Los libros que inspiraron las últimas novelas de Javier Marías, Pilar Quintana, Karina Sainz y Manuel Jabois

Los libros que inspiraron las últimas novelas de Javier Marías, Pilar Quintana, Karina Sainz y Manuel Jabois

Los autores de 'Tomás Nevinson', 'Los abismos', 'El tercer país' y 'Miss Marte' revelan la deuda que estos títulos tienen con otras obras literarias.

Detalle de la portada de ‘Corazón tan blanco’, de Javier Marías.WMagazín

Un artículo escrito por Winston Manrique Sabogal.

Es una verdad universalmente conocida que un escritor en posición de una buena historia debe necesitar un buen libro o un escritor tutelar. Esta idea parafraseada del famoso comienzo de Jane Austen en Orgullo y prejuicio recuerda que detrás de cada libro hay otros libros y otros autores que laten en la nueva obra. Referencias que funcionan como un big bang que da origen a la expansión de universos literarios impensables.

Lo han vivido en sus recientes novelas Javier Marías en Tomás Nevinson, Pilar Quintana en Los abismos, Manuel Jabois en Miss Marte (en Alfaguara los tres) y Karina Sainz Borgo en El tercer país (Lumen). Cuatro libros de la temporada como fuertes herederos de ecos literarios. Además de que sus obras coinciden en tener a las mujeres como personajes protagonistas o coprotagonistas en historias cuyo motor es una búsqueda física, emocional o de verdades y secretos cuyas escrituras sirvieron de refugio y vida a sus autores durante la pandemia de 2020.

Las obras que escoltan a ‘Tomás Nevinson’, de Javier Marías

  Los libros que inspiraron ‘Tomás Nevinson’, de Javier Marías.WMagazín

Javier Marías (Madrid, España, 1951) en medio siglo de publicaciones, empezó en 1971 con Los dominios del lobo, y 14 novelas después ha entablado un diálogo entre sus propias obras con personajes o situaciones y de estas con otros libros o con escritores.

El origen más inmediato de Tomás Nevinson es Berta Isla, su anterior novela; sin que sea una secuela, aunque Nevinson es el marido que espera Berta Isla en aquella historia de 1997. Es un destello del big bang de Marías porque luego el mundo de Tomás Nevinson se hace autónomo sin olvidar rastros de su procedencia, al fin y al cabo es creado por la misma persona con finos hilos argumentales de secretos, máscaras, espías, búsquedas, reflexiones y pensamientos alrededor del ser humano abismado en el mal bajo la mirada de uno de los mejores escritores contemporáneos.

Marías retoma a Nevinson, esposo de Berta Isla a quien ella esperaba, dos años después para volver a los servicios secretos. Le proponen identificar a una persona que participó en atentados del IRA y de ETA diez años atrás.

El propio Marías lo reconoció a Juan Gabriel Vásquez en El País, en una de las pocas entrevistas que ha dado sobre su nuevo libro, cuando le pregunta: “Como Tu rostro mañana, Tomás Nevinson habla de la violencia que ejercemos, de la justicia y la injusticia, del castigo y la venganza. ¿Forman parte las dos novelas de una misma exploración?”, a lo cual el académico español respondió:

“No sólo estas dos novelas. Creo que la mayoría, al menos desde la olvidadísima El siglo, de 1983. Pero tanto en Tomás Nevinson como en Berta Isla como en Tu rostro mañana está presente el personaje de Bertram Tupra (que nació en esta última), alguien que pone a los demás ante dilemas irresolubles, que los fuerza a ahondar en las cosas y en las personas y a tomar posturas y decisiones arriesgadas, relacionadas no sólo con los asuntos que mencionas, sino también con la vida y la muerte, con quién debe preservar la primera y quién merece la segunda. Es un hombre simpático y drástico y muy escéptico, como corresponde a su profesión, no sólo de espía, sino de reclutador de talentos. Pero, como dice en la nueva novela, ‘a nosotros el odio nos es desconocido’. Es decir, es alguien racional y que no se guía por las pasiones ni las emociones. Sólo por lo conveniente para su tarea, que en principio es justa, o así él la siente”.

