¿Estamos cerca del fin de la pandemia gracias a ómicron? Los expertos responden

¿Estamos cerca del fin de la pandemia gracias a ómicron? Los expertos responden

La OMS augura una mejor situación epidemiológica próximamente e incluso pone fecha al fin de la pandemia en Europa, pero los especialistas piden no confiarse.

Abrazo de felicidad entre dos sanitarias con EPI.Tempura via Getty Images

Ómicron podría ayudar a que la pandemia acabase antes en Europa. Eso es lo que ha indicado el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, Hans Kluge este domingo en una entrevista con AFP en la que muchos han visto un atisbo de esperanza en una situación en la que España sigue con una incidencia por encima de los 3.000 casos por cada 100.00 habitantes.

Según el directivo de la OMS, “una vez descienda la ola de ómicron, habrá durante bastantes semanas y meses una inmunidad global, ya sea gracias a la vacuna o porque la gente será inmune debido a la infección y también a la disminución de la estacionalidad”.

Sin embargo, los especialistas matizan estas afirmaciones. El epidemiólogo y exdirector de la Acción Sanitaria en Crisis de la OMS Daniel López Acuña, cuenta a El HuffPost que cree que se ha perdido el contexto de la afirmación, pero sí que ve posible que la covid-19 deje de suponer una “emergencia sanitaria” en 2022.

“Lo que se dijo es que si hubiese una infección de la mayor población por ómicron y si se prosigue con las altas coberturas vacunales podríamos estar en una situación que permitiese terminar con la emergencia sanitaria. Eso se confunde con terminar con la pandemia. No se puede hablar del fin de la pandemia y mucho menos cuando está presente en el mundo”, sentencia.

Según explica, lo que se quiere transmitir es que se podría salir de lo denominado como “emergencia sanitaria” consistente en medidas restrictivas especiales para evitar los contagios.

Lo mismo piensa Pedro Gullón, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, quien explica que lo que se debería transmitir es una situación de adaptación y de posible salida de la emergencia sanitaria.

“Si el siguiente aumento de transmisión conseguimos que sea más leve y que no tenga el impacto, que no sea tan explosiva como con ómicron que estaba recién llegada, podríamos utilizar otras herramientas que no sean tanto de emergencia, pero sí que sean más pausadas, un poco diferentes”, apunta. 

El médico pide precaución a la hora de los siguientes pasos a seguir, pero tampoco sumirse en una sensación de que no se dan pasos al frente. “No podemos tener nada claro, que no vaya a cambiar las reglas de lo previsible”, advierte. “Es un poco aventurado dar cifras y fechas, pero tampoco es positivo decir que no hemos salido, que es superpronto o no vamos a salir nunca casi. Hay que tratar de comunicar que vamos a tener la capacidad para adaptarnos a la situación que vaya viniendo”, añade Gullón.

En esta situación sale a relucir la palabra endemia, que no es más, según la RAE, que una enfermedad “que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca”.

Seamos cautos porque puede haber variantes amenazantes y contagiosas, eso también lo dijo [Kluge]. Se le resta el peso a este matiz que agregó posteriormente, también dijo que no estamos en una fase endémica. No estamos en ese momento de baja incidencia que se tenga la frecuencia de la enfermedad controlada y no tenga implicaciones sobre la presión asistencial, bajas laborales o términos de muerte”, señala López Acuña. “Estamos en una fase epidémica no endémica y, al ser algo que ocurre en el mundo, es una pandemia”, añade.

Se considera endemia también si tiene una incidencia relativamente constante, que no se dispara en ondas epidémicas que saturen, pero a ver dónde está el nivel de la endemia, si es alto no es tan buena noticia
Ignacio Rosell, especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valladolid

Ignacio Rosell, especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valladolid, recuerda que ni ómicron es más leve ni se trata de una enfermedad endémica. “Esto es una pandemia y eso significa que afecta a muchos territorios, varios continentes, y tenemos que tener una visión más allá de Europa”, detalla y apunta a que un fin de la pandemia no se puede circunscribir a un territorio.

