El resurgir del ave fénix en la gimnasia rítmica española: de la decepción de París a un triplete europeo histórico
Inés Bergua y Andrea Fernández repasan para 'El HuffPost' cómo han sido los días posteriores tras coronarse tricampeonas en el Campeonato de Europa de Tallín.

Inés Bergua gritaba a los cuatro vientos esa conjura que tienen de "todas a una en equipo todo suma". A la voz de la capitana de la selección española de gimnasia rítmica se sumaban las de sus compañeras Salma Solaun, Lucía Muñoz, Andrea Corral, Andrea Fernández y Marina Cortelle. Todas ellas se preparaban para saltar al tapiz de Tallín y escribir sus nombres con letras doradas en los libros de historia, tanto del deporte español como mundial.
Estas seis gimnastas han vuelto a su rutina de entrenamientos y estudios, con la vista ya puesta en el Mundial de Brasil, después de arrasar en el Campeonato de Europa celebrado en Tallín (Estonia) este mes de junio. En él la selección española, comandada por Alejandra Quereda, logró tres medallas de oro en las tres competiciones que disputaron, algo que solo había ocurrido cuatro veces en toda la historia.
Primero se alzaron con la presea dorada de la rutina general, cosa que España no hacía España desde 1992, tras lograr una nota de 26,100 en el ejercicio de cinco cintas y de 27,700 en el de dos aros y tres pelotas. En total, cosecharon 53,800 puntos aventajando a Israel y Hungría, plata y bronce respectivamente, en 4,300 y 5,650 puntos.
En las finales por aparatos España, de nuevo, se impuso tanto en la de cintas como en el ejercicio mixto. En la primera consiguió una puntuación de 25,300 puntos superando a Francia (24,650) y a Italia (23,800), mientras que en la siguiente obtuvieron 27,700 puntos por los 26,250 de Ucrania y 25,350 de Alemania.
"Estamos muy felices, ahora creyéndonoslo más y asimilándolo porque es una locura lo que hemos hecho. Estamos muy orgullosas y muy motivadas para seguir", asegura Bergua, dibujando una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Esta oscense de 21 años, capitana y una de las dos supervivientes de la decepción que fueron los Juegos Olímpicos de París del pasado verano, junto a Solau, celebra la rápida resurrección de la selección nacional, como si del ave fénix que ejecutan con las cintas se tratara.
"Nosotras hicimos una posición del ejercicio de cintas que es un ave fénix y es como resurgir de nuestras cenizas. Hemos demostrado que España no se ha ido y que tenemos las ganas y la ambición, todo lo que ocurrió en el pasado se queda ahí y ahora viene el presente y el futuro", apunta, matizando que iban con la intención de pelear medallas, pero que no podían ni soñar casi con este triplete histórico.

La leonesa Andrea Fernández, a sus 19 años, también está asimilando lo conseguido. Ella, que se quedó enganchada a este deporte cuando vio una exhibición en el Club Ritmo de León con tan solo tres años, ha aprovechado la semana que tuvieron de vacaciones para celebrarlo con los suyos, recuperarse y afrontar unas semanas que vienen intensa con la selectividad y los próximos campeonatos.
"La experiencia ha sido increíble, algo alucinante tanto a nivel de resultados como por los momentos que hemos pasado ahí. Estamos que no nos lo creemos y esto nos da más fuerzas para seguir", reconoce.
Una mirada de confianza y seguridad
Durante la segunda rotación de la rutina general todas las gimnastas españolas tuvieron un cruce de miradas en las que se reafirmaban en la sensación de estar bordando el ejercicio y que iban a estar arriba. Y eso que algunas como Bergua no sabían las puntuaciones ni cómo estaba la clasificación.
"Iba a ciegas porque desde siempre prefiero no saberlo, puedo intuir como vamos por los comentarios, las caras, etc, pero no me gusta estar pendiente de otros rivales. Prefiero enterarme todo al final, aunque es verdad que el resto del equipo, casi todas o todas, sí que lo sabían porque lo habían mirado, pero ellas ya saben que a mí no me gusta saberlo y que lo voy intuyendo a mi manera", explica la altoaragonesa.
