Los dependientes y sus cuidadores, en situación límite por el recorte de Rajoy

Los dependientes y sus cuidadores, en situación límite por el recorte de Rajoy

John Raedle /GETTY

Hugo Pereda, un pintor en paro de 43 años, es uno de los 428.000 cuidadores familiares que existen en España. Su madre, Concepción, tiene 86 y padece Alzheimer en su grado más avanzado. Este tinerfeño y su padre, Emilio, de 82, llevan 12 años cuidando de ella. Se acogieron a las prestaciones que ofrece la Ley de Dependencia, una pequeña ayuda de 400 euros que les permite dar a Concepción una vida ligeramente mejor.

Cuando les quiten el 15%, tal y como se ha aprobado este viernes en el Consejo de Ministros, Hugo prevé que la calidad de vida de su madre se verá gravemente afectada. "Tiene una fisioterapeuta dos veces a la semana y una enfermera una hora al día para ducharla y arreglarla", explica Hugo. "Si nos recortan la ayuda, tendremos que renunciar a uno de los dos servicios, y no sabría a cual -prosigue-. La fisio es imprescindible porque la mueve los brazos, las articulaciones… y la enfermera porque sabe cómo cogerla, nosotros no podemos".

La ayuda por cuidados en el entorno familiar alcanza como media unos 400 euros mensuales y cuesta a las Administraciones cerca de 1.900 millones de euros al año. La reducción del 15% supondrá un ahorro de 285 millones de euros.

"TODO ES MUY CRUEL"

"A mi ya me da igual lo que hagan", dice, apenada, Carmen Castañeda. Esta cántabra de 52 años ha pasado toda su vida cuidando de su familia. Su padre falleció el pasado junio a los 94 años, y ella, con el ánimo muy afectado, vive sin separarse de Lucía, su madre. Sufre varias dolencias psíquicas y físicas, explica, y no está capacitada para nada. Carmen asegura que vivió un rosario de reclamaciones y sinsabores para que les concedieran a sus padres una ayuda.

Ahora Lucía cobra unos 300 euros mas otros 200 de la pensión de viudedad, y con eso tiene que sobrevivir. A estas alturas de la película, le da igual lo que haga el Gobierno. "Como si lo quieren quitar todo, me parece muy cruel lo que hacen con los dependientes y con el resto de la sociedad, es un auténtico fraude", se lamenta Carmen.

A Hugo Pereda, lo que más le sorprende es que se vayan a pedir unos conocimientos mínimos si se quiere percibir la prestación, un punto que también se modificará en la Ley de Dependencia. "¿Nos van a hacer un examen? Eso sería fatal, seguro que yo no lo paso porque la única experiencia que tengo es la de cuidar a mi madre. A veces la enfermera aún me corrige cuando la cojo mal".

RECORTES PARA CREAR EMPLEO

La reforma de la Ley de Dependencia busca fomentar los cuidados profesionales de los dependientes por encima de los familiares para crear empleo y proteger a los grandes dependientes. Mª Jesús Morada del Campo, directora de comunicación de Afal, una asociación de ayuda a enfermos de Alzheimer de Madrid, está en cierto modo de acuerdo.

"Se ha estado abusando de esta ayuda, la pedía gente que se quedaba en paro, por ejemplo, y decidía sacar a sus mayores de la residencia y así beneficiarse de este dinero", asegura. "También será positivo para generar puestos de trabajo, hay muchas plazas vacías en las residencias y centros de día, la gente no las contrata".

Para Morada, estos problemas serían fácilmente subsanables dejando la Ley como está, pero aplicándola correctamente. "Quien quiera cuidar de sus mayores tiene derecho a hacerlo, pero tiene que hacerse bien". Por eso justifica que se pidan ciertos requisitos: "Hay que pedir un mínimo de condiciones, que sepan hacer las tareas que el enfermo necesite y que tengan una vivienda en condiciones para su cuidado, y que los cuidadores estén dados de alta en la Seguridad Social", describe, algo que también se suprime con esta reforma.

Otras medidas aprobadas en la reforma de la Ley contemplan la simplificación del sistema de seis a tres grados de dependencia, la ampliación de la ayuda por asistente personal para todos los grados, la ampliación a dos años del plazo para que las personas que aún no tienen reconocido el grado de dependencia, o no perciben la prestación, reciban dicha cuantía, y la revisión del modelo de cotización de los cuidadores no profesionales.

CUIDADORES NO PROFESIONALES, EN LA CUERDA FLOJA

Una de las cosas que más indignación le provoca a Carmen es oír hablar de la restricción de ayudas a los cuidadores no profesionales, que es donde el Gobierno puede ahorrar más. "Yo no lo soy, he hecho lo que he podido por mis padres porque ellos no querían que un extraño les atendiera". A su juicio, el problema de la Ley de Dependencia viene de muy atrás, desde que se estableció. "Se está dando ayuda a quien no lo necesita; cuidar a alguien es una profesión que no es compatible con ningún otro trabajo fuera de casa, y yo he visto casos en que se ha concedido la prestación a personas que tienen empleo y que ni siquiera viven con sus enfermos". Ella, con dos diplomaturas, una en Magisterio y otra en Empresariales, asegura que ha sacrificado su vida laboral y social por cuidar de sus mayores.

En un foro de cuidadores familiares, Carmen lanza al mundo un mensaje de desesperación. "No queda más que resignación, silencio y tranquilizantes para poder apechugar con la vida diaria", deja escrito en el cíberespacio.