Almudena Cid, confesiones de un icono del deporte: "El deportista de alto nivel debería cotizar automáticamente a la Seguridad Social"
Entrevista con la exgimnasta vitoriana, única deportista en participar en cuatro finales olímpicas.

Almudena Cid dibujó un corazón imaginario sobre el tapiz de los Juegos Olímpicos de Pekin. Lo besó, recogió su cinta y agradeció al público su apoyo. Era el 23 de agosto y ese gesto suponía el punto y final a más de dos décadas de una trayectoria deportiva irrepetible hasta el punto de que a día de hoy sigue siendo la única gimnasta en haber participado en cuatro finales olímpicas (Atlanta 1996, Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008).
El deporte para Cid lo fue todo. Desde que se puso las primeras punteras con siete años en su Vitoria natal hasta esa cita en la capital china con 28, pasó por momentos de todo tipo, pero siempre con el denominador común de querer reinventarse, llegar a límites no alcanzados y, como ella misma dice en una entrevista con El HuffPost mientras recorre la costa gallega, romper con lo establecido. Hasta en esa despedida consiguió dejar su impronta.
También rompió moldes en la gimnasia con esas cuatro finales olímpica y fuera de ella, manteniendo durante toda su segunda mitad de carrera un enfrentamiento con la Federación. Además, desde su retirada ese día, Cid también está implicada en mejorar las condiciones de deportistas olímpicos que, lejos de la fama de futbolistas, tenistas o jugadores de baloncesto, acaban sus carreras deportivas en la oscuridad y con un futuro incierto por delante.
Fuera del tapiz y del deporte también ha sabido reinventarse. Se recicló como actriz y ha participado en multitud de películas, series y obras teatros. En la pequeña pantalla dio vida a Manuela Sánchez en 164 episodios de El secreto del puente viejo, aunque a ella, confiesa, lo que más le gusta es el teatro por esa similitud a su deporte de prepararse un papel y tener que representarlo delante de un público. Por si fuera poco, también es autora de la serie de los nueve libros infantiles de Olympia.
Con toda estas vivencias ya en su mochila puede parecer que, como se dice hoy en día, el juego ya se lo ha pasado, pero aún le queda un último objetivo que lograr. Y no es cosa menor: "Almudena además tiene un sueño, que es el de construir su vivienda cerca de sus padres en Legutio y poder asar sus castañas en su chimenea".
¿Cómo es la vida de Almudena Cid 17 años después de dejarlo en Pekín?
Es un poco multidisciplinar, aunque todo tiene el mismo hilo conductor que nace de la vida deportiva y esta me ha ido desembocando hacia distintos lugares. Por un lado hacia la escritura, como en su momento fueron los libros de Olympia, porque siempre me ayuda mucho a ordenar, a sacar cosas que igual tengo dentro y escribirlas me sirve para sanar, ordenar y poner un poco de perspectiva. Por otro lado se me ha desembocado todo un poco hacia la parte de actriz. En breve vamos a estrenar la serie de La Suerte para Disney Plus y tengo muchas ganas de ver el resultado, no sé si será antes de que acabe este año, en principio sí, y yo creo que ese aspecto también está floreciendo de alguna manera.
Luego las conferencias, que al final no dejan de ser todo basado en mi experiencia deportiva y vital. Me he encontrado en un contexto que yo nunca pensé que me iba a ver relacionada y la verdad es que me gustan los comentarios y todo lo que recibo después de compartir un testimonio y ver lo que provoca en los demás.
Tengo todo como un poco abierto. Siento que no soy profesional de nada, pero que tengo la capacidad para desenvolverme en varios lugares y, al final, te acabas dando cuenta de que eres muy profesional, también por lo que te trasladan los demás. Quizás es un poco la visión que tengo siempre de mi autoexigencia.
Desde que dejaste la gimnasia has hecho multitud de series y películas, muchas más de las que la gente es consciente, ¿te gusta de verdad o es una forma de seguir estando en el foco?
Sinceramente y con la mano en el corazón buscaba algo que me llenara como la gimnasia. Sabía que ya no iba a poder físicamente hacer lo que hacía en la rítmica, por eso me retiré y lo hice al nivel que quería, pero sí que me gustaba mucho la sensación de preparar algo entre bambalinas y enseñarlo. Esta estructura que he desarrollado durante tantísimos años necesitaba seguir haciéndola y encontré en la interpretación, sobre todo, en el teatro que lo podía seguir haciendo.
