Una familia deja a su cachorro en una protectora en teoría solo durante las vacaciones, pero a la vuelta se activa la tragedia
Los peores presagios se confirmaron con el paso de los días.
Lo que comenzó como una solución temporal para unas vacaciones acabó en abandono. Una familia de Renania del Norte-Westfalia dejó a su cachorro en un refugio de animales con la promesa de recogerlo al regresar de su viaje. Pero tras disfrutar de sus días libres, decidieron no volver a por él.
Desde el refugio de Bergheim, donde el animal fue entregado, explican que el cachorro, una perrita llamada Sina, llegó a sus instalaciones a través de un tercero, no directamente de sus propietarios. "Eso no demuestra mucha responsabilidad", lamentó uno de los empleados en un vídeo difundido en redes sociales. El centro recuerda que adoptar un animal implica un compromiso a largo plazo: “Cuando adoptas un perro, deberías pensar en los próximos 15 o 20 años de su vida”.
El caso de Sina ha reabierto el debate sobre la falta de conciencia en la adopción de animales jóvenes. Los refugios alemanes advierten de que los cachorros, al igual que los niños pequeños, necesitan tiempo, educación y paciencia, algo que muchos dueños subestiman. Con la llegada de las vacaciones de otoño, algunos optan por “aparcar” a sus mascotas en centros de acogida con la idea de recogerlas después, aunque no siempre lo hacen.
Pese al abandono, Sina mantiene intacto su carácter alegre. Todavía no ha sido examinada por un veterinario, por lo que el refugio ha pedido que nadie envíe solicitudes de adopción hasta completar las revisiones médicas. Aun así, la pequeña perrita ya ha despertado ternura y apoyo entre los usuarios de Facebook, donde se han multiplicado los mensajes de cariño y enfado hacia la familia que la dejó atrás.
"¡Es solo una bebé, ¿cómo pudieron?!", escribió una usuaria indignada. Otros comentarios expresan tanto empatía como incredulidad ante la historia: “Qué cruel puede ser la gente”, “Todo lo mejor, querida Sina” o “Nos encantaría adoptarla, es preciosa”.
El personal del refugio confía en que el futuro de Sina sea muy distinto al de su pasado reciente. Su deseo es encontrarle un hogar donde reciba el afecto y la estabilidad que merece: “Queremos una familia con tiempo, paciencia y comprensión, alguien que acompañe su crecimiento y entienda que los errores también forman parte del aprendizaje”, explican.
Mientras tanto, la historia de Sina se ha convertido en símbolo de una realidad que los refugios alemanes conocen demasiado bien: muchos animales son adoptados por impulso, pero cuando llega la rutina o las vacaciones, el compromiso desaparece.