Un hombre vive 21 años gastando lo mínimo para jubilarse a los 45, pero el mercado financiero le tenía guardada una sorpresa desagradable
Lo ocurrido hace pocas semanas en el país le ha supuesto un inconveniente totalmente inesperado.
Un hombre japonés dedicó más de dos décadas a vivir con la mínima comodidad posible, todo con el objetivo de alcanzar la libertad financiera y retirarse antes de los 45 años. Comenzó a trabajar a los 25 en una empresa estable, ganando unos 29.000 euros al año, y se propuso ahorrar 100 millones de yenes (aproximadamente 580.000 euros) para jubilarse anticipadamente.
Durante 21 años, su vida fue de extrema austeridad. Habitaba un pequeño departamento de la empresa por 175 euros al mes, sin calefacción ni aire acondicionado, y su dieta se limitaba a arroz, verduras y ciruelas encurtidas. Él mismo comparaba su existencia con la de un preso: “Me sentía como en la cárcel”, confesaba, viendo películas sobre reclusos y reconociendo inquietantes similitudes con su rutina.
Su trabajo en la empresa era exigente: largas jornadas, horas extras hasta medianoche, pocas horas de sueño y escaso tiempo libre. Sin embargo, nunca perdió de vista su meta y se autodenominó en redes sociales “el hombre que renunciará para siempre”. Su disciplina dio frutos: en enero de 2025 anunció haber alcanzado 135 millones de yenes (785.000 euros) y que podía retirarse.
Pero la celebración duró poco. En pocos meses, la rápida depreciación del yen redujo drásticamente el valor de sus ahorros. “Si el yen sigue cayendo, nunca alcanzaré la libertad financiera. Todo fue en vano”, escribió frustrado, evidenciando los riesgos de la estrategia FIRE (Independencia Financiera, Jubilación Anticipada) basada en ahorro extremo.
Tras jubilarse, no se permitió gastos extravagantes ni compras cotidianas, como un microondas. Sin embargo, la caída de su patrimonio lo dejó desconcertado: “Pensé que había escapado del sistema, pero el sistema me encontró de nuevo”, reconoció en su blog.
Hoy, a los 45 años, vive con cierta comodidad, aunque sin seguridad total. La inflación, las fluctuaciones del mercado y la devaluación de la moneda lo obligan a replantearse su futuro: “No quiero volver a trabajar, pero no quiero vivir como antes. Me siento atrapado entre dos mundos”, confesó.
Su historia ha reavivado el debate sobre el movimiento FIRE: aunque prometen libertad, los ahorros pueden estar expuestos a riesgos externos que ninguna austeridad por sí sola puede evitar, dejando en evidencia que la independencia financiera no siempre garantiza seguridad real.