En series, como por ejemplo El secreto del puente viejo, donde estuve muchísimo tiempo, casi un año entero, era una serie diaria y era durísimo porque eran muchas horas y había que resolver tanto en el momento que la exigencia del día era lo más parecido al alto rendimiento. Era estudiártelo y luego ya lo tienes que representar, poniéndote en el escenario donde está en el set de rodaje y mecanizar los movimientos lo más rápido posible porque no tenías más de dos tomas. Era tan, tan, tan exigente que me encantó. Luego, por ejemplo, en películas he tenido como intervenciones y en series semanales he tenido algunas también, que han sido experiencias increíbles. Entonces, no ha sido por la popularidad por lo que lo hago, es por la forma de trabajar parecida a la gimnasia y de todo el teatro es lo más parecido.
Los deportistas os retiráis siendo muy jóvenes en general, pero vosotras en particular todavía más. Tú lo alargaste hasta las 28 años, pero hay muchos casos que se retiran siendo más jóvenes, ¿cuesta pasar de toda la exigencia del día a día de un deportista de élite a verte parada, y más estando en esa edad con toda la energía de la juventud?
Es una jubilación superanticipada y que no corresponde a la edad. De repente tienes que despedirte de lo que más competente te ha hecho en la vida y de lo que te ha hecho buena en el mundo. Sabes que eres una de las ocho mejores del mundo y que nunca lo vas a ser en otra profesión, estadísticamente es casi imposible. Entonces, ¿cómo conviertes tu nueva vida en algo que no sea nada parecido a lo que ha sido tu vida anterior? Yo lo que busqué es ciertos paralelismos o ciertas profesiones que tuvieran algo que ver para sentir que seguía haciendo algo que sabía hacer. Una de las crisis que vive el deportista no es solo la crisis de identidad, es la crisis de la valía y de la competencia y de sentirse competente después de venir de un mundo en el que lo eras.
A mí, por ejemplo, en mi primera obra de teatro, que fue La Cocina, dirigida por Sergio Pérez Mencheta y que tenía 26 actores, me acuerdo que Sergio me dijo que me cogía a mí como actriz. Nunca había hecho teatro y me destacó que me cogía porque era una persona comprometida. Iba a compartir escenario con actores increíbles que llevan toda la vida y yo pensaba '¿pero yo cómo puedo estar en el mismo espacio que esta gente que lleva toda la vida en el teatro?' Pues resulta que era porque tenía algo ganado de mi profesión anterior que a él le servía porque había que estar 26 actores a la vez sin fallar ninguno para que la obra no se fuera al garete. Necesitábamos estar todos a tope y ahí me di cuenta de que todo lo adquirido en el deporte y al nivel que yo había trabajado lo podía extrapolar a otras profesiones. Te digo cosas como la simple puntualidad, que es algo tan sencillo como llegar a los sitios puntuales y ser comprometida con tu trabajo.
Eso de la puntualidad parece sencillo, pero no siempre lo es.
Hay mucha gente que llega tarde, que no se compromete y hace lo justo y la ley del mínimo esfuerzo. Nosotros somos todo lo contrario, cuando caía una compañera hacía su papel, el mío y lo iba coordinando porque yo quería que se siguiera montando y no perdía la oportunidad de hacer ver que tenía ganas.
Narras gimnasia rítmica y ahora has podido contar ese histórico triplete del equipo nacional en el Europeo. También das conferencias y vas a campus a los que seguramente seas la referencia de todas ellas, ¿cómo llevas el ser la figura que idolatran generaciones de gimnastas?
Algunas de las gimnastas que hay en este conjunto actual y que ahora van a hacer el Mundial de Río, que retransmitiré no sé si finalmente en Eurovisión o en TVE, eran niñas juniors que leían mis libros de Olympia. Es bonito narrarlas también a ellas, verles que están en un momento muy dulce. De una competición a otra pueden pasar mil cosas, y ese día igual se alinearon los astros y pudieron tener su premio o igual no, pero es que esto quizás no vuelve. Tuve la oportunidad de estar con ellas cuando eran juniors y verlas así ahora es brutal y muy bonito, la verdad.
