Se infiltra en la casa de los ultrarricos y destapa la realidad oculta de la servidumbre: "Forman parte de los ricos"
La socióloga Alizée Delpierre explica que las personas que trabajan en hogares adinerados pueden recibir salarios muy altos, pero a cambio de un gran sacrificio.

¿Qué sucede entre los ricos y sus empleados cuando nadie los ve? Esta es la incógnita que la socióloga francesa Alizée Delpierre decidió explorar con rigor científico, adentrándose en la intimidad de las élites económicas para comprender cómo operan los sofisticados sistemas de servidumbre en sus hogares.
Con los resultados de su investigación, Delpierre ha publicado libro 'Servir les riches – Les domestiques chez les grandes fortunes' ('Servir a los ricos - El trabajo doméstico en las casas de los millonarios'), una radiografía cruda y reveladora del trabajo doméstico en la cúspide de la riqueza.
Durante años, Delpierre recorrió lujosos apartamentos parisinos y mansiones en la Riviera Francesa, recogiendo testimonios tan surrealistas como significativos. Escuchó a una mujer decirle a su criada: "Me pregunto si alguna vez entenderá que quiero dos cubitos de hielo, no tres". Otra empleada relató cómo su jefa desayunaba "dos huevos y medio", y en algunas casas, la distancia entre los cubiertos debía medirse en milímetros.
Más allá de las entrevistas, la socióloga se infiltró en el mundo que estudiaba: trabajó como niñera y ayudante de cocina para una aristócrata, e incluso vivió como au pair en China. Esta inmersión le permitió observar las complejas dinámicas entre empleados, donde reinan las jerarquías, las alianzas e incluso la competencia.
"Se trata de personas que pueden ganar mucho sirviendo a los ricos, pero que necesitan demostrar a sus jefes que trabajan muy bien, que son dóciles, que obedecen todas las órdenes", explica en una entrevista con BBC Mundo.
Trabajo lujoso, pero muy sacrificado
En su libro, la autora introduce el concepto de "explotación dorada", un sistema en el que los empleados domésticos reciben altos salarios, que pueden llegar a los 12.000 euros mensuales, así como regalos caros, como ropa de Chanel o bolsos exclusivos, y disfrutan de condiciones materiales privilegiadas. "Si comparamos a estos trabajadores con el resto de la población activa, ellos forman parte de los ricos", señala.
Sin embargo, el sacrificio para obtener esto, advierte Delpierre, es muy alto: "Al mismo tiempo, trabajan ilimitadamente". Muchos viven en las casas donde trabajan, lo que significa estar disponibles día y noche. Las niñeras, por ejemplo, duermen en las habitaciones de los niños y apenas descansan.
Esto se debe a que el lujo aparente del que pueden disfrutar los trabajadores crea una deuda simbólica. "Cuanto más dinero y regalos dan los ricos a sus empleados, más legitimados se sienten para exigirles que trabajen aún más duro", sostiene la socióloga.
Estereotipos de género y raza
Delpierre también denuncia cómo el mercado laboral doméstico se estructura en torno a estereotipos de género y raza. "Las mujeres negras son preferidas para cuidar niños por prejuicios racistas y coloniales, mientras que los mayordomos suelen ser hombres blancos europeos", explica.
En este sector, los diplomas carecen de valor. Lo que cuenta es la percepción del empleador sobre lo que "naturalmente" puede hacer cada persona, reproduciendo patrones de desigualdad profundamente arraigados.
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