momento había sido muy buena.

Necesidad de proteger la ciudad

El docente expresa también su inquietud por la imagen de la ciudad y reclama "controles más estrictos para garantizar la seguridad de los visitantes y estudiantes", evitando que estos encuentros culturales se transformen en situaciones de inseguridad. "Nápoles es una ciudad maravillosa, pero debe ser protegida de aquellos que socavan su reputación y hacen que los visitantes se sientan incómodos", manifiesta.

"No es aceptable que en una ciudad de arte y cultura, se trate así a quienes acompañan a los jóvenes en una visita. En otros lugares, en municipios más pequeños, como los de la costa de Sorrento, episodios similares serían atendidos inmediatamente por la policía. Entendemos las dificultades de una gran ciudad como Nápoles, pero incluso aquí el número de agentes debe ser proporcional al tamaño de la ciudad", concluye.

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