¿Es fácil narrar para una exdeportista éxitos así o es inevitable emocionarse?
Una que ya conoce este deporte sabe si otros países van fallando, y si son los países que tienen opciones. En este europeo no estaba ni Rusia ni Bielorrusia, que son dos potencias que ya directamente están completamente fuera del circuito internacional. Italia, por su parte, estaba en un momento muy difícil porque acababan de echar a la seleccionadora y cambios de este estilo afectan mucho a la psicología de las gimnastas. Francia también acababa de renovar completamente su equipo y con todo esto decías que si no fallaban ganaban. Ves que van haciendo el ejercicio y que no van fallando y dices lo tienen.
Entonces, sí, como narradora evidentemente no puedo evitar no vibrar con ellas y poder ponerles voz a lo que mucha gente en su casa está viendo en el sofá. Además, en este caso eran amantes de la gimnasia porque no se emitió por TVE y fue online y tenían que conectarse. Quienes se conectan y hacen esos esfuerzos es porque aman este deporte y fue muy bonito y precioso por encima compitieron con muchísima regularidad.
Me alegro por ellas, aunque es verdad que también pensé mucho en las gimnastas de los Juegos de París, que no estaban porque este es un deporte muy injusto. Son gimnastas que perfectamente podrían haber estado en este ciclo y creo que les pasó factura los errores que cometieron en París a nivel emocional. También hay que ver la estructura de la seleccionadora y el pensamiento que tiene con el equipo, pero recordé muchísimo a las gimnastas que estuvieron en París y que no estaban ahí porque es un equipo creado con la solvencia y el trabajo de las otras.
La injusticia que tanto se habla en el mundo del deporte.
Es que esto es según la perspectiva y la visión que le quieras dar tú a tu paso por el deporte. Creo que un resultado como el de París no resume todo el trabajo que hicieron durante todo el ciclo olímpico, incluso en el anterior. Creo que tuvieron resultados maravillosos y hay que hacer un balance justo. Lo que pasa es que es verdad que si el último sabor de boca ha sido ese cambiar el relato que tienes es muy difícil y se necesita de un trabajo, de una perspectiva y de un tiempo para que todo se asiente. Es ver que tú te vas del deporte, pero el deporte sigue y hay que ser un poco madura en la reflexión para que te afecte lo menos posible un resultado puntual.
Yo no diría que el deporte es injusto. Yo creo que el deporte lo que hace es ponerte en evidencia, te permite conocerte a unos niveles que igual la vida nunca te va a poner. También te sirve para asociar un poco una circunstancia que tú estás viviendo a nivel personal con vivencias deportiva. A mí me parece muy interesante y creo que es necesario que la gente en edades tempranas pasen por la experiencia deportiva porque yo creo que te hace conocerte mejor.
Hablaba justo con Paula Leitón (la waterpolista campeona en París con España y una de las mejores boyas del mundo) de lo importante que ha sido para ella el deporte al darle un lugar en el mundo a su cuerpo no normativo. Y eso ha sido gracias al waterpolo... y ¡encima es la mejor! Si ella no llega a haber hecho waterpolo, ¿qué situaciones hubiera vivido en la vida con ese cuerpo no normativo que poco a poco va cambiando, pero que lleva su ritmo? Y en cambio, en el agua es la mejor gracias a su cuerpo y a su capacidad. Entonces, creo que el deporte es muy bueno independientemente de que te lesiones y te provoque la retirada porque si acabas haciendo un balance real, maduro y con distancia, yo creo que siempre vas a extraer experiencias positivas.
Al hilo del Europeo, una de las cosas que más llamó la atención sobre todo tras la entrevista en La Revuelta es que las horas que dedicaban a entrenar y que, además, estaban estudiando, ¿se sabe muy poco de la gimnasia rítmica en España?
Sí, es una evidencia. Lo que pasa es que yo creo que hemos normalizado y aceptado que en los deportes mal llamados minoritarios, aunque diría menos mediáticos porque se les da menos exposición y por consiguiente tienen menos ayudas, menos atención y menos espacios, entendemos por qué y para qué hacemos este deporte. Un futbolista, o una futbolista ya diría, saben que en el momento en que son profesionales van a poder vivir de ello independientemente de que luego se retiren prematuramente por lo que sea. Pero si son profesionales van a tener un contrato muy bueno que si luego lo administran bien no solo tienen una entrada para una casa, sino que se pueden comprar una casa. En deportes como el nuestro damos por hecho que el tiempo que estamos en la élite no es que vayas a ahorrar, es que tu mensualidad, que igual son 1.000 euros al mes, lo tienes para tus gastos y el ahorro es mínimo.