Sí que era consciente que, tras el ejercicio de cintas que habían hecho, tenían margen para llevarse el oro o alguna medalla. Fernández, de hecho, sabía que en ese ejercicio mixto que se iban a colgar metal: "Durante esa rutina, en la última serie de pasos sabía que ya estaba, aunque realmente lo sabíamos todas. Hubo un momento que nos cruzamos y nos miramos con cara de lo hemos clavado, lo hemos hecho muy bien y vamos a estar muy, muy arriba".
Esa noche en el hotel a la leonesa le costó conciliar el sueño fruto de la adrenalina a la que había sometido su cuerpo. Sin embargo, todas hicieron un trabajo de resetear la cabeza y pensar en competir el domingo en busca de las otras dos medallas. "Sabíamos que este oro ya no nos lo podían quitar, pero que la competición iba a volver a empezar de cero y había que concentrarse y darlo todo", sentencian. Horas después de esa noche ya pudieron celebrar a lo grande las tres medallas doradas.
Además, este triunfo es un éxito y un espaldarazo de cara a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Aunque todavía quedan más de tres años por delante no hay mejor forma de empezar una olimpiada que así.
"París fue un palazo y estos meses han sido duros, pero hay un cambio de código y de equipo. El verano pasado éramos un grupo más veterano y más compactado, pero ahora mezclamos veteranía y juventud con gimnastas que vamos de los 21 a los 16 años, estamos todavía uniéndonos bien y es un exitazo empezar así. Las nuevas incorporaciones han entrado cargadas de ilusión y motivación para contagiarnos y nosotras tratamos de enseñarlas, así que el margen de mejora sigue siendo grande… pero no hay mejor punto de partida", detalla Inés, que lleva soñando toda la vida con una medalla.
"Lo llevo soñando desde que tengo 10 años y escribí en una redacción que quería ser olímpica y ganar una medalla. Está claro que cada vez que tienes un triunfo importante dices ojalá, pero hay que ir poco a poco y claro que se puede decir en voz alta, pero siempre con los pies en la tierra", añade.
Fernández, desde esos tres años en los que este deporte le cautivó, también ha tenido como objetivo participar en unos Juegos Olímpicos. Y está en disposición de lograrlo en 2028 en la ciudad californiana: "Tenemos que clasificarnos, pero estar ahí sería lo máximo... y si ya conseguimos una medalla ni te cuento, no hay nada más grande".
La complejidad de combinar deporte y estudios
Si las ocho horas aproximadamente que entrenan a diario las gimnastas no fuera suficiente, lo compaginan con estudiar y sacarse algunas el instituto y otras directamente la carrera, como en el caso de Bergua, que está terminando segundo de Derecho.
Ella lleva ocho años en Madrid y, comenta, siempre le han coincidido los campeonatos de Europa con la EVAU, los exámenes finales de universidad, etc. "Es es cuestión de gestionarte lo mejor posible. Echas muchas horas entrenando y las que te quedan son para ir a clase y estudiar porque de la rítmica desgraciadamente no se vive", dice de forma cruda pero rotunda.
En su día a día se levanta pronto, estudia o va al fisio o psicólogo antes de comenzar la sesión de entrenamiento de la mañana, que va desde las 10:30/11 hasta las 14 aproximadamente. Luego va a la universidad de 15 a 17.15 más o menos y remata con otra sesión de 17.30 a 21.30 antes de cenar y seguir estudiando. Esta organización tan extenuante le ha permitido que, salvo el año pasado que por los Juegos de París aprovechó para sacarse el carnet de conducir o un título de inglés, haya ido año por año.
Fernández, por su parte, hasta se llevó a Tallín apuntes para repasar en el avión de vuelta, ya que tras sacarse segundo de Bachillerato está estudiando de cara a las PAU: “Hago los exámenes ahora en julio y hay que aprovechar al máximo el tiempo”.
Ella también tiene claro que quiere estudiar veterinaria, lo que no sabe si empezar por la carrera o dejarla para más adelante y meterse en un grado.
Una paliza de día a día, pero que con títulos, logros y fines de semana históricos como el de Tallín refuerza y compensa sus esfuerzos diarios y acerca su sueño de siempre de colgarse una medalla olímpica.
