¿Es posible un pacto de Estado?

¿Es posible un pacto de Estado?

Que los partidos de izquierdas y derecha logren acuerdos en determinados temas solo es posible en aquellos casos donde no hay un irrenunciable contenido ideológico, de lo contrario los planteamientos son tan distantes que no lo permitirán.

Hace pocos días se publicó una encuesta que venía a confirmar lo que muchas veces se había anunciado: la mayoría de españoles quiere un gran pacto de Estado, en este caso el "71% de los españoles cree que lo que España necesita con urgencia para hacer frente a la actual crisis económica es un gran pacto entre el Gobierno, los partidos de la oposición y las organizaciones sindicales y patronales".

El último pacto de este tipo que se recuerda son Los Pactos de la Moncloa, que se firmaron en 1977 entre el Gobierno y los principales partidos de la oposición, asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras, cuyo objetivo entre otros era la estabilización del proceso de transición y contener la inflación que alcanzaba el 47%.

¿Sería posible y beneficioso un pacto de este tipo en la actualidad? Hace poco los dos principales partidos se pusieron de acuerdo en modificar la Constitución para incluir un límite de déficit. Esto contentó a los mercados, pero no a la mayoría de ciudadanos, demostrando que un pacto que venga avalado por los principales partidos no tiene necesariamente que ser aceptado y deseado por la mayoría de los ciudadanos.

¿Sería posible que los partidos actuales se pusieran de acuerdo con la ley del aborto? Podrían ponerse de acuerdo, al igual que lo hicieron con la reforma de la Constitución, pero tanto unos como otros traicionarían a su electorado y sobre todo al sentir mayoritario de los ciudadanos, el PSOE no se podría permitir dar pasos atrás en logros conseguidos en esa materia, ya que va dentro de su ideario básico el derecho a decidir de las mujeres.

Tampoco sería posible el acuerdo en materia de impulso económico. El PSOE viene demandando desde hace tiempo la puesta en marcha de medidas de estímulo que nos permitan salir de la situación actual, a través de la intervención desde lo público, marcada en los manuales económicos progresistas, incluyendo como prioridad la creación de empleo. En cambio, el PP lleva dentro de sus doctrinas liberales la menor intervención de los estados en los mercados y la economía, teniendo como principal impulsora a la canciller alemana Angela Merkel, cuyos dictados siguen a rajatabla. Para la derecha la prioridad es el déficit.

Si entramos en política fiscal nos pasa algo muy parecido. Mientras bajar impuestos es propio de políticas conservadoras, no lo es de planteamientos de izquierda, aunque un dirigente socialista dijera hace años que bajar impuestos es de izquierdas. Si cuando gobernó la izquierda en este país no hubiera entrado en la carrera de la bajada de impuestos, seguramente no nos encontraríamos ahora en esta situación, sin margen de maniobra y teniendo como verdaderos gobernantes a los mercados, que nos marcan la pauta a través de su principal representante: el Gobierno alemán. De izquierdas es buscar nuevas medidas impositivas y un reparto distinto de la carga de los impuestos. Los gravámenes indirectos como el IVA afectan a todo el mundo por igual. Hay que buscar ajustes que permitan afinar y buscar la progresividad, pagando más el que más tiene, algo que no ocurre en la actualidad.

Hay algunos asuntos en los que sería posible poner de acuerdo a los partidos de izquierda y de derecha, como las leyes de transparencia y gobierno abierto. Un ejemplo de ellos es la tramitación actual de la ley de transparencia nacional que después de los cambios que se están introduciendo tiene muchas posibilidades de ser acordada por los distintos grupos políticos, o la Ley de Gobierno Abierto de Extremadura consensuada por PSOE, IU y PP. Es cierto que quien ha puesto más énfasis en el desarrollo del Gobierno Abierto en este país ha sido el PSOE, primero a través de la estrategia de gobierno abierto en el País Vasco, con Irekia, posteriormente con la redacción de la Ley de Transparencia y Gobierno Abierto de Navarra, y ahora con el impulso de leyes donde gobierna en coalición, como Andalucía, Asturias o Canarias.

Que los partidos de izquierdas y derecha logren acuerdos en determinados temas solo es posible en aquellos casos donde no hay un irrenunciable contenido ideológico, de lo contrario los planteamientos son tan distantes que no lo permitirán. Es cierto que hay temas que no son puramente ideológicos. En este caso soy partidario que los diputados puedan votar cada uno lo que consideren más oportuno sin seguir con la llamada disciplina de partido, pero no sería lógico con el sistema electoral actual, donde un diputado es elegido bajo las siglas de un partido y por el programa electoral de este y no por el planteamiento de cada diputado.

Más importante que los pactos entre los grandes partidos es que cumplan lo prometido en sus programas electorales. La imposibilidad de hacerlo debería llevar automáticamente a convocar elecciones o referéndum para saber la opinión de los ciudadanos. De lo contrario es un claro fraude electoral, como el que se está perpetrando día a día en España desde noviembre de 2011 y que ha llevado a la indignación de la mayoría de la población.