Lo que sí que veo, y es la lucha que yo empecé a liderar hace dos años, es que el deportista una vez que es de alto nivel, como todas las gimnastas del equipo nacional, representa a un país, le da una imagen y automáticamente debería estar cotizando a la Seguridad Social. Actualmente adelantan los autónomos para que luego el Consejo Superior de Deportes les devuelva ese dinero, pues que sea de forma automática.
En los deportistas anteriores a que esto sea así, porque esto no es de hace tanto tiempo, en todos esos años donde tú has sido una imagen para un deporte, has representado a un país, has hecho esta labor divulgativa de la práctica deportiva en edades tempranas, has provocado que muchos niños y niñas se inicien en el deporte y no estén en la calle haciendo otro tipo de cosas, tengan este aspecto profesional y que hayamos cotizado. Te jubilas, vas al historial de vida laboral, y salvo la época que yo empecé a tener más ingresos por marcas publicitarias, no tenía la posibilidad de poder cotizar porque es que era mínimo lo que yo ingresaba. Al igual que ahora se les está permitiendo hacerlo y luego se les devuelve, pues que tú sientas que lo que haces es profesional porque aparece en tu vida laboral.
¿Y cómo está ese proceso?
Estamos en un proceso de ponerlo a la mesa, hemos hablado con los distintos grupos políticos, todos están a favor y hay una muy buena voluntad de cambio. De hecho, ya hemos hecho un barrido de esta primera fase de los deportistas que ahora se van a jubilar y no les llega la jubilación, o tienen una pensión de 700 euros habiendo sido medallistas, es que son situaciones bastante dramáticas y primero hay que solucionar esa fase.
Después, ya se abordaría la fase del 1993 en adelante, que es cuando los deportistas ya hemos sido reconocidos como deportistas de alto nivel y, encima en el caso de las gimnastas, es que empezamos tan jóvenes que no podríamos cotizar antes de los 16 porque entramos a veces con 14 años y esos años no podrían ser cotizables porque no podemos ser trabajadores siendo tan jóvenes, pero es que nos sacan de nuestra familia, nos meten en un régimen de trabajo, con unas normas, con unas condiciones y no estamos haciendo lo que nos da la gana. Es verdad que nos gusta lo que hacemos, pero no podemos hacerlo como queremos, estamos bajo un régimen de trabajo y somos trabajadores literales, así que queremos que eso se traslade realmente a la realidad.
Esto que dices que os sacan de casa y que te gusta la gimnasia, pero que al final estás trabajando es lo mismo que le respondió Ricky Rubio a Jordi Évole. Él, otro ejemplo de precocidad en el deporte profesional, le comentó que volvería a jugar al baloncesto, pero que no le gustaba todo lo que rodea al baloncesto, ¿pudiste ver la entrevista?
Sí
¿Qué te pareció? ¿Te sentiste identificaba con su testimonio?
Totalmente. Primero porque considero que sacarte de tu núcleo familiar en edades tempranas es peligroso y tiene unas consecuencias. Lo dijo él y es algo que he defendido siempre. Para mí tuvo unas consecuencias que fueron el no crecer junto a mis hermanos y mis padres, el no vivir la adolescencia en casa y vivirla en la distancia, el sentir que tenía que merecer la pena todos los pasos que daba porque se hace una magnificación del impacto que estás teniendo y luego, además, es como que hay un exceso de responsabilidades en edades en las que tú no estás preparado porque no tienes aún el crecimiento necesario personal y de autocontrol como para llevar bien el saber que te juegas, en mi caso, todo en 90 segundos.
