Nadine, 46 años, auxiliar médica móvil: "Soy la segunda en todo Alemania. Es gratificante"
Su proyecto, al que bautizó como ProMobil Nadine Zerbe, funciona como una especie de “brigada de emergencia médica”.

Cuando a principios de 2024 Nadine Zerbe abrió aquella carta de despido, sintió que 25 años de trayectoria como auxiliar médica se desmoronaban en un instante, tal y como recoge este medio alemán. Tenía 46 años y toda su vida profesional había transcurrido entre consultas, quirófanos y pacientes. “En ese momento solo piensas: ¿y ahora qué hago con mi vida?”, recuerda hoy. Lo que no imaginaba es que, casi dos años después, estaría inaugurando una profesión prácticamente inexistente en Alemania: la de auxiliar médica móvil. Según explica, es la primera en Renania del Norte-Westfalia y apenas la segunda en todo el país. "Soy la segunda en todo Alemania. Es gratificante", señala.
Su proyecto, al que bautizó como ProMobil Nadine Zerbe, funciona como una especie de “brigada de emergencia médica”. Acude donde haga falta cuando las clínicas se ven sobrepasadas por bajas de personal, picos de gripe o quirófanos desbordados. En noviembre de 2025 aceptó su primer encargo y aún se le ilumina la cara al recordarlo: “El comienzo no pudo haber sido mejor. Es muy gratificante. Me encanta mi trabajo”.
Tras perder su empleo, trabajar por cuenta propia no era su primera opción. Decidida a no quedarse parada, se matriculó en un curso a distancia de gestión de consultorios que acabará en la primavera de 2026. A la vez envió solicitudes como gerente de centros médicos, pero pronto se topó con la realidad del mercado laboral en su distrito: pocas vacantes, salarios bajos y, sobre todo, un reconocimiento profesional que parecía no llegar. Nadine, que se define a sí misma como “una persona tremendamente positiva”, tuvo sin embargo un momento de ruptura. Salió de una entrevista sintiéndose infravalorada: “Aunque siempre he trabajado y me he seguido formando, no me dieron ningún tipo de reconocimiento”. Fue entonces cuando tomó una decisión firme: “Ya no solicito más trabajo”.
Ese punto de inflexión abrió la puerta a algo completamente nuevo. Desde hacía tiempo intercambiaba ideas con una amiga en Hesse, pionera en la misma profesión. Ella fue quien la animó una y otra vez a dar el salto y emprender. “Me dio el empujón final”, admite Zerbe. Pero el camino no fue sencillo: la figura del auxiliar médico móvil casi no existe en Alemania y abrirse paso significó enfrentarse a una auténtica “jungla burocrática”. Por eso lo explica con claridad: “No quiero desanimar a nadie, pero hay que saber en qué te metes. Es un camino duro”. Además, requiere experiencia, seguridad y una capacidad constante para adaptarse a entornos nuevos: “No todas las consultas funcionan igual”, dice.
Otro reto era darse a conocer. Los médicos, asegura, primero tienen que saber que existe alguien con su perfil. Ni siquiera tenía previsto empezar a trabajar tan pronto, pero su marido —con quien durante años dirigió una consulta en Voerde— la animó a no esperar más. Hoy trabaja en una clínica de Wesel, aunque recibe encargos en todo el distrito e incluso en ciudades como Duisburg u Oberhausen. Si el trabajo lo requiere, no duda en recorrer más de 80 kilómetros.
Según cuenta al mismo diario, su jornada y su vida se han vuelto completamente flexibles. Hay consultas que la necesitan una semana entera, otras solo un par de días o una tarde. Ella se adapta. Y su sueldo también se ajusta a ese nivel de disponibilidad y especialización. Su objetivo es claro: consolidar el proyecto y poder vivir exclusivamente de ello.
