Indaba: la técnica de negociación que deberían aprender Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera
La negociación es la asignatura pendiente de los políticos españoles. No aprobaron el 20-D y no pueden fracasar ahora. PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos deberían conocer la técnica que ayudó a poner fin al apartheid y a lograr el complejo acuerdo en la Cumbre de Clima de París en 2015. Se llama Indaba y, sin duda, puede ayudar a salir del atolladero político de forma más o menos rápida.
Se trata de no tirar otros seis meses a la papelera, por lo que apelar a esta técnica cuyo nombre tiene un origen zulú -significa "negocios" o "asunto"- puede ser clave.
Gracias a las negociaciones Indaba se logró el difícil reto de que los 162 países que participaron el año pasado en la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de París (COP21) firmasen un acuerdo. Si los intervinientes de más de cien nacionalidades e intereses propios consiguieron entenderse y salir de lo que parecía un bucle infinito, ¿por qué no iba a funcionar con la política española?
El proceso es así: se reúne en una sala a un negociador por país implicado y, junto a ellos, el jefe de la cumbre. Éste era el encargado de establecer el marco de las parte para que, desde el inicio de la negociación, todos los interes estuvieran bien delimitados. A partir de ahí comienza una negociación en la que se buscan los puntos en común o que, al menos, no generen posturas demasiado enfrentadas. Así hasta alcanzar un acuerdo. La técnica Indaba prohíbe abandonar la sala hasta que haya unanimidad en el pacto.
Traslada esta técnica al caso, español, ¿qué deberían hacer Rajoy, Rivera, Sánchez o Iglesias? Eduardo Paz, que ha liderado proyectos de investigación europeos con Naciones Unidas en temas de resolución de conflictos, propone que sean los propios candidatos los que participen personalmente “y tener a mano a sus equipos técnicos, expertos o asesores en cada una de las áreas de gobierno”, explica a El Huffington Post.
Eso sí, en este caso sugiere que las negociaciones se realizasen en varias salas, no sólo en una. Y es tajante: “Nadie podrá abandonar el recinto hasta lograr el acuerdo”. No sería una reunión contrarreloj, sino que los implicados dispondrían de varios días dentro de un plazo fijo para cerrar un consenso. “El tiempo es un factor de presión, pero también una variable que determina la eficacia del sistema”.
Clave en todo este proceso es la persona que lidera las negociaciones. En el caso de la COP21 el encargado fue el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius. En este ejercicio de ficción española, Paz aboga porque las negociaciones fueran conducidas “por una persona absolutamente imparcial”, que a su vez, “liderará un equipo propio que impulsará todas las diferentes negociaciones que se irán generando”. “También documentarán los objetivos programáticos, los beneficios y los riesgos que manifiestan las partes, los aspectos presupuestarios, las consideraciones jurídicas, los temas que se deberían volver a debatir o los puntos de encuentro y desencuentro. En todo momento buscarán la colaboración en base a comportamientos de liderazgo real como el optimismo, el realismo, la empatía o la visión estratégica. Y por supuesto contarán con aplicaciones tecnológicas de gestión colaborativa y documental”.
¿Quién ejercería de líder? “Podría ser el Presidente del Congreso de los Diputados o algún negociador o negociadora de prestigio aceptado por las partes”, sugiere Paz. Es más, también considera que el rey, apoyado en un "buen equipo", también podría ser una opción. "La ronda de consultas previa se convertiría en Indaba aportando elementos de consenso. Tendría el mandato específico para ello porque el rey es el Jefe del Estado y -como tal- arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. De hecho, el artículo 62 de la Constitución establece que corresponde al Rey proponer el candidato a Presidente del Gobierno y, en su caso, nombrarlo. También tiene la responsabilidad de nombrar a los miembros del Gobierno, a propuesta del Presidente. Asimismo, el espíritu del artículo 99 de la Constitución no es otro que impedir las crisis gubernamentales prolongadas y la incertidumbre como la que padece ahora mismo España.
Todo esto es una propuesta refrendada por el éxito conseguido en duras negociaciones con la aplicación del método Indaba. Fue clave para poner punto y final al apartheid, y, aunque hay veces que no funciona, en la ya mencionada COP21 fue fundamental.
Sólo faltaban dos días para que terminara el plazo para un acuerdo y los 162 países reunidos “seguían repitiendo una y otra vez, y en un bucle infinito, sus propios argumentos”, recuerda Paz. En esta situación límite Fabius lanzó la ‘Solución Indaba’. “Revolucionó la conferencia”, recuerda Paz.
Fabius repartió una versión reducida -29 páginas en lugar de 43- de un acuerdo potencial. Sólo figuraban las coincidencias y las “líneas rojas”. Delineó el plan de trabajo de 48 horas ininterrumpidas para formalizar el documento final. “Había tres temas clave transversales consensuados: la diferenciación, la ambición y la financiación de las políticas sobre el cambio climático; pero se había progresado menos en temas como pérdidas y daños causados en el medioambiente y los mecanismos de cooperación”.
A partir de ahí los negociadores trabajaron “sin descanso” con el apoyo técnico de la presidencia francesa y los llamados “facilitadores temáticos”, ministros de medioambiente de varios países. “Dormían sólo entre 3 y 4 horas, hasta que el 11 de diciembre de 2015 a las seis de la mañana consiguieron redactar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, es decir, el documento final con la aceptación del 100% de las partes”, explica Paz.
La cumbre del Clima de París terminó entre aplausos
El francés Gilles Pargneaux fue el ponente del Parlamento Europeo que lideró la delegación de eurodiputados en París. Recuerda perfectamente lo difíciles que fueron las negociaciones y cómo Fabius decidió usar la técnica Indaba: “Fue, sin duda, una de las claves del éxito en París”, asegura a El Huffington Post. “El Parlamento Europeo y su delegación, de la que fui miembro, estaba a favor de esta táctica para lograr el objetivo de limitar la subida de la temperatura del planeta a 1.5 grados”, añade.
Este triunfo era uno de los puntos que más controversia generaba, por lo que el hecho de que en el acuerdo final se recogiera, hace que Pargneaux defienda esta técnica. Por eso sí cree que servirían para formar Gobierno en España. “Ahora España vive con el cuatripartidismo. Cada partido tiene líneas rojas, por lo que son necesarias negociaciones y compromisos. Por eso creo que las indaba pueden ser un método útil para que los partidos se pongan de acuerdo en un escenario en el que nadie tiene la mayoría absoluta en la Cámara. Pueden ser una respuesta adecuada a la nueva realidad política española”, sentencia este eurodiputado francés.
En esta misma línea se manifiesta Eduardo Paz, que considera las indaba “una herramienta muy productiva para que partidos de diferente nivel de afinidad puedan plantear escenarios proactivos para unir fuerzas y formar Gobierno”. Eso sí, este abogado experto en la resolución extrajudicial de conflictos sentencia que, para que una negociación prospere, “tiene que haber una mínima voluntad de las partes”.
El tren de las negociaciones está en marcha. Si 162 países lograron un acuerdo en París… ¿por qué España tendría que descarrilar?