Todo esto tiene unas consecuencias y creo que falta la figura de esa persona que tiene que estar dentro del núcleo del trabajo y del entrenamiento para que si una gimnasta está viviendo una situación difícil la pueda trasladar y no tenga consecuencias de cara a los técnicos para que prescindan de ti, que tengas esa libertad de poder hablar todo de que puedas decidir parar en un momento dado y continuar. Cuando hablaba Ricky de que no quería seguir y que le decía su madre o su mujer 'nos vamos', el sentir que puedas decir eso y que no haya una consecuencia sobre todo en las personas más cercanas, esto significa que no tenemos la libertad de poder expresar lo que nos está pasando y, por eso, hay esas caídas en picado. De repente es una explosión y no es una cosa paulatina, lo paulatino es lo que vas acumulando, pero cuando tú explotas lo haces de una forma bestial porque ya no tienes salida y estás demasiado desbordado.
A ti te pasó en la segunda parte de tu carrera.
Sí, yo lo viví cuando me fui a entrenar a Barcelona y la seleccionadora que entró a Madrid me dijo que tenía que ir a Madrid a entrenar. Yo ya había creado mi equipo de trabajo y mi negativa supuso ocho años de consecuencias con mi Federación porque ellos querían centralizar el trabajo en Madrid, pero yo era una gimnasta individual y por qué no iba a poder entrenar en el centro donde yo estaba cómoda y con mi entrenadora, si es que no les estaba costando nada porque no lo pagaban ellos. Me llevaron a competiciones fuera de concurso, tuve que competir con una ciática y buscaban que yo me desmotivara y me desmoralizara. No lo consiguieron, pero yo cuando me retiré la consecuencia fue que no había merecido la pena, que no era suficiente, que no había tenido nunca la aprobación de mi propia Federación.
Sentía que no había sido suficiente cuando sí que lo había sido. Bastante hice, más de lo que no podía haber hecho, pero la sensación tuya de tener una Federación en contra constantemente era no conseguir hacerles ver que lo que estaba proponiendo tenía un sentido, una historia, pero no hubo manera. Cuando me retiré nunca tuve un reconocimiento de esa Federación y sí que la tuve de la Federación Internacional, que me reconoció mundialmente, pero no de la Federación Española.
Todo esto cala y luego tienes que hacer un trabajo muy fuerte y muy psicológico con tus terapeutas para entender que no le gustas a todo el mundo e incluso aunque sea tu propia Federación, es política. Y que igual no es personal, pero que representas un cambio que ellos no quieren que se ejecute y tú lo estás haciendo y entonces para ellos eres un estorbo. Es muy difícil.
Además hace 20 años la salud mental casi ni se escuchaba y mucho menos en el mundo del deporte.
Me acuerdo que tenía un pie mal y dependiendo a qué competiciones iba o si era un control interno no me lo vendaba para que las jueces españolas no vieran que yo tenía un problema y que no fuera una excusa. Imagínate hasta dónde llegaba el nivel de intentar disimular lo que a ti te ocurría. Todo lo que viví en esos ocho años se ha sabido después porque yo lo he podido narrar y decir, pero estando en activo yo no podía mostrar por debajo de la Federación, tenía que mostrarme por encima de ellos para ver que estaba más fuerte que ellos porque si no me hundía y si yo entraba en ese punto de vulnerabilidad yo creo que no hubiera llegado a Pekín.
Tuve la suerte de poderlo hablar con mi entrenadora y en mi círculo de confianza con mis médicos del CAR del Sant Cugat con Montse, mi doctora, con mi psicóloga, Cristina, con Irache y tener este equipo donde yo podía llorar, desahogarme y coger fuerzas para seguir. La Federación era una cosa externa para mí como lo era enfrentarme a unos jueces, a un público o a situaciones difíciles pero desde un lugar sano que era el que yo había construido en Barcelona en este caso.

¿Ha cambiado algo?
Yo no sé cómo lo están viviendo nuestras gimnastas, pero muy pocas veces la gimnasta puede estar sintiéndose por encima de la institución y esto es un gravísimo error porque la institución, que en este caso es la Federación, existe gracias también a sus deportistas y a sus resultados. Entonces la pirámide para mí siempre ha estado invertidísima y lo normal es que quieren que tú no tengas fuerza porque si tú tienes voz puedes atacarles. Yo, de hecho, me enfrenté a la Federación a través de los medios de comunicación y esto muy pocas veces lo ves y luego, cuando les ves hablar, ya es cuando lo han dejado, ya no tienen fuerza mediática y se quedan con el dolor dentro.
