Carlos Lavilla, experto en viajes, apunta los planes turísticos que nunca recomienda: "Tampoco se puede llamar crucero a cualquier cosa"
Excursiones turísticas que no siempre responden a lo que prometen.

Muchas de las actividades pensadas para turistas prometen experiencias únicas, pero en la práctica responden más a una lógica de rentabilidad máxima que a la calidad del viaje. Excursiones masificadas, precios elevados y propuestas estandarizadas que apenas dejan margen para el disfrute real se han convertido en parte del paisaje turístico de muchos destinos, alimentando una oferta que a menudo prioriza el negocio frente a la autenticidad.
Por ello, Carlos Lavilla, gallego y fundador de la agencia de viajes a medida Turama, ha compartido una lista de cinco excursiones turísticas muy demandadas que, desde su experiencia de más de tres décadas como viajero y profesional, considera sobrevaloradas y evitables, y que no siempre responden a lo que prometen. El vídeo se ha hecho viral en redes y ha reavivado el debate sobre turismo responsable y expectativas de viaje.
Entre las prácticas que siempre desaconseja a sus clientes está el típico crucero por el río Sena. “Igual que no se puede llamar paella a cualquier cosa que lleve arroz, tampoco se puede llamar crucero a cualquier cosa que lleve barco”, sentencia. De esta actividad critica además el impacto que la navegación continua tiene sobre el cauce y la fauna del río, donde conviven pacíficamente millones de virus y bacterias de todo tipo.
Otras actividades sobrevaloradas
También carga contra los recorridos en bicicleta por Ámsterdam, los cuales compara con el mítico tour de Francia. “Ambos están compuestos por ciclistas que van puestos de todo hasta las cejas. Si ese no es tu caso, lo más probable es que te aburras”, afirma de forma contundente. Lavilla recuerda que el tráfico de bicicletas puede ser agotador y que la convivencia entre turistas y ciclistas locales a veces genera tensiones.
Entre las prácticas que desaconseja también figura la ictioterapia de Bali, la cual consiste en dejar que peces retiren las células muertas de los pies. Lavilla dice que más allá del morbo que puede dar, esta no es la actividad más sanitaria del mundo. A su vez, critica las excursiones para ver las auroras boreales en Islandia. El agente subraya lo obvio pero necesario: la aparición del fenómeno depende de condiciones meteorológicas y geomagnéticas.

“El hecho de que tú necesites un guía que te indique a donde mirar explicaría por qué hoy en día es obligatorio poner instrucciones en los botes de champú”, explica de forma irónica para dar a entender que comprar una experiencia pensando que la guía te “garantizará” la vista de este fenómeno natural es, en su opinión, ingenuo. Operadores y guías reconocen que sus servicios aumentan las probabilidades de observación, pero no pueden controlar el clima.
En esa línea, Lavilla reserva su crítica más dura para el conocido tour de fantasmas y espíritus de Madrid, una actividad muy popular entre visitantes pero que, a su juicio, se sostiene más en el reclamo comercial que en el contenido. “Lo único que no me parece bien es que no pase ni de lejos del único sitio que realmente está plagado de fantasmas en Madrid. Y sí, ese sitio es el mismo que tú estás pensando”, sentencia.
