La tele y el feminismo

La tele y el feminismo

Se cumple un año de la emisión de la docuserie que marcó un antes y un después sobre la comunicación de la violencia machista.

Rocío Carrasco en la docuserie 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'.Telecinco

Este marzo se cumple un año de la docuserie Rocío, contar la verdad para seguir viva. Se trata, quizás, del primer contenido más largo sobre feminismo en la televisión mainstream y el que más haya hecho para que, por ejemplo, aumentaran las llamadas al 016. El documental ¿Qué coño está pasando? (2019) o Nevenka (2021) de Netflix daban señales de que los contenidos sobre feminismo bien tratados tenían éxito y conseguían impactar a la opinión pública. Pero la representación de las mujeres no siempre tuvo la misma suerte en televisión.

La tele de los 90 y 2000: los malos tratos como “exclusiva”

En la tele de los 90 y 2000 un nuevo perfil ganaba muchas horas de atención mediática: mujer famosa y maltratada. Raquel Bollo, María Jiménez, Carmina Ordóñez, Lely Céspedes, María José Galera, Consuelo Alcalá... Y en muchos casos el perfil de los periodistas del corazón era el mismo. Hombres y mujeres que cuestionan la violencia machista y que veían un negocio en entrevistar a mujeres maltratadas y sembrar dudas en sus denuncias.

Rocío Carrasco también estaba en este grupo de mujeres cuestionadas. La entrevista que dio su madre Rocío Jurado a una televisión lationamericana hablando de los malos tratos a su hija tampoco tuvo muy buena acogida.

Al igual que en otros sectores, la prensa del corazón ha sido tradicionalmente muy machista a la hora de representar a sus personajes femeninos. Ellas son siempre tratadas como personas frívolas, déspotas, avariciosas y en las que seguramente si cogemos una revista hay más noticias negativas sobre personajes femeninos que masculinos. Desde Isabel Pantoja a Olvido Hormigos, pasando por María José Campanario. La mujer en la prensa del corazón siempre ha tenido mayor representación con un enfoque negativo: locutoras de radio, folclóricas, alta sociedad, concursantes de Gran Hermano... Mujeres perversas, manipuladoras, ciegas de fama y dinero... Rocío Carrasco también se llevó el calificativo de “mala madre”.

Machismo en los talk shows y en formatos familiares

Además de los programas del corazón, también merece la pena hacer un repaso por algunos “programas familiares”, como El Juego de la Oca, o algunos invitados de El Diario de Patricia. Mejor verlo que contarlo.

Los reality shows tampoco se libran

Lucía Etxebarría y Karmele Marchante han sido dos personas que tampoco se han considerado bien tratadas. La primera a raíz de su intervención en el reality Campamento de Verano y la segunda, que también participó en dicho programa, por su mala relación con el programa Sálvame.

El caso de Carlota Prado, politizado por la ultraderecha

Los realities de televisión han sido, en general, carne de machismo y misoginia. Pero el caso de Carlota Prado disparó todas las alarmas. Sorprendió que la propia productora reconociera que no tenía un protocolo establecido para temas de acoso sexual y, quizás, todo se trató como se trató. El pasado 8 de febrero estaba previsto el juicio esperado, pero se suspendió porque la víctima no se presentó en el juzgado aludiendo a “problemas psiquiátricos” para no declarar.

Lo más triste de este asunto es la politización del caso. La omisión o falta de transparencia sobre este tema por parte de la cadena ha sido utilizado como un arma arrojadiza para aquellos defensores de Antonio David Flores y detractores de Carlota Corredera por su alianza con el Ministerio de Irene Montero. La propia Carlota Prado reconoció en Twitter que solo había tenido apoyo de Vox.

Políticos y Twitter, la nueva forma de promocionar en televisión

Año 2016. Netflix la liaba con su anuncio de blanca Navidad para promocionar la serie Narcos y felicitar las fiestas. “La Peste está aquí”. Así era el cartel que se colgó sobre una iglesia de Gran Vía para promocionar una nueva serie de Movistar+ en 2018. Año 2020. Sindicatos policiales boicotean la serie Antidisturbios de Movistar+ y provocan el efecto opuesto: “Ahora sí la vemos”. Algo parecido sufría Willy Toledo con Los favoritos de Midas de Netflix (2020). Muchas de estas polémicas, algunas fabricadas y otras más espontáneas, están detrás de las nuevas promociones audiovisuales actuales. Las productoras lo saben. Y eso es lo que ha pasado con Rocío, contar la verdad para seguir viva.

La forma tradicional de promocionar series y películas ya no basta y el ritmo imparable de producciones obliga a buscar nuevas acciones creativas. Vincular un programa del corazón a un tema de actualidad (tan triste como el de la violencia machista) e involucrar a la opinión pública con debates en el que han participado ministras y políticos ha sido el éxito de Rocío, contar la verdad para seguir viva.

Habló todo el mundo. Toda la prensa más allá de la sección de Sociedad. Llegó hasta a Eurovisión. Psicólogos, directoras de periódicos, jueces, expertos sociales… Personas a las que no era común ver en la parrilla de Telecinco. La docuserie no podía contar con mejores analistas para generar credibilidad y convencer de que era un formato diferente al prime time de Mediaset. No habría funcionado igual con los mismos colaboradores de siempre.

Al igual que en ¿Qué coño está pasando? (2019) o Nevenka (2021), han intervenido políticos, famosos… gente conocida que lograba llevar el mensaje a más audiencias. Sin necesidad de photocall o premiere. Rocío, contar la verdad para seguir viva daba un paso más. Han conseguido sentar a Rocío Carrasco. Y que una ministra interrumpa su apretada agenda para hablar de ella. Atrás quedaron los press junkets, los photocalls y las roundtables. Es el momento de crear contenidos audiovisuales que se convierten en noticia y que tienen un buen propósito. Crear un impacto y removernos como sociedad.

MOSTRAR BIOGRAFíA

He trabajado en varios medios de comunicación y actualmente me decido a ayudar a marcas y portavoces a mejorar su imagen y reputación. Creo fuertemente en el poder del storytelling, en el reino de la cultura popular y en la voluntad de los mensajes millennials. Internet, las redes sociales y los medios son mi pan de cada día.