La unidad de la Unión en tiempos movidos

La unidad de la Unión en tiempos movidos

No son ni serán tiempos fáciles, pero seguramente cualquier reflexión al respecto debería intentar alejarse de la simpleza del tuit o la declaración de turno.

Josep Borrell, alto representante de la UEJEAN-FRANCOIS BADIAS via Getty Images

Corren ríos de tinta en los medios de comunicación y las redes sociales sobre el avivado conflicto entre Rusia y la Alianza Atlántica con Ucrania en el foco del mismo. Muchos análisis, muchos expertos sobrevenidos, y también mucha simplificación. Muestra de ello es la recuperación del lema “No a la Guerra”, que en España usamos para combatir una guerra ilegal y basada en unas peligrosas armas de destrucción masiva que resultaron no existir, pero incluso así sirvieron de relato para que los EEUU de Bush, de la mano de la España de Aznar y

la Gran Bretaña de Blair, atacaran e invadieran Iraq al margen, y en contra, de nuestros aliados de la OTAN.

No parece que ese triste episodio de nuestra historia tenga mucho que ver con lo que está ocurriendo, no hoy, sino desde hace un tiempo, con la Rusia del nacionalista Putin.

Resulta que tenemos en frente a una potencia, la rusa, melancólica de sus áreas de influencia hasta la caída de la Unión Soviética, y liderada por un hombre cuyo respeto por los derechos humanos y la legalidad internacional brillan por su ausencia. Y resulta que ese hombre amenaza, aunque lo niegue, con invadir la democracia ucraniana, un país soberano que los aliados de la Alianza Atlántica no podemos dejar abandonado a su suerte. Ya en 2014, cuando en busca de una salida al Mar Negro Rusia invadió sin mucho esfuerzo ni escrúpulos la península ucraniana de Crimea, la comunidad internacional lo dejó pasar y se quedó en una avalancha de declaraciones y sanciones que, por lo visto, ni mermaron las capacidades de Rusia ni tampoco las intenciones imperialistas y expansivas de Vladimir Putin.

Putin amenaza, aunque lo niegue, con invadir la democracia ucraniana, un país soberano que los aliados de la Alianza Atlántica no podemos dejar abandonado a su suerte
Arnau Ramírez

En el actual escenario, en el que Rusia sigue trabajando para ganar influencia en sus fronteras y evitar que la gane otra potencia, cada vez menos hegemónica, como EEUU, la Unión Europea debe tener un papel clave y para ello debe mostrar la máxima unidad. Si alguien en este mundo puede y debe hablar de desescalada, de multilateralismo, del diálogo y de paz como métodos y valores para resolver conflictos y que los distintos puedan convivir, sin duda es la Unión Europea. Pero para hacerlo, el conjunto de sus estados debe tener claro que sin unidad de reflexión y acción no conseguiremos nuestros retos.

En un mundo globalizado y en constante tensión entre grandes potencias, con liderazgos más difusos y cambiantes, con escenarios que varían y con una nueva era que parece que se abre, entre otras muchas razones, por las consecuencias y decisiones tomadas tras la COVID y los cambios sociales y políticos que se están produciendo, la UE debe espabilar y afrontar los múltiples retos con celeridad y unidad.

En este nuevo mundo, necesitamos a Europa y Europa necesita unirse, espabilar y afrontar el debate sobre su acción exterior con la misma —sorprendente— agilidad y efectividad con la que ha dado respuesta a la crisis pandémica de la COVID
Arnau Ramírez

Como apunta el eurodiputado socialista Javi López, la amenaza de Putin y la potencial crisis pueden tener grandes consecuencias para la seguridad europea y para el abastecimiento energético de nuestros estados miembro, y demuestra las debilidades estructurales de la UE y sus dificultades para establecer una estrategia geopolítica común y clara.

En este nuevo mundo, necesitamos a Europa y Europa necesita unirse, espabilar y afrontar el debate sobre su acción exterior con la misma —sorprendente— agilidad y efectividad con la que ha dado respuesta a la crisis pandémica de la COVID, fortaleciendo los servicios públicos esenciales, federalizando un desembolso de fondos sin precedentes y apostando por no dejar a nadie atrás. La federalización de todos los ámbitos en los que se mueven y deben trabajar los estados miembros y las instituciones comunitarias parece una buena idea y da buenos resultados.

No son ni serán tiempos fáciles, pero seguramente cualquier reflexión al respecto debería intentar alejarse de la simpleza del tuit o la declaración de turno y entrar al fondo de las cuestiones. No siempre resulta sencillo, pero seguramente sea mucho más útil.