“Lo que ocurra fuera de Europa terminará afectando a Europa y el ejemplo más claro lo tenemos con ómicron y con Sudáfrica. Lo que sucede en otros países fuera de Europa con menores tasas de vacunación facilita que el virus se reproduzca más, mute y haga variantes nuevas”, explica.

Recuerda que enfermedades endémicas son en ciertas zonas la tuberculosis y la malaria y que esto no es “menos grave”. “Se considera endemia también si tiene una incidencia relativamente constante, que no se dispara en ondas epidémicas que saturen, pero a ver dónde está el nivel de la endemia, si es alto no es tan buena noticia”, recalca Rosell. 

La alta tasa vacunal, que se sitúa en España en un 86% de la población con pauta completa, y la inmunidad previa por haber pasado la enfermedad haría que los cuadros fuesen más leves y que la transmisión se frenase parcialmente , pero tampoco de forma radical.

“No creo que ómicron haya avanzado mucho en eso porque tenemos un porcentaje muy importante de la población vacunada y porque tampoco hay mucho mensaje inmunitario, pero siendo una variante nueva tenemos un porcentaje de la población con una inmunidad relativamente fuerte ante ómicron. Seguramente sea una mezcla de las dos cosas”, apunta Rosell que sí cree que hay cierta inmunidad generada en la población, pero que esto no debería provocar que se confiase. 

López Acuña, por su parte, llama a mantener otras medidas que varíen en función de la situación epidemiológica y enfatiza que “el virus no ha desaparecido”. “Lo que tenemos que hacer es esperar que no vaya a generar una variante que escape a la protección de las vacunas porque ahí escapamos y tenemos algo que hacer”, detalla. 

Este no es el momento de relajar las medidas, sino poner los diques para no seguir con la transmisión y minimizar la duración de esta sexta ola, que ya es la más larga que hemos tenido
Daniel López Acuña, epidemiólogo y exdirector de la Acción Sanitaria en Crisis de la OMS

El epidemiólogo apunta a un “circuito de vacunación periodica” como una posible solución, pero pide no generalizar el pensamiento de cuarta dosis. “No en terceras, cuartas y quintas dosis de lo mismo sino con formulaciones variadas de las vacunas que incorporen información contra las nuevas variantes”, detalla. Algo similar a lo que ocurre anualmente con la vacuna de la gripe. 

El especialista pide centrarse en las medidas para evitar los contagios en la situación actual y también para recuperar la vida social y económica sin descuidar el impacto del virus y los no vacunados. “Este no es el momento de relajar las medidas, sino poner los diques para no seguir con la transmisión y minimizar la duración de esta sexta ola, que ya es la más larga que hemos tenido”, señala. 

Gullón ya ha observado cierta progresión en esta sexta ola frente a las anteriores y cree que la incidencia va a empezar a bajar, pese a que tendrá fluctuaciones. “Esta sexta ola aquí en España ha tenido unos niveles de transmisión increíbles, posiblemente sin la vacunación o en otros momentos de la pandemia hubiese significado algo parecido a la primera ola si no más, con unos niveles que son espectaculares”, detalla. Sin embargo, no se arriesga a poner fechas ni cifras.

Si el siguiente aumento de transmisión conseguimos que sea más leve y que no tenga el impacto, que no sea tan explosiva como con ómicron que estaba recién llegada, podríamos utilizar otras herramientas
Pedro Gullón, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública

“La única certeza que podemos transmitir es tener los mejores sistemas de vigilancia y respuesta para adaptarnos a distintas situaciones, porque ya hemos visto que pensar que todo va a ser una fotografía fija no sirve. Cada momento tiene que modularse”, detalla.