En mi caso el enfrentamiento fue público, fui a la Agencia EFE y conté lo que me pasaba, ellos lo divulgaron y ya vieron que esto era una batalla abierta y tuve que sostener lo público de los medios con los entrenamientos de ocho horas, con mis fracturas de estrés, mis meniscos y mis problemas óseos. Yo ahora lo veo y digo 'menuda heroicidad' y menos mal que no veía la magnitud de lo que estaba haciendo porque creo que si llego a ver esa montaña no la subo.
¿Si pudieras volver atrás 20/22 años lo volverías a hacer?
Creo que no, yo lo único que hubiera cambiado o lo que cambiaría si ahora tuviese potestad es esa figura externa de confianza dentro de una estructura y que sea ajena a la estructura, es decir, que tenga independencia para que el deportista tenga un lugar seguro donde hablar y que no sea la familia porque la familia, al final, tampoco hablan de lo que les pasa a sus hijas porque quieren que sigan en el equipo nacional. Yo esto lo he visto y su hija está seleccionada la atienden, pero les cuesta mucho decir lo que a veces viven y yo creo que esa figura externa es fundamental.
Cada vez se ve más esa exigencia por parte de los padres hacia sus hijos cuando despuntan en el deporte, e incluso cuando no lo hacen ¿son a veces los propios padres los incitadores a que sus hijos a veces se exijan mucho más de lo que deberían?
En estos casos yo creo que son familiares que no tienen un trabajo personal bien hecho y que ven en su hijo una forma de lucirse o de alimentar un ego que igual en su profesión o en su vida no pudo. Habría que analizar cada caso, pero sí que me encuentro y he vivido con gimnastas que no querían estar ya y seguían ahí porque no sus familias no les tendieron la mano para sacarlas hasta que ya fue insostenible. No hay que llegar a ese punto primero porque luego esa persona va a crecer y cuando tenga capacidad reflexiva, autocrítica y autonomía mental se va a dar cuenta y cuando sean padres o madres igual dicen que esto nunca se lo haría a su hija o repiten el patrón de la familia y volvemos a lo mismo, que es algo que también he visto.
Hace falta poner de manifiesto las consecuencias de forzar a un hijo para ver qué puede ocurrir y qué cosas pueden pasar para que aquellas familias que no tienen esa formación, ese autoconocimiento o esa capacidad psicológica no lo fuercen. Es darles herramientas para entender que hay ciertas actitudes que no van a beneficiar al hijo y que en un futuro les puede revertir en un malestar por no haber estado a la altura de las cosas. Y luego en la élite tampoco está justificado. Lo he visto en la élite y por una medalla olímpica o por un resultado europeo luego tú te vas con tu medalla y nadie se acuerda de ti, estás con tu medalla llena de polvo y te has quedado solo con el recuerdo de haber sufrido y tiene que tener un sentido lo que hacemos.
Lo bueno que yo experimenté en la gimnasia es que yo viví la parte inconsciente en el deporte con mis primeros Juegos Olímpicos, que fueron completamente inconscientes. Tenía 16 años y no sabía ni dónde estaba y lo único que quería es que mi entrenadora me dijera bien y ya está, mientras que en los segundos fui con un menisco roto, con más conciencia y viendo que las gimnastas jóvenes venían pegando fuerte y que era prescindible. A Atenas 2004 llegué me había roto la fascia con todo el problema federativo y tenía que rendir porque tenía que evidenciar que yo tenía razón en mis movimientos. Y ya luego Pekín fue el sumo de la capacidad y de tener una capacidad y una convicción en mi trabajo, un autoconocimiento y un todo que me mereció mucho la pena porque lo experimenté, pero gracias a la edad y a la madurez.
En nuestro caso muchas gimnastas se retiran con veintipocos años si llega y con una sensación agridulce porque se van sin una despedida a la altura de ellas, sin sentir que igual ha sido porque la entrenadora ha prescindido de ellas y no ha habido un acompañamiento después o porque ha habido una lesión o la irrupción de una gimnasta que te sustituye y tú has sido la representante en unos Juegos y ahora ya dejas de serlo y han pasado solo unos meses... Es muy duro y todo esto hay que tenerlo en cuenta y no se puede pasar por encima.
¿Esta sensación de abandono se magnifica en deportes, digamos, de relevancia olímpica? Se ha retirado recientemente la waterpolista Laura Ester, una de las más grandes y laureadas a nivel mundial de este deporte y ha tenido muy poca repercusión. Igual que Mati Ortiz o que muchísimos otros casos.
