Carlos Pardo: “La envidia literaria es también una forma de amor”

Carlos Pardo: “La envidia literaria es también una forma de amor”

"Es flipante el abandono en que España deja a sus artistas plásticos, escritores, músicos, actores...".

He hablado muy pocas veces con Carlos Pardo (Madrid, 1975) pero siempre he tenido la misma impresión, la de que estaba ante un autor con mucha sensibilidad y un extraordinario conocimiento del oficio de escribir. El bagaje que porta, las recomendaciones que hace de los libros (me recomendó hace ya mucho La marcha Radetzky y leer a Tranströrmer, y no falló; les recomiendo que sigan sus críticas en Babelia, el suplemento cultural de El País, donde reseña semanalmente), su manejo de los recursos expresivos, la conciencia de que lo que tiene entre manos es algo serio, y la calidad de sus libros, hacen de él uno de los escritores más interesantes de su generación.  

  Carlos Pardo.

Lejos de Kakania, su último libro publicado por Editorial Periférica, es una novela deliciosa, contenida y a la vez desgarradora, en la que pinta a toda una generación, la de los nacidos a mediados de los 70, y en la que relata también cómo eran aquellos poetas con los que él vivió los primeros pasos en su lucha por hacerse un nombre, el momento justo en que comenzaban a publicar sus libros a principios del siglo XXI una caterva de autores que sublimaban así su amistad y sus rencillas, sus envidias y sus muchos puntos en común.

Pregunta: Lejos de Kakania parece estar concebida como la última parte de un tríptico, que formaría junto a tus dos novelas anteriores. Al tener como materia tu propia biografía, ¿este ciclo ha llegado a su fin?

Respuesta: La pregunta tiene su miga, porque de alguna manera implica que si no continúo narrando se truncará mi materia biográfica... vamos, que puedo morir si dejo de escribir sobre mi vida. ¡Dios no lo quiera! Pero, bueno, por no decir más tonterías: es cierto que Lejos de Kakania pertenece a un ciclo de novelas que utiliza mi vida, los años más tontos de mi vida, como un experimento literario a la vez que sociológico. Escribo mi vida como un síntoma de época. No porque mi vida sea muy interesante, sino porque es común. Me interesa cómo construimos narrativamente nuestras vidas, los escritores y los no escritores. Y por ahora me parece que no voy a seguir exprimiendo la fórmula. No creo que pudiera continuarla sin repetirme.

El libro es un lúcido y bello análisis de la amistad, en este caso de dos poetas. ¿Por qué hay esa rivalidad entre los escritores? 

Esa rivalidad es propia de todas las profesiones, creo. Es verdad que sorprende que en el mundo de la literatura, un mundo en parte arrinconado por las ideologías dominantes y desacreditado por la lógica comercial, no haya mayor compañerismo y una cierta idea de comunidad. De hecho, he sido librero muchos años y creo que los lectores sí tienen esa conciencia de pertenecer a una sociedad secreta, o mejor dicho a una comunidad invisible. Pero las rivalidades, como decía René Girard en un maravilloso ensayo sobre la novela, se dan entre los que son parecidos, casi iguales. Entre compañeros. Uno puede dejar de dormir por las noches si se entera de que a su vecino le ha tocado la lotería. Eso pasa también con los poetas, que muchas veces sufren como una deshonra el éxito de los libros de sus amigos más cercanos. Pero esa envidia también es una forma de amor.

De aquella generación de poetas que a principios de los 2000 criticaba la poesía de la experiencia, ¿qué queda? ¿Hay alguno que, a tu juicio, vaya a pasar a la posteridad?

Bueno, ahí hay que distinguir entre la mendacidad de los personajes de Lejos de Kakania, aunque alguno se llame como yo, empeñados en revivir esas figuras huecas (posteridad, poeta de su generación, etc) y el interesantísimo espectro literario de aquellos años. Por entonces publican sus libros Mariano Peyrou, Julieta Valero, Mercedes Cebrián, Jorge Gimeno, Elena Medel... y tres personajes de la novela, Rafael Espejo, Abraham Gragera y Juan Carlos Abril. Aunque no crea en la posteridad, todos ellos merecerían alcanzarla.

Parece que muchos críticos de tu obra te adhieren al fenómeno de la autoficción, tan de moda ahora. ¿Te sientes cómodo en esa clasificación? 

Creo que es una etiqueta que empobrece. Presupone que hay dos elementos que pueden darse por separado, puros: los hechos reales y la ficción narrativa. Construimos la verdad con elementos narrativos, por no decir ficcionales e incluso literarios. A la vez, novela y autobiografía son “géneros” que se alimentan mutuamente desde sus orígenes. Estoy por decir que el futuro de la novela está en su experimentación con la autobiografía, pero si pienso en el Lazarillo, Simplicissimus y en la tradición de la novela de aprendizaje, creo que también los orígenes de la novela se hallan en esa mezcla problemática.

Prefiero los libros cuya escritura se convierten en una experiencia en sí, en una sorpresa.

Tu obra se caracteriza por estar escrita con un estilo pulcro, muy cuidado y preciso. ¿Es una manera de narrar que te sale de forma natural o hay una depuración estilística importante a posteriori? 

