Un químico de 92 años deja su herencia de tres millones a una persona desconocida para "fastidiar" y crea así la "herencia maliciosa"
Desde entonces, el anciano relataba a amigos y conocidos su malestar.

No todas las disputas por una herencia comienzan con sospechas tan intensas como las que surgieron en Turín, donde un legado de tres millones de euros desencadenó un caso judicial inusual. Según relata el medio italiano Il Fatto Quotidiano, una cuidadora y su marido fueron inicialmente acusados de aprovecharse de un anciano químico de 92 años para obtener su patrimonio. Sin embargo, la sentencia de apelación cambió por completo el rumbo de la historia.
El fallecido, que murió en mayo de 2020, había modificado su testamento poco antes de su muerte para excluir a su sobrino, su único heredero legítimo, y dejar todos sus bienes a una mujer a la que había contratado apenas cinco días antes. La rapidez con la que se desarrollaron los hechos activó todas las alarmas en la familia, que, tal como señalan medios locales, denunció inmediatamente la situación ante las autoridades. En primera instancia, la cuidadora y su esposo fueron condenados a cuatro años y cuatro meses por defraudación a persona incapaz.
La apelación, sin embargo, ofreció una lectura distinta. El Tribunal de Apelación de Turín concluyó que "el hecho no estaba probado" y absolvió a ambos acusados. El fallo subraya que, aunque el anciano sufría un deterioro físico y cognitivo propio de su edad, seguía siendo plenamente consciente al tomar decisiones patrimoniales. Los magistrados consideraron además que cinco días eran insuficientes para que la cuidadora pudiera ejercer una influencia determinante, y que no existía prueba alguna de que su marido, un carabinero, hubiera estado presente en el domicilio del anciano.
El núcleo del caso se desplazó entonces hacia otro elemento: el profundo resentimiento del químico hacia su propia familia. Según el tribunal, aquel cambio testamentario pudo ser un acto deliberado motivado por décadas de desencuentros, que se intensificaron tras una fractura de fémur en 2019. El hombre habría pedido vivir con su primo y su sobrino, pero estos, siempre según la reconstrucción judicial, le habrían sugerido ingresar en un centro residencial o contratar asistencia privada. Desde entonces, el anciano relataba a amigos y conocidos su malestar, hasta el punto de instalar un videoportero para controlar quién llamaba a su puerta.