Sí, y por eso creo que es competencia de una Federación, de un Comité Olímpico o del CSD no hacerles sentir esa soledad en la retirada. Tengo la asociación de El último vestuario y lo que hacemos es ayudar a los deportistas a poner en palabras la retirada porque es que esto es durísimo y no se pueden imaginar. El CSD nos consiguió una subvención para poder dar esta formación a dos grupos de doce deportistas y para mí esto es muchísimo. Son 24 deportistas que se han beneficiado de un paso a paso o de una conciencia de la retirada que si no llegan a vivirla la magnitud de lo que les está pasando les puede desbordar y les puede llevar una depresión. No sabemos en qué puede desencadenar cuando ha sido, como quien dice, utilizado para el sistema porque ni siquiera tu vida laboral aparece en algún sitio.
Otra persona clave en tu vida postretirada ha sido Paloma del Río, a la que le regalaste una preciosa despedida ¿qué habría sido de ti si no te llega a ofrecer narrar gimnasia rítmica en televisión?
Yo me retiré tan dolida y tan mal con mi Federación que ella lo que consiguió es colocarme delante de un micrófono y volver a reconciliarme con la gimnasia desde el lugar que yo me merecía. Estuve negándole la oportunidad como tres años y finalmente en el mundial de Montpellier en 2011 le dije que me iba a atrever y creo que fue el mayor regalo que me pudo hacer para con la gimnasia en la retirada. Si no es por ella no sé qué relación hubiese tenido ahora, hubiera hecho algo, pero no tan rápidamente.
El poder estar junto a Paloma, aprender de ella, ver cómo narraba las transmisiones y yo desde mi lugar y desde mi personalidad absorbí todo lo que yo veía en ella y vi que esta sinergia y este dúo podía resultar y resultó muy atractivo y muy bonito muy acompañando la parte técnica con la periodística. Para mí es una persona muy importante en mi vida, es la voz de mi carrera deportiva y la ha narrado entera y, además, supo ver después lo que a mí me estaba haciendo en la Federación y supo poner distancia entre la periodista y la persona. Cuando yo me retire sentí que desde la profesionalidad del periodista supo muy sutilmente hacerme sentir que me comprendía y que me merecía ese final. Eso no es tan fácil de hacer, que no se te note la empatía que tienes con la persona y que no trascienda también en tus narraciones.
Además, ella ha trascendido con su voz y de una manera convencional, que al final es también mi historia porque yo no he trascendido por ser campeona olímpica, yo he trascendido por la forma de hacer las cosas, por la valentía que tuve estando en activo, por haber roto el techo de cristal de la edad, por haber demostrado que puede ser una mujer y no una niña en un deporte como el mío o por haber sabido difundir la gimnasia a través de la escritura.
Y ya la última, te has visto muchas veces implicada en el tema de prensa rosa y del corazón, ¿un deportista profesional sabe llevar estas situaciones bien?
Creo que esto nunca se sabe llevar bien, sinceramente. Yo me tuve que aislar en un momento muy difícil de mi vida porque no entendía la falta de respeto y de que cuando alguien está atravesando un momento tan difícil sentir que había esta sensación de que el tiburón va a la sangre. Además, en ese momento tampoco podía entenderlo porque no entendía lo que estaba ocurriendo en mi vida y se juntó todo.
Afortunadamente, yo lo lo que sí siento es que la gente que me ha ido conociendo y que me he encontrado sí que ha sabido empatizar conmigo, no los periodistas si no el público o la audiencia, que saben perfectamente cómo soy y me he sentido muy querida, muy amada, muy respetada y me quedo con eso, ser tan querida y apoyada en un momento muy difícil.
A mí lo que me sacó adelante es recordarme en momentos competentes de mi vida y uno de ellos fue Pekín. Decir ese camino, esa valentía, esa fuerza y esa competencia era yo, entonces me ayudaba recordarme en momentos donde era fuerte y donde sabia que podía con la situación y podía demostrarme a mí misma donde había llegado. Por eso, el deporte tiene momentos históricos y momentos tan altos para el deportista que, aunque luego hay otros de muy bajón, si sabes recordar esos momentos buenos en los malos sabes apoyarte en ellos.
