Recogen restos de decenas de naufragios en la costa y se dan cuenta de los peligros que vienen de los barcos
Un material plantea serios riesgos medioambientales si no se gestiona adecuadamente.

En la región finlandesa de Tampere, un grupo de voluntarios ha emprendido una labor titánica: retirar embarcaciones abandonadas de fibra de vidrio que contaminan las costas y lagos. La iniciativa, liderada por el Centro de la Naturaleza de Kukkiajärvi en Pälkäne, ha logrado recuperar cerca de 50 restos de barcos en un radio de apenas diez kilómetros. Estos desechos, recogidos por la empresa Kuusakoski Oy, serán reciclados como materia prima para la industria del cemento.
Aunque el proyecto ha sido considerado un éxito, ha revelado una problemática mucho mayor. Según Leena Ilmola, una de las impulsoras de la campaña, si en una zona tan reducida se han encontrado tantos naufragios, es probable que existan cientos de miles en todo el país. Finlandia cuenta con más de un millón de embarcaciones, muchas de ellas fabricadas con materiales compuestos desde los años 70, lo que plantea serios riesgos medioambientales si no se gestionan adecuadamente.
La fibra de vidrio, utilizada ampliamente en la construcción de barcos, está empezando a ser reconocida como una amenaza similar al asbesto. Investigaciones recientes en Reino Unido y otros países han detectado partículas microscópicas de este material en zonas costeras, especialmente cerca de astilleros. Estas fibras, invisibles al ojo humano, pueden penetrar en organismos marinos y avanzar en la cadena alimentaria hasta llegar a los seres humanos.
La doctora Corina Ciocan, experta en ecotoxicología de la Universidad de Brighton, advierte que la industria náutica debe asumir su responsabilidad. Así como los vehículos no pueden ser abandonados en la vía pública, los barcos tampoco deberían quedar a la deriva en la naturaleza. La falta de regulación y de procesos claros para el reciclaje de embarcaciones agrava el problema.
