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Luz verde al plan titánico de repoblar un pueblo aragonés abandonado: "Condiciones de vida difícil, debe venir gente con capacidad de adaptarse"

Luz verde al plan titánico de repoblar un pueblo aragonés abandonado: "Condiciones de vida difícil, debe venir gente con capacidad de adaptarse"

Un padre y su hijo han comprado gran parte del municipio para hacerlo sostenible y funcional.

Antiguo pueblo deshabitado de Churchif Fet, Aragón, España.Getty Images/iStockphoto

El silencio se ha apoderado de muchos pueblos españoles que un día albergaron vida y bullicio. Casas vacías, calles solitarias y recuerdos que parecen desvanecerse con el tiempo son el paisable habitual de la despoblación, un fenómeno que arrastra consigo la pérdida de tradiciones, modos de vida y comunidades enteras.

Sin embargo, en medio de este éxodo, hay lugares que se resisten a desaperecer del mapa, luchando por recupear su alma. Este es el caso de Fet, un pequeño pueblo ubicado sobre un peñasco junto al embalse de Canelles, en la provincia de Huesca. 

Como otras muchas poblaciones de zonas rurales, este municipio fue víctima de la despoblación, pero Jaume Mulet y su padre han adquirido buena parte del pueblo con un objetivo claro: devolverle la vida. "Hace ocho años, le dije a mi padre que, en vez de dejar que las paredes cayesen, valía la pena tratar de dar una inyección de esfuerzos y recursos para hacer revivir a este pueblo que se encuentra en este entorno tan bonito", explica Jaume a Rac1.

El camino ha sido largo y complicado. Durante casi una década han trabajado en silencio, y ahora han encontrado al primer candidato dispuesto a establecerse en Fet: un profesor de taichí danés que ya ha firmado un precontrato para instalarse y dinamizar la forestación del lugar. "Es un proyecto aún en fase embrionaria, pero apunta en la dirección concreta", apostilla.

Una vida dura pero que merecerá la pena

El interés de la familia Mulet por Fet no nació de raíces familiares: "No teníamos ningún vínculo. Todo nació de las inquietudes de mi padre, un hombre muy viajado y admirado por el modelo de reservas naturales de Estados Unidos". 

Fue en 1985 cuando el padre de Jaume comenzó a adquirir casas y terrenos. "Le ofrecieron una serie de bienes y se decidió a comprarlos. Algunos vecinos se le acercaron para preguntar si los compraría. No era fácil, porque muchas propiedades habían pasado a herederos", explica.

Pese a tener en propiedad buena parte del pueblo, Jaume huye del término "dueño" porque no le gusta su significado: "Me parece un adjetivo prepotente. Es como espetar: 'Mira lo que tengo'. En realidad, son años de esfuerzo y trabajo".

El objetivo, añade, nunca ha sido construir chalés ni crear un resort rural. "Han venido especuladores que querían hacer casas de lujo, pero no es la esencia de este proyecto. Algunos querían derrocar el pueblo y hacer casas nuevas, borrando toda la historia".

Jaume y su progenitor tienen claro que el futuro de Fet pasa por la sostenibilidad, el respeto al entorno y la creación de una comunidad autogestionada, dentro de lo posible. "La autogestión al 100% es complicada, pero queremos acercarnos", afirma.

Jaume advierte de que vivir en Fet no será fácil, por lo que "es necesario que venga gente con capacidad de adaptación". Uno de los principales requisitos del proyecto es la funcionalidad: "No estamos buscando reconstruir el típico pueblo bucólico, debe ser funcional. En un futuro se le puede lavar la cara, pero por ahora la prioridad es reconstruir".

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