Una empresaria compra un cuadro por 30 euros y ahora le piden 50.000 euros de indemnización por la actriz que aparece pintada
Los herederos de la intérprete la han llevado a juicio por dañar su imagen y vulnerar los derechos de autor.

Una empresaria italiana se ha visto metida en un buen lío por vender un cuadro en internet. Lo adquirió por unos 30 euros, lo envió con toda la buena fe del mundo y ahora le reclaman una indemnización de más de 50.000. ¿El motivo? La pintura muestra el rostro de una actriz famosa, capturada en una escena mítica de cine, y sus herederos la han denunciado por vulnerar los derechos de autor y dañar la imagen de la artista.
Los hechos ocurrieron a principios de 2024 en la zona de Asís, según ha informado el Corriere dell’Umbria. La joven, que ahora cuenta con la defensa del abogado Gian Marco Abeltino, recibió un pedido online de ese pequeño cuadro decorativo. Cobró el importe sin problemas, tramitó el envío y dio por zanjada la operación.
Al poco tiempo cerró su negocio temporalmente por motivos personales. No fue hasta hace unas semanas, al volver a la actividad y revisar por primera vez en mucho tiempo el buzón de correo electrónico certificado, cuando se llevó el susto. Allí encontró una citación formal del Tribunal Ordinario de Perugia. Pensó que se trataba de una estafa, incluso de una broma pesada, porque no se explicaba cómo una venta de apenas 30 euros podía acabar con semejante cifra en juego.
Tras releer los documentos con calma y buscar información por su cuenta, descubrió que el asunto iba en serio. Los herederos de la actriz han puesto en marcha una demanda por vía civil. Alegan que la empresaria ha violado la ley de propiedad intelectual, además de causar un perjuicio económico y moral a la memoria de la intérprete. Exigen una indemnización que supera con creces los 50.000 euros, pese a que el producto vendido ni era una reproducción oficial ni se publicitó con el nombre de la artista.
egún el letrado, este tipo de terrenos son “especialmente delicados” y exigen mucha precaución, comprobaciones legales y una buena dosis de sentido común, porque basta un descuido para acabar con una demanda en los tribunales, aunque se haya actuado de buena fe.