Pero si hay alguien a quien Javier Marías admire y vea como un dios tutelar es William Shakespeare. “Sus libros me espolean e incluso me dan ideas”, ha reconocido. En un diálogo con Mario Vargas Llosa este le preguntó qué escritor le hubiera gustado ser si pudiera elegir, y, sin dudarlo, Marías se decantó por el genio británico porque, dice, “nunca acabo de entender cómo funciona su cabeza”.

Los libros que se asoman en ‘Los abismos’, de Pilar Quintana

  Los libros que inspiraron 'Los abismos', de Pilar Quintana.WMagazín

En escritores y libros más próximos está el origen de Los abismos, de Pilar Quintana (Cali, Colombia, 1973), Premio Alfaguara de Novela 2021. Una obra que empezó en la cabeza de la escritora colombiana como narración gótica y al final ese espíritu solo quedó en un capítulo.

Los ecos que acompañaron a Pilar Quintan durante la escritura fueron los de Rebeca, de Daphne Du Maurier, de 1938, que luego se haría popular por la adaptación cinematográfica de Alfred Hitchcock, en 1940. Junto a ella, muy cerca, Cumbres borrascosas, de Emily Brontë. “Son dos novelas que me impresionaron en mi adolescencia. Ese gótico de amores infelices con niebla”, confiesa Quintana. Una niebla que llegó hace mucho tiempo a Cali, su ciudad, para dar origen a un gótico tropical con, por ejemplo, Andrés Caicedo en Noche sin fortuna.

Esas novelas influyen en la ambientación y tema de Los abismos en cuyo argumento la narradora ha puesto otras lecturas porque la madre de la niña protagonista lee revistas femeninas estilo Cosmopolitan “que dentro tienen historias románticas de Corín Tellado. O revistas como Hola. Es un homenaje a ese glamour, a ese mundo de imágenes bellísimas de personas y casas, pero que esconden historias reales muy tristes”.

La voz de la niña narra la novela con tanta credibilidad en su tono y ternura con un lenguaje heredado de otras criaturas literarias como ella. Pilar Quintana dice que le “recordó esos libros con personajes de niños que cuentan la historia con ojos inocentes y que el lector sabe más que el narrador. Un caso reciente es Todos se van, de Wendy Guerra; o, más atrás, Agota Kristof en Klaus y Lucas donde nos cuenta un mundo horroroso con ojos inocentes como si fuera normal”. No se olvida de Alfredo Bryce Echenique y su Un mundo para Julius donde se cuentan los dramas de gente privilegiada.

Los abismos narra la vida de una madre y su hija pequeña y cómo la primera no pudo tener la vida que quería. Es la infancia que descubre la vida real entre la selva de plantas de su casa.

Las obras que acompañan ‘El tercer país’, de Karina Sainz

  Los libros que inspiraron 'El tercer país', de Karina Sainz Borgo.WMagazín

Karina Sainz Borgo (Caracas, Venezuela, 1982) construyó El Tercer país con las resonancias de obras mucho más antiguas mezcladas con otras más recientes. Su Mezquite, el pueblo ficticio de su segunda novela, tiene coordenadas como las de Yoknapatawpha de William Faulkner, Región de Juan Benet o la Comala de Juan Rulfo y su Pedro Páramo. El gran relato de Rulfo se siente desde la primera frase de la novela y, admite Sainz, «su impronta es muy fuerte en el libro. Por esa idea sobre la muerte, la memoria de la muerte y la fantasmagoría del relato frente a ella”.

Si el clásico mexicano es la primera referencia, a medida que avanza El tercer país se hace presente Sófocles con Antígona, que, afirma Sainz, «sigue resonando entre nosotros: la capacidad de los individuos para resistirse a la pobreza moral”.

