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Yolanda, jubilada reciente: "Cuando me quité el traje de enfermera fue horrible"

Yolanda, jubilada reciente: "Cuando me quité el traje de enfermera fue horrible"

Tras 45 años en la sanidad cuenta cómo vivió su último día de trabajo y por qué aún no ha conseguido cortar del todo con su antigua rutina.

Yolanda lleva un mes jubilada y no acaba de acostumbrarse.
Yolanda lleva un mes jubilada y no acaba de acostumbrarse.A3

No todo el mundo vive la jubilación como una meta alcanzada. Para algunos, el final de la vida laboral no llega envuelto en alivio, sino en una sensación de pérdida difícil de explicar. Eso es lo que le ocurre a Yolanda, enfermera durante 45 años, que se ha jubilado hace apenas un mes y cuyo testimonio en Volver a empezar, el especial del programa Hablando en Plata, pone palabras a una experiencia tan común como poco visibilizada.

Su despedida del trabajo coincidió con una fiesta y con su cumpleaños. Todo el mundo la felicitaba. Todo el mundo lo celebraba. Pero al cerrar la puerta del centro de salud por última vez, lo que sintió fue otra cosa muy distinta. “Yo siempre me he dedicado 45 años en cuidar a la gente. He estado cuidando toda la vida. Yo no quería dejar de ser enfermera”, explica ante las cámaras, dejando claro que la jubilación no era un deseo, sino un trámite inevitable.

Yolanda sabía que ese momento acabaría llegando, aunque no tan pronto. “Yo sabía que esto iba a llegar. También es verdad que pensé que estaba mucho más lejano”, reconoce. Cuando empezó a ver cerca la fecha, intentó amortiguar el golpe como pudo. Preparó cosas. Entre ellas, un viaje al sur de Italia con cuatro amigas de la infancia, tres de ellas recién jubiladas. No fue un viaje para festejar, sino para contener la tristeza. “A querer que ese momento no fuera tan triste. Porque para mí sí lo fue”, admite.

El recuerdo más duro no tiene que ver con discursos ni homenajes, sino con un gesto aparentemente sencillo. “Yo recuerdo el último día que trabajé y, lo más llamativo, cuando me quité el traje de enfermera: horrible. Es mi identidad laboral. Yo llevo 45 años vistiéndome de enfermera”, relata. No se trataba solo de dejar un empleo, sino de desprenderse de una identidad construida durante casi medio siglo.

Ha pasado un mes desde entonces. Yolanda lo recalca. Lo tiene muy presente. Y, aunque ya no trabaja, sigue ligada al centro de salud. “Todavía llamo al centro de salud un día a la semana para preguntar si las vacaciones que yo dejé preparadas se están teniendo, se están entendiendo”, cuenta. No es una cuestión de control, sino de vínculo. También de vocación. “Una enfermera siempre es vocacional”, apuntan en el programa. Ella no lo discute y va un paso más allá: ya está moviendo los trámites para ser cooperante. “Yo quiero seguir ejerciendo de enfermera”, afirma.

Eso no significa que todo sea negativo. La jubilación también ha traído pequeños cambios que antes no cabían en su rutina. “Voy al gimnasio por las mañanas, cosa que antes no podía hacer. Tengo tiempo para desayunar”, explica. Luego aterriza el discurso con humor y realismo: ni el cuerpo ni el bolsillo permiten pasarse el día de tiendas.