Una anciana ahorradora lleva años sin comprar un colchón y toallas de baño: su explicación va más allá de la tacañería
Sus argumentos son muy particulares.

¿Se imaginan vivir sin ningún cama, almohada o toallas de baño? Pues no se lo imaginen, hay personas que viven así, o al menos una. Su nombre es Yoko Ogasawara, es japonesa, tiene 74 años y su estilo de vida es, cuanto menos, peculiar.
Según explica ella misma, no es por tacañería, sino por que le resulta más práctica vivir así. Actualmente vive en una residencia de ancianos y asegura que en su habitación no tiene cama ni almohada. Afirma que no es por falta de dinero, ya que puede permitírselo sin problema, pero afirma que hay determinados objetos que todo el mundo tiene, que ella no necesita, o al menos, no necesita renovarlas.
Explica que en su piso cuenta con un dormitorio, pero que no hay ni cama, ni almohadas ni colchón "normales". Tampoco tiene alfombra fuera de la ducha ni en la sala de estar. Y esto, cómo es posible, se preguntarán muchos. Pues la respuesta es sencilla.
Tal y como explica Yoko, en un primer momento se deshizo de su colchón de forma accidental, aunque posteriormente decidió que continuaría así, sin comprar ninguno nuevo. Y la solución fue muy 'fácil': el edredón como colchón. Así, lo dobló de tal manera que actuaba como colcha y como colchón, y así se ahorró el tener que ir a buscar un colchón nuevo a la tienda.
En cuanto a las almohadas, la japonesa decidió utilizar una toalla doblada en cuatro partes iguales y posteriormente por la mitad, a la altura justa para ella. Según explica, las almohadas que están a la venta son demasiado altas para ella, lo que le producía incomodidad.
Y por último está el asunto de las toallas de baño. Según Ogasawara, debido a su baja estatura, un día advirtió que con utilizar una toalla pequeña (de la cara), le era suficiente para secarse todo el cuerpo al salir de la ducha, y destaca que uno de los factores clave es su suavidad.
Además, argumenta que ella, como está acostumbrada a lavar la ropa cada pocos días, las toallas le suponían un problema, ya que son mucho más grandes, más difícil de que se sequen rápido y suponen un impedimento para tenderlas debido a su tamaño. Por todo ello, decidió que no volvería a comprar toallas grandes, y que con una pequeña le era suficiente.