El exilio republicano, recuerda la escritora, “trabajó mucho la obra de Sófocles, desde Bergamín hasta María Zambrano, no sólo por el tema de la muerte de los hermanos, sino también por el del desposeimiento hasta de la más elemental lápida. En el fondo, El Tercer País es una gran novela sobre la piedad, la compasión y la justicia”.

Esos ecos le sirvieron a Sainz Borgo para seguir el recorrido de una mujer que carga con sus dos recién nacidos muertos en busca de darles sepultura mientras a su alrededor todo es violencia y violencias.

Las obras que laten en ‘Miss Marte’, de Manuel Jabois

  Las obras que inspiraron ‘Miss Marte’, de Manuel Jabois.WMagazín

¿De dónde procede Miss Marte, de Manuel Jabois (Sangenjo, España, 1978)? Aquí es un hecho contado en dos tiempos sobre la desaparición de una niña el día de la boda de su madre que veinticinco después trata de dilucidar una periodista.

La crónica de sucesos de prensa trasladada a la literatura en la que se busca imbricar el hecho en sí con las vidas de sus personajes hacia atrás. Jabois traza desde la ficción una línea zigzagueante entre la verdad y la realidad en la que podría estar por ahí una sombra de Truman Capote.

El periodista gallego desvela otras resonancias más claras desde el mismo comienzo: “Hay un arranque en el libro, meramente estilístico, como un juego en el que en medio de la gran tragedia el narrador da cuenta de detalles tan precisos que pueden parecer cómicos, que debe al arranque de Corazón tan blanco, de Javier Marías. Siempre me impresionó cómo, en ese inicio de Marías, el padre de la niña, que ya no era tan niña, oye la detonación desde el comedor y el narrador detalla cómo ese hombre ‘se quedó durante algunos segundos paralizado con la boca llena, sin atreverse a masticar ni a tragar ni menos aún a devolver el bocado al plato’, y que ya al descubrir el cuerpo ensangrentado de su hija ‘se echaba las manos a la cabeza iba pasando el bocado de carne de un lado a otro de la boca, sin saber todavía qué hacer con él’. Es una influencia menor, pero muy presente en el primer capítulo de Miss Marte porque también en mi libro hay una boda (en el caso de Marías, el regreso de un viaje de bodas) y presto atención a detalles así”.

Esa influencia, cuenta Jabois, “desaparece a partir del segundo capítulo, como es natural, pues el primero estilísticamente es muy diferente a lo que vino después”.

Y lo que vino después hunde sus raíces en otro soporte narrativo: la televisión, la tercera temporada de True Detective, “en la que hay tres planos temporales (en Miss Marte son dos) y en uno de ellos una periodista lleva a cabo un documental sobre dos niños desaparecidos. El making of de un documental, ¿es el verdadero documental?, me pregunté. Sobre eso empecé a montar la historia”.

Una novela escrita con tersura “que tiene una deuda lejanísima con Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez. No en vano la intención inicial era escribir una crónica falsa, una crónica como si en lugar de publicarla con Alfaguara fuera a publicarla con El País. Pero no salió así, y lo agradezco. El narrador, Nico, estaba a lo suyo, y tiene una importancia fundamental en la historia, además de estar involucrado en ella”.

Es el diálogo infinito de la literatura con la literatura. Para continuarlo, con el comienzo de tres de estas novelas y el final de la otra se arma este nuevo relato literario en expansión:

“Yo fui educado a la antigua, y nunca creía que me fueran a ordenar un día que matara a una mujer.

Llegué a Mezquite buscando a Visitación Salazar, la mujer que sepultó a mis hijos y me enseñó a enterrar a los de otros.

De la novia se dijo que había aparecido en su propia boda de blanco ‘como si estuviese metida en una secta’, y que la mañana anterior la había pasado regando las plantas del patio hasta ahogarlas.

El viento de la tarde entró por las ventanas, la selva despertó de su quietud y en el apartamento, a pesar de mi mamá, se hizo una fiesta”.

Este artículo se publicó originalmente en WMagazín.