Rafael del Castillo, el radioaficionado que ayuda a navegantes: "He salvado unas cuantas vidas"

Rafael del Castillo, el radioaficionado que ayuda a navegantes: "He salvado unas cuantas vidas"

Rafael del Castillo tiene fama de ser capaz de mover montañas en el mar. Algunos dicen de él que es un radioaficionado, aunque él prefiere llamarse navegante. Pero todos coinciden en algo: es el ángel de la guarda de quienes se embarcan en el Atlántico.

Lleva 40 de sus 76 años al frente de lo que bautizó como ‘La Rueda de los Navegantes’, un programa de radiofrecuencia que emite desde Las Palmas y a través del que ayuda desinteresadamente a todos los navegantes que se ponen en contacto con él: les da apoyo psicológico y, sobre todo, información meteorológica personalizada. Les explica cómo esquivar huracanes, les indica la dirección y la intensidad de los vientos, la previsión de altura de olas y les sugiere el rumbo más adecuado para beneficiarse de esos elementos.

Una información básica para navegantes como Emilio Hernández, que hace unos meses cruzó el Atlántico a remo junto a su compañero José González. Explica que tener el apoyo de Rafael constituye una garantía cuando se está en medio del agua porque no es una radioaficionado más. Es capitán retirado de la marina mercante y sus conocimientos sobre la mar son casi tan amplios como ese océano junto al que trabaja.

“Empecé a hacerlo porque muchos navegantes que iban hacia América estaban preocupados porque sus familias no iban a saber nada de ellos durante un mes. Yo era radioaficionado ya en aquella época y les dije: ‘Contactad conmigo, dad mi teléfono a vuestras familias y que me vayan llamando para saber cómo vais”, rememora Rafael en conversación con El Huffington Post. Recuerda que, “por supuesto”, cuando a esos marineros les iba mal, él callaba y no les decía nada a las familias para no desasosegarlas.

UNA CITA DIARIA A LAS 23.00

Rafael, que ha cruzado cuatro veces el Atlántico a vela, se conecta todos los días a las 23.00 a su radio y habla durante una o dos horas con los marineros que, antes de partir, se han puesto en contacto con él. Les llama uno por uno, ellos contestan y comienza a darles la información meteorológica. Otras veces, los marineros tienen problemas técnicos o médicos y ahí Rafael puede ser clave. Pone en contacto a enfermos con médicos, que les dan las instrucciones que deben seguir para mejorar. Presume, y así lo ratifican algunos navegantes, de haber salvado “unas cuantas vidas”.

Por ejemplo, cuenta que, un día, un hombre que volvía desde América en solitario tuvo un problema y llamó a ‘La Rueda de los navegantes’ con el siguiente mensaje: “Tengo una vía de agua y me estoy hundiendo”. Rafael le indicó lo que tenía que hacer y a, su vez, contactó con un yate francés que estaba cerca del lugar y que acudió al rescate. Cuando el barco llegó, el naúfrago ya estaba a la deriva en una barca salvavidas.

Más: “Hace 15 años, dos navegantes italianos que venían de la Península hacia Canarias me llamaron diciendo que se estaban hundiendo. Yo avisé y los encontraron en la balsa de emergencia. Hace tres o cuatro meses, la chica a la que salvamos llegó a Las Palmas. Me llamó y nos reunimos todos los que participamos en el rescate y nos hicimos una gran foto”, recuerda Rafael. “Nos despedimos con un abrazo y esa es la recompensa que recibo. Me encanta porque veo que soy útil a la sociedad”, subraya. Imágenes como estas son el motor de Rafael:

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Rafael del Castillo, segundo por la izquierda, junto a la joven italiana a la que salvaron

La ‘Rueda de los Navegantes’ le da cero ganancias. Es más, afirma que tanto a él como a los colaboradores que tiene (en Cabo Verde, Azores y El Caribe) les supone un gasto. “Sobre todo al amigo de Azores, que cada vez que pasa por allí una baja presión se le lleva la antena, que vale 400.000 pesetas”, subraya.

Hace tiempo intentó que cada navegante interesado colaborase con 100 euros al año, pero fracasó. Y Rafael lo recuerda con cierto resquemor: “No quiero ganar dinero con esto, no me hace falta, pero me hubiese gustado que colaborasen en los gastos”.

LA NUEVA VIDA DEL VIEJO LOBO DE MAR

Aunque también se queja de que en su tierra no se le reconocen demasiado los méritos, le queda la satisfacción de haber sido recibido por el rey Juan Carlos, con quien compartió un desayuno. Y ha sido condecorado con la cruz del mérito naval por la armada, que ha reconocido así una labor tan desinteresada como esencial. Rafael destaca que, pese al avance de las tecnologías, su trabajo sigue teniendo valor.

“Ahora muchos barcos llevan teléfonos satélite y se ponen directamente en contacto con sus familias. Pero a veces se les acaba el saldo de la tarjeta y recurren a mí”, dice orgulloso. También, añade, hay emisoras que emiten mapas meteorológicos por radio, pero ningún organismo oficial presta servicios tan personalizados como los suyos.

Y así pasa la vida este navegante que sigue teniendo barco pero que carece ya de tiempo para “escaparse” al mar porque debe cuidar de su mujer, enferma de Alzheimer. Ahora ayuda a otros marineros y se entrega a su hobby: la lectura y la escritura. En breve publicará un libro sobre el político Juan Negrín. Es la nueva vida de un viejo lobo de mar.

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