Los extremeños dicen basta, y con razón

Los extremeños dicen basta, y con razón

El tren a Extremadura se ha convertido en el ejemplo perfecto de que sí existe una España de primera y otra de segunda pese a los anuncios de unos y otros.

Estación de tren de Adif, en Mérida, en una imagen de archivo.Geography Photos via Universal Images Group via Getty

Parecía que por fin había llegado la hora. Tras tantos años de espera, de promesas electorales incumplidas, de imágenes impropias de un país como el nuestro. Después de las denuncias de cientos y cientos de usuarios por los retrasos interminables, el aire acondicionado que no funcionaba o cuando les apeaban antes de llegar a destino. Se hicieron virales imágenes de ciudadanos andando por las vías e incluso llegó a arder un convoy.

El tren a Extremadura se ha convertido en el ejemplo perfecto de que sí existe una España de primera y otra de segunda pese a los anuncios de unos y otros. “Habrá un tren de alta velocidad Madrid-Cáceres-Badajoz”, dijo Aznar en 2002. Zapatero puso fecha y habló de 2010. Rajoy también hizo lo propio. Un presidente tras otro se comprometía a llevar el AVE a Extremadura mientras la indignación de los ciudadanos iba a más. Tocó el turno a Sánchez y, por supuesto, también “empeñó” su palabra. Si era jefe del Gobierno, el AVE sería una realidad.

Hechas las fotografías y terminados los discursos, el caos. Las crónicas de los días posteriores relatan fallos técnicos, máquinas paradas y retrasos acumulados

Hecho el compromiso, llegó el ansiado día. Autoridades y medios de comunicación recibieron la invitación. Por fin se acabó eso de ser una región de segunda en materia de infraestructuras. Sánchez, Fernández Vara, un batallón de altos cargos del Gobierno y hasta el jefe del Estado, el Rey don Felipe, participarían en la inauguración. “El AVE llega a Extremadura” era el titular más ansiado.

Pero las mentiras tienen las patas muy cortas. Para empezar, la invitación a tan histórica puesta en funcionamiento duró bien poco. Apenas 24 horas. El Ejecutivo cambió “AVE” por “primera fase de la alta velocidad”, y de ahí a las chanzas y al bochorno más absoluto. Hechas las fotografías y terminados los discursos, el caos. Las crónicas de los días posteriores relatan fallos técnicos, máquinas paradas y retrasos acumulados de más de una hora. Para rematar, Renfe tuvo la idea de maquillar los horarios y retrasar los tiempos estimados del trayecto para “no tener la sensación” de que se llegaba tarde.

Aquí han fallado todos. Aznar, Zapatero, Rajoy, Sánchez… Hemos fallado todos, que durante demasiado tiempo no hemos escuchado las reclamaciones justas de los extremeños

Los extremeños, hartos, estallaron. Y con razón. La realidad es que hoy Extremadura no tiene AVE y nadie se atreve a augurar cuándo llegará después de tantas mentiras. El esperpento ha sido tan mayúsculo que hasta Fernández Vara habló de vergüenza y solicitó dimisiones. La nueva líder del PP en la región, María Guardiola, cogió el nuevo tren en Cáceres rumbo a Madrid, que según denunció sigue tardando más que utilizando el coche. El suyo sí llegó puntual, como se encargaron de enfatizar desde Renfe.

A estas alturas, lo que urge, más allá de compromisos vacíos o fechas que no se cumplan, es un pacto de Estado, de todos. Que se pongan fin al partidismo y que todos arrimen el hombro. Extremadura no es menos que cualquier otra comunidad y se merece un tren digno. Un tren que deje de ser noticia por sus vergüenzas. Aquí han fallado todos. Aznar, Zapatero, Rajoy, Sánchez… Hemos fallado todos, que durante demasiado tiempo no hemos escuchado las reclamaciones justas de los extremeños. Basta ya de una España a dos velocidades.