Un jubilado de 91 años recibe de repente un millón de euros y lo que hace con la fortuna sorprende a todo un país
"Somos un pueblo pequeño de 640 habitantes, así que nuestra iglesia es nuestro único patrimonio".

En tiempos en los que una gran herencia suele asociarse con viajes de lujo o inversiones personales, la decisión de un jubilado francés ha llamado la atención de toda Europa. Según relata el diario británico Express, Raymond Landy, de 91 años, decidió donar alrededor de un millón de euros que heredó de su hermano para salvar la iglesia de su pueblo natal de una posible demolición.
Raymond creció y trabajó toda su vida en una pequeña localidad rural del centro de Francia, muy vinculada al sector agrícola. Esa conexión emocional con su tierra fue decisiva a la hora de elegir el destino del dinero. Él mismo lo explica con sencillez desarmante: "Nací aquí, me bauticé aquí, hice mi primera comunión aquí. Siempre he vivido en La Chapelle". Para él, destinar la herencia a la iglesia no era un gesto extravagante, sino una forma de devolver a la comunidad parte de lo que le ha dado durante décadas.
La donación permitirá financiar una restauración completa del templo, un edificio que se había ido deteriorando con el tiempo. El alcalde de la localidad resume muy bien lo que representa ese lugar para los vecinos: "Somos un pueblo pequeño de 640 habitantes, así que nuestra iglesia es nuestro único patrimonio. No está catalogada, pero es el corazón del pueblo y todos la cuidan". Para un municipio tan reducido, asumir por sí solo las obras resultaba prácticamente imposible.
Gracias a la aportación de Raymond se ha podido diseñar un plan de restauración en varias fases pero con financiación asegurada desde el inicio. El arquitecto encargado del proyecto, Antoine Leriche, reconoció públicamente que se trata de una situación excepcional: "Por lo general, cuando trabajo en un edificio, el proceso lleva 20 años en cuatro, cinco o seis etapas, mientras las autoridades locales reconstruyen su financiación. Aquí, todo se hace de una sola vez, lo cual es una novedad para mí".
Los trabajos incluyen desmontar el campanario para sustituir la cubierta de pizarra, sanear la estructura del coro y renovar por completo el tejado. Se calcula que las obras se prolongarán alrededor de un año y que, una vez terminadas, el edificio quedará protegido "durante otros 150 años" antes de necesitar nuevas intervenciones de calado.
Como gesto de agradecimiento, se ha colocado una placa con el nombre de Raymond en el interior de la iglesia, para que las generaciones futuras recuerden su generosidad. Más allá del valor económico, su decisión se ha interpretado como un recordatorio de la fuerza que puede tener el apego a la comunidad y al patrimonio local cuando alguien decide pensar en el bien común antes que en su propio bolsillo.