Rosell sostiene que la tendencia en los casos es decreciente, pero que puede deberse a una infradetección de estos. “Al no estarse estudiando muchos contactos hay que tomarse esos datos con prudencia”, advierte y avisa del control que se tenía en las fechas navideñas por las relaciones sociales y que ahora se ha perdido. “Antes de Navidad, cualquier síntoma catarral cualquiera se hacía estudios para estar con la familia y demás, y ahora seguramente no. Seguramente está pasando inadvertida parte de la incidencia”, añade.

A pesar de los mejores datos, recuerda que la incidencia sigue teniendo cifras muy elevadas y que la presión hospitalaria sigue sobre el 25% en las UCIS y el 10% en planta en comunidades como Castilla y León. “Cuando estamos en el alambre, hay que tener cuidado, aunque estemos bajando los contagios, tenemos la asistencia sanitaria muy tensionada, tanto la hospitalaria como la primaria”, señala.

Los contagios en los colegios han supuesto uno de los principales focos de alarma en los últimos meses. Clases confinadas, profesores contagiados y un nuevo protocolo más flexible en la denominación de los brotes escolares ha hecho que se vea como uno de los escenarios más caóticos.

“Los colegios reflejan la transmisión comunitaria que hay, no suelen reflejar como incrementador de la transmisión, pero si tenemos unas cifras altas, como ahora, los colegios lo muestran”, sentencia Gullón, quien recalca que la vuelta a la normalidad tras Navidad ha hecho que sean más explosivas.

Para López Acuña esto era previsible y se podría haber evitado sin clases presenciales las primeras semanas. “Era iluso pensar que eso no iba a ocurrir. Desde mi punto de vista, lo ideal habría sido poder avanzar más en la propia protección vacunal de los niños porque todavía estamos en un 30-40% en muchas comunidades autónomas con excepciones con Asturias o Galicia”, detalla . “Quizás hubiera sido preferible aguantar un par de semanas para la reanudación de la presencialidad para avanzar más en la vacunación y tener una menor incidencia”, añade.

A pesar de estos datos, Gullón ve más representativa la incidencia en mayores de 65, ya que en los grupos de edad menores pueden escaparse casos no notificados o a los que no se les ha hecho test en función de los protocolos de las comunidades autónomas. “Es un indicador de gravedad bastante importante al ser la población más vulnerable, que es la más estable. Casi siempre se hacen test, suelen ser menos asintomáticos… El total y, sobre todo, la incidencia en personas entre 20 y 40 años, con mucha probabilidad de ser asintomáticas es un poco más caótica”, detalla.

Una nueva variante de ómicron llamada BA.2  detectada en Dinamarca y que está siendo investigada también en Reino Unido ha hecho saltar de nuevo las alarmas a nivel epidemiológico al representar ya el 40% de los casos detectados en el país nórdico.

Los especialistas piden calma y tiempo ante estas nuevas variantes. “La OMS y los CDC hablan de variantes y variantes de especial preocupación. Un virus tiene multitud de posibilidades de variantes en cualquiera de sus bases de su RNA, pero no tiene por qué ser especialmente relevantes”, señala Rosell, quien recuerda que si aumenta la contagiosidad o alterase “la proteína S que es la que abre las llave de las células” como ocurrió con ómicron sí sería relevante.  

Gullón añade que hay que esperar para conocer más información sobre estas variantes. “La información de si tiene mayor capacidad de transmisión o si tiene mayor letalidad, que suele llegar cuando el virus ya está. El saber qué implicaciones va a tener nos puede dar una idea, pero tampoco sabemos qué va a tener”, detalla. 

En este sentido, López Acuña vuelve a hacer un llamamiento a la vacunación y las medidas de protección a nivel internacional, ya que es esa transmisión la que provoca mutaciones en el virus.

“Mientras haya altos números de contagios, hay altas probabilidades de nuevas variantes”, recalca. “Vamos a ir viendo que esto pasa y hay que hacer todo lo posible por vacunar al mundo entero y de esa manera reducir el riesgo de variantes y los contagios”, avisa.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es