Soy un corrector maniático, si bien creo que la corrección tiene como fin el aire de la naturalidad: desprenderse de clichés... y de la mala literatura inconsciente. Me gusta una frase de Monterroso: yo no escribo, yo corrijo. De hecho, narrar la vida de uno sin desmontar la propia tendencia a fabular, me parece un delito de las malas autobiografías. A veces lo que creemos sentimientos espontáneos, suelen ser sentimientos de poca calidad. Uno debe resistirse a ese estilo “de primeras”, contagiado de fórmulas prestigiosas y leyenda personal. Soy incapaz de distinguir la verdad del estilo de la verdad de la experiencia. Y quizá la única verdad que interesa en literatura es la verdad del estilo.

Me gustaría saber cómo es tu proceso de escritura.

Cada vez que he intentado tener un libro en la cabeza antes de escribirlo, al comenzarlo me aburría y era como si ya estuviera hecho, resuelto... aunque sólo fuera en mi cabeza. Prefiero los libros cuya escritura se convierten en una experiencia en sí, en una sorpresa. Supongo que ésta es una superstición de poeta, aunque escriba novelas. De todas maneras, planeo mucho cada detalle antes de lanzarme por el lugar que no esperaba... No sé si me explico. A veces trabajar mucho cada parte previamente sirve para liberarte y escribir otra cosa donde las intenciones no superen a la literatura.

¿Crees que la crítica literaria sigue teniendo un peso específico en la formación u orientación del gusto de los lectores, o las redes sociales y los influencers han hecho que pierda fuerza? 

Bueno, la crítica literaria sigue teniendo una utilidad, claro. También la autoridad de algunas editoriales y de ciertos lectores. La de los buenos libreros. Es una parte más del cuerpo vivo de la literatura, quizá la más divertida: las relaciones que ponen en funcionamiento, exégesis, revisiones, rechazos... Y en un momento en que es fácil confundir crítica con promoción (con publicidad de la industria editorial o narcisismo del influencer) es necesaria la figura del crítico honesto. Pero, lo dicho, esa crítica también existe fuera de los periódicos: en las librerías, en las redes sociales. Hay influencers honestos... aunque quizá habría que buscar una forma menos grimosa de llamarlos.

Un autor como tú, con importantes premios de poesía, y un prestigio cada vez más mayor, ¿no ha tenido la tentación de presentarse a premios comerciales de novela? 

Uf, creo que le toca presentarse a gente más joven, que tenga la necesidad de un premio para que sus libros se publiquen. Yo tengo la suerte de poder publicar sin premio. Mientras pueda seguir así, creo que la gente joven se merece más un premio que yo. Y mientras pueda vivir de otra cosa, mejor.

Es flipante el abandono en que España deja a sus artistas plásticos, escritores, músicos, actores...

¿Crees que se puede vivir de la literatura hoy día en España?

No. Se puede malvivir durante un tiempo de lo que llamamos gestión cultural, que es más bien una indigestión o una úlcera constante. En este país la cultura está mal pagada. Bueno, es incluso peor. Se juega con el entusiasmo de la gente, como dice Remedios Zafra en su maravilloso libro El entusiasmo, y se nos engaña con eslóganes del neoliberalismo: creatividad, originalidad, etc. Es flipante el abandono en que España deja a sus artistas plásticos, escritores, músicos, actores... Y es más flipante aún que no haya una figura sindical que defienda a este pobre “cognitariado”, este proletariado moderno de las ideas, asociado al mundo de la cultura. Hay países que se toman en serio su cultura. En la literatura, por ejemplo, Noruega; y el resultado es que una lengua con no demasiados hablantes tenga una de las literaturas más potentes de hoy.

Sigues publicando tus novelas en Periférica, una editorial independiente de prestigio. ¿Has descartado alguna oferta para publicar en alguna editorial de relumbrón?

Creo que mi proyecto literario es inseparable de Periférica, de su idea de la literatura y de los autores que publica; la combinación de vitalismo, erudición y experimento. Ni soy un best seller ni me interesa coquetear con la idea de serlo. Es tan raro sentirse comprendido y querido por tu editorial, que hay que cuidarlo.

¿Qué escritores y escritoras te han marcado más?

Te puedo decir cuáles están detrás de Lejos de Kakania: André Gide, Annie Ernaux, V.S. Naipaul y Gogol. Cada uno sobrevuela una de las partes del libro, sus diferentes tonos.

¿A qué autores de tu generación destacarías hoy día?

Ya he citado algunos poetas. ¿Narradores? Elvira Navarro, Andrés Barba, Juan Cárdenas, Marta Sanz... Pero hay muchísimos que voy descubriendo y admiro: Cristina Morales, Mariana Enríquez, Eider Rodríguez, Emiliano Monge, Fernanda Melchor...

¿Qué papel puede desempeñar la literatura en una sociedad como la actual donde predominan la imagen y los contenidos de consumo rápido?

Quizá por su lentitud, la literatura pueda ser una buena escuela de atención. Educar la atención y la intimidad con el mundo en toda su complejidad. Así que, en parte, es un lugar anacrónico y resistente.

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Autor: Carlos Pardo

Editorial: Periférica

Páginas: 496

Tienda: https://www.libreriaalberti.com/libros/lejos-de-kakania/9788416291939/