Ana Julia Quezada: "Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel"

Ana Julia Quezada: "Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel"

El guardia civil responsable de la instrucción de la causa del niño Gabriel Cruz ha sostenido que la autora confesa de la muerte del pequeño se alentaba mientras introducía el cuerpo en su coche.

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El guardia civil responsable de la instrucción de la causa del niño Gabriel Cruz ha sostenido este miércoles que Ana Julia Quezada, autora confesa de su muerte, se alentaba mientras introducía el cuerpo del pequeño en su coche diciéndose a sí misma: “Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel”.

En su declaración ante el jurado popular el guardia civil ha apuntado que en las grabaciones realizadas gracias a los micrófonos instalados en el coche de la investigada se escucha “cómo mete el cuerpo en el coche, sacude las manos y dice: a dónde lo llevo ahora, a qué invernadero lo llevo”.

“La sensación que tengo es que el niño estaba enterrado en una fosa muy pequeña para tenerlo allí en un espacio limitado de tiempo. Se puede aguantar dos, tres, cuatro días”, ha apuntado.

En su opinión, Ana Julia no esperaba “el mayor despliegue de búsqueda de una persona por parte de cualquier organismo del Estado” y una repercusión mediática como la que tuvo el caso, por lo que esta labor policial y el “impacto mediático y social evidentemente retrasó la idea” que -dice- tenía de llevar el cadáver a “un sitio seguro para ella”.

“Por eso alentaba la idea de que estaba vivo, que iba a aparecer”, ha añadido.

Ha reiterado que puso el foco de atención sobre su expareja, que era “una referencia constante, asegurando que tenía una furgoneta blanca, que odiaba a los niños y que podría estar vinculado”. “Eso desgasta, no se podía obviar”, ha apostillado.

El agente ha precisado que no fue detenida nada más desenterrar el cuerpo porque querían saber si había terceras personas implicadas.

También se ha referido a las investigaciones en Burgos para señalar que las familias de sus exparejas la consideraban una “persona fría, calculadora, muy materialista” que pensaban que se había casado con diferentes hombres “por dinero”.

Por último, ha precisado que en el registro de la vivienda de Quezada, además de ansiolíticos, fue localizada una cantidad no determinada de cocaína.

La camiseta, un punto de inflexión

Por otro lado, la aparición de la camiseta de Gabriel fue un punto de inflexión para centrar la investigación sobre Ana Julia , según ha precisado este miércoles ante el jurado popular el capitán José María Zalvide, jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería.

El capitán Zalvide ha abierto las declaraciones de la jornada de este miércoles, en la que finalmente fiscal, acusación y defensa han renunciado a interrogar al exmarido de Quezada, Miguel Ángel Redondo, como estaba previsto.

El jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería ha señalado que el caso del niño Gabriel fue declarado de “alto riesgo” desde el primer momento porque, tras analizar el entorno en el que desapareció, se determinó que no había motivo para que el niño se moviese o perdiese en el monte porque no tenía “nadie con quién salir a jugar”.

Se abrieron entonces diferentes líneas de investigación y se llevaron a cabo intervenciones telefónicas, seguimiento de grabaciones de sistema de seguridad, consultas en cámpines y hoteles, consultando los antecedentes de carácter sexual y violento de personas de la zona, comenzando además a estudiar el entorno familiar.

Ha explicado que también se supo de un hombre que acosaba a la madre del niño pero que se descartó.

“El 3 de marzo, extrañamente, aparece en una zona que previamente ya se había batido la camiseta, la encuentra la posteriormente detenida y que es del niño. Había contradicciones porque ella dice que vistió al niño y la abuela dice que no, que no reconoce la prenda”, ha asegurado.

Esto hizo “priorizar la investigación” sobre Quezada, aunque no se cerraron otras líneas.

De hecho, tras el supuesto hallazgo de la camiseta del menor, Patricia Ramírez, madre de Gabriel Cruz, sospechó de Quezada, según ha apuntado el jefe del Grupo de Homicidios y Desaparecidos de la Guardia Civil de Almería.

El guardia civil, que fue además el enlace de la familia con este cuerpo durante la búsqueda, ha señalado que a Ramírez “no le cuadraba lo de la camiseta, dijo que ella (Quezada) no vestía al niño, y que eso de que olía a Gabriel no lo podía saber, que le generaba sospechas, que veía que no podía ser así”.

Ha mantenido además que Quezada no mostró “ningún tiempo de arrepentimiento y, desde luego, tuvo ocasiones”, y que no colaboró o confesó nada, sino “justo lo contrario, señalar a su expareja derivó, aunque no la creyéramos, en que tuviéramos que investigarlo”.

El agente ha añadido que nunca reconoció ante él que hubiese matado al niño en el mismo lugar en el que lo enterró, y ha insistido, también en calidad de secretario que auxiliaba al instructor de las diligencias, que desde el primer momento intentó inculpar a su exmarido.

