Se cumple un centenario de uno de los sucesos que cambió la historia de la literatura española. Corría el año 1925 cuando, en las categorías de Poesía, Crítica y Teatro, grandes nombres de la literatura española aspiraban al Premio Nacional de Literatura -uno de los galardones con más prestigio de la época-. El jurado, compuesto por grandes personalidades como Antonio Machado, José Moreno Villa o Gabriel Maura terminaron premiando la obra de Alberti, Marinero en tierra; y la de Gerardo Diego, Versos humanos. El vanguardista Ramón Prieto y Romero no tuvo la misma suerte.

Diferentes medios se hicieron eco a los pocos días del amaño en el que, tanto Alberti como Diego, recibieron los galardones de antemano. Prieto y Romero no tenía la popularidad ni el poder literario en Madrid con lo que quedó relegado a un segundo puesto. Según revela el periódico El Confidencial, estos acontecimientos que sucedieron hace un siglo cambió para siempre la historia de la literatura española tal y como conocemos. Mientras que tanto Alberti como Diego se consolidaron como el referenciales figuras de la poesía de la Generación del 27, que incluso perduran en la actualidad, otros como Prieto y Romero han quedado en un segundo plano.

“Durante años, su nombre aparecía esporádicamente en algunas publicaciones menores, pero siempre desde una posición marginal", resaltaba Andrew A. Anderson poniendo en contexto lo que determinan los premios, la fama y la popularidad para una carrera de poetas y escritores. La visibilidad y el eco social son factores imprescindibles para que -como es este caso- dentro de un siglo un autor pueda ser recordado e incluso admirado o denostado al olvido.

Según revela las informaciones de El Confidencial, dos fueron los acontecimientos que determinaron la vida de Ramón Prieto y Romero. El primero fue el fallecimiento de su hijo Francisco, atropellado cuando acudía a Chamartín a ver un partido de fútbol. El segundo fue la pérdida de este premio en el que tenía puestas todas las esperanzas de su carrera como poeta. Ambos sucesos determinaron el declive del vanguardista.

Prieto y Romero terminó su vida entre alcohol y soledad después de las dos pérdidas que irremediablemente marcaron toda su trayectoria que no pudo remontar. El 9 de diciembre de 1933, a sus 43 años de edad finalmente terminó su descenso a los infiernos. Su familia hasta hace poco tiempo jamás supo que había pasado.