La OTAN niega la zona de exclusión aérea de Ucrania pero ¿y la Cúpula de Hierro de Israel?

La OTAN niega la zona de exclusión aérea de Ucrania pero ¿y la Cúpula de Hierro de Israel?

Zelenski ya no sabe dónde acudir y pide a Tel Aviv que le envíe su sistema de defensa antimisiles. Ya hay países como Azerbaiyán donde se usa para protegerse de Rusia.

La Cúpula de Hierro, en funcionamiento en mayo de 2019, interceptando cohetes lanzados a Israel desde Gaza.Ariel Schalit via AP

La OTAN le ha dicho por activa y por pasiva a Ucrania que no va a declarar una zona de exclusión aérea en su espacio aéreo, porque le llevaría con toda seguridad a derribar aviones rusos y, con ese paso, a internacionalizar el conflicto. Por eso, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski está intentando dar con otras fórmulas que protejan a su población ante los ataques aéreos ordenados por su homólogo ruso, Vladimir Putin. Entre ellas está la Cúpula de Hierro (Iron Dome), el escudo que protege a Israel. Zelenski se lo ha pedido a Tel Aviv, pero el Gobierno del primer ministro Naftali Bennett tampoco se lo da.

El pasado domingo, Zelenski rogó al Gobierno israelí que le enviara su sistema de defensa antimisiles de cúpula de hierro, subrayando que “la indiferencia mata”. Lo hizo en un discurso ante la Knesset (el Parlamento local), en el que hizo una comparación con el Holocausto que ha incomodado, además, a los mandatarios israelíes: “Ucrania hizo su elección hace 80 años y tenemos a Justos que escondieron a los judíos. Es hora de que Israel tome una decisión”, dijo Zelenski, que tiene a su vez orígenes judíos.

Zelenski, que valoró también los esfuerzos de mediación por parte de Bennett -único líder que se ha reunido con Putin en Moscú desde que comenzó la guerra-, evocó la Segunda Guerra Mundial y el horror del Holocausto para reclamar un apoyo más firme de Israel a Ucrania y evitar la “solución final” de Rusia.

Y fue entonces cuando reclamó a los parlamentarios israelíes que exijan al Gobierno acciones más contundentes, como prestar asistencia militar a Ucrania -incluyendo munición y la Cúpula de Hierro- e imponer sanciones contra Rusia, algo que Israel aún no ha hecho para no arriesgar la delicada alianza geoestratégica que mantiene con el Kremlin en Siria. “Todos saben que sus sistemas de defensa antimisiles son los mejores… y que definitivamente pueden ayudar a nuestra gente, salvar las vidas de los ucranianos, de los judíos ucranianos”, recordó.

Por el momento, su petición ha caído en saco roto, y eso que la prensa de Estados Unidos y de Israel sostiene que la Administración Biden ha mediado para que la Kipat Barzel, como se la conoce en hebreo, sea vendida a Ucrania. No sólo es por el ascendente que EEUU tiene sobre Israel, sino porque Washington ha puesto dinero para el desarrollo de la cúpula israelí, desde sus inicios e incluso ahora, suministrando dinero para municiones, por ejemplo. La Cúpula de Hierro no es la panacea a corto plazo, Rusia es muy poderosa, pero podría ser una herramienta importante si la guerra se prolonga.

Para no enfadar a Rusia

El diario israelí Ynet ha desvelado que Tel Aviv se negó a estos requerimientos, porque “dañaría sus relaciones con Rusia”. “Los representantes de Ucrania comenzaron a trabajar vigorosamente en Washington el año pasado para persuadir a los legisladores estadounidenses de iniciar una transferencia del sistema de defensa de cohetes y morteros” y, de hecho, el Gobierno ucraniano “solicitó oficialmente a la administración Biden que transfiriera misiles Patriot y Iron Dome a Ucrania la primavera pasada”, antes de la guerra, pero en un país que arrastraba años de contienda en el Donbás.

Desde el despliegue de la Cúpula de Hierro hace 11 años, se le atribuye la minimización del impacto de los cohetes disparados desde la Franja de Gaza porque los intercepta en un alto grado, lo que salva vidas, reduce el daño en infraestructuras y genera una importante sensación de seguridad entre la población. El Iron Dome se completa con un sistema de capas de seguridad que le permiten hacer frente a amenazas balísticas y de artillería, una red robustecida no por Gaza, sino por el temor a ataques desde las fronterizas Siria y Líbano y, más lejos, su “enemigo existencial”: Irán.

Por ahora, los suministros militares que Ucrania ha recibido desde el estallido de la guerra se ciñen a jabalinas antitanque, Stingers antiaéreos, artillería y armas ligeras, llegados desde Occidente. Son valiosos pero tampoco están diseñados para contrarrestar la amenaza de misiles y artillería de un país como Rusia, segunda potencia militar mundial.

“Si hay un país occidental que tiene la capacidad, tanto militar como civil, para ayudar a Ucrania a proteger a los civiles, este país es Israel, pero desafortunadamente, prefiere no hacerlo”, denuncian en un artículo en el diario israelí Haaretz Anna Getmansky y Eugene Finkel, profesores de Relaciones Internacionales. Explican que “Israel ya vendió la Cúpula de Hierro a varios países, incluido Azerbaiyán , que la usa para protegerse contra los misiles fabricados en Rusia”, por lo que Ucrania no está pidiendo algo excepcional.

“Israel incluso está dispuesto a proporcionar la Cúpula de Hierro a los Emiratos Árabes Unidos. Esto plantea la pregunta de por qué la Cúpula de Hierro, o cualquier otro componente de la estructura de respuesta de Israel, no se ha desplegado en Ucrania, a pesar de las repetidas solicitudes de este último”, denuncian los autores. Recuerdan que los pasos dados por Tel Aviv están siendo cambiantes: primero “reacio a criticar abiertamente la agresión de Rusia”, aunque la acabó condenando en la ONU, pero luego no quiere hacer “nada que pueda provocar la ira de Moscú”. Sus intentos de mediación no han tenido éxito hasta ahora. Está ofreciendo asistencia humanitaria a Ucrania, “pero el país es reacio a aceptar refugiados ucranianos no judíos”.

La cautela israelí se deriva de varios factores, indican. “En primer lugar, a Israel le preocupa que cualquier conflicto con Rusia reduzca su capacidad para actuar contra objetivos iraníes en Siria, un importante interés en materia de seguridad. Segundo, un conflicto con Moscú podría poner en peligro a la comunidad judía en Rusia. Y finalmente, el Gobierno israelí sostiene que la neutralidad es crucial para el éxito de su mediación”, concluyen.

Lo cierto es que, de momento, Ucrania sigue con el cielo abierto a los aviones rusos, que estos días incrementan sus ataques sobre Kiev, Mariupol, Leópolis y Odesa.