“Los pelos de punta”

En la misma línea se ha manifestado un policía local de Níjar (Almería), quien ha mantenido que el hallazgo por parte de Quezada de la camiseta del menor le sorprendió y le puso los “pelos de punta” porque cuando supo los detalles le pareció estar ante “un plan”.

Ha explicado que esa mañana estuvo en la zona donde Quezada colocó la camiseta con un grupo de compañeros, “no aficionados, son profesionales”, y que conocía perfectamente ese lugar porque reside cerca. “Por la tarde, cuando aparece la camiseta, me sorprendió porque yo había pasado ya por la zona”.

Al tener conocimiento de esto, se dirigió hasta el lugar del hallazgo en un coche oficial y se encontró con Ángel Cruz, padre del niño con el que tiene amistad desde hace años, y le preguntó por lo ocurrido.

“Me explica dónde apareció la camiseta, me sorprendo y le solicito más información, le voy preguntando cosas porque no me cuadra. Me explica que ha ido allí a petición de Ana. Le sigo preguntando, que por qué esa zona y me comenta que ella sacaba allí a los perros anteriormente con su expareja, que tenía incertidumbre y quería ir a inspeccionarla”, ha dicho.

Otro elemento que le extrañó fue que la camiseta estuviese seca y sin manchas, ha añadido.

“Se me ponían los pelos de punta porque me estaba contando un plan, ella fue la que...”, ha manifestado el agente sobre los detalles que le dio Ángel Cruz, antes de ser interrumpido por una nueva pregunta de la fiscal.

Quezada se anticipaba hablando por el padre

Por su parte, el guardia civil responsable de la instrucción de la causa de Gabriel ha sostenido este miércoles que Ana Julia podía anticiparse a sus acciones asumiendo la representación de Ángel Cruz, padre del menor, durante la búsqueda.

En su declaración ante el jurado popular el guardia civil ha apuntado que una vez descartado el 1 de marzo de 2018 la participación del acosador de la madre del niño comenzaron a aparecer elementos sospechosos en los dos días siguientes que apuntaban directamente a Quezada.

Ha indicado que la madre del menor señaló que el 2 de marzo Quezada puso “muy mala cara” al saber que no se iba a subir la recompensa de 10.000 a 30.000 euros por recomendación de la Guardia Civil, lo que les hizo pensar en un posible móvil económico y que ese día 2 ya empezaron a ver que querría implicar a la expareja de Burgos.

“Siempre asumía ella el protagonismo de las llamadas porque decía que Ángel no estaba en condiciones. Con esa argucia cogía ella siempre el teléfono, para hablar prácticamente en representación de Ángel” y “todo lo que le decíamos a Ángel ella lo acababa sabiendo, se iba anticipando a los planes que teníamos”, ha apostillado.

Asimismo, ha precisado que ponía “la tirita antes de la herida”, como cuando al informar de que iban a inspeccionar los vehículos de la familia, ella advirtió que iban a “encontrar el ADN del niño seguro, porque se ha subido al coche”.

“Se puso muy nerviosa”

Por su parte Francisco Cruz, tío de Gabriel Cruz, ha sostenido este miércoles que Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte del niño, se puso “muy nerviosa” cuando días después de la desaparición del menor vio aparecer a un grupo de personas que la sorprendieron en la finca en la que mató al pequeño, de 8 años.

Ha insistido en que “quería marcharse” y le hizo llevarla en coche hasta la casa de Las Hortichuelas Bajas, en Níjar (Almería), de la abuela de Gabriel.

Ha asegurado que las llaves de la finca de Rodalquilar, en Níjar, sólo las tenían él y su hermano Ángel, padre del menor, que la puerta de acceso solía estar cerrada y que se sorprendió al encontrarse a la acusada fumando junto a la piscina.

Francisco Cruz ha revelado que de hecho pasaron parte de la noche del 28 de febrero, después de la muerte del niño, que se produjo en la tarde del día anterior, en la finca de Rodalquilar, y que allí le llamó la atención que hubiese una pala, un rastrillo y una pala plana “muy bien ordenadas, puestas en línea”.

Ha mantenido que dichas herramientas no eran suyas o de su hermano, que reconocía una pala perteneciente a otro cortijo que se vendió años antes, pero que las herramientas de esta finca habían permanecido siempre en la casa de su madre en Las Hortichuelas Bajas. ”Ángel normalmente nunca tiene herramientas allí”, ha subrayado.

Ha dicho que no recuerda haber visto tablas arrancadas o dispuestas sobre el hoyo en el que se enterró a Gabriel, pero sí que interpelaron a Quezada por haber llevado a su hija menor de edad a la finca sin aparente motivo.