Ni vencedores ni vencidos, ni tontos ni listillos

Ni vencedores ni vencidos, ni tontos ni listillos

Dirigentes significados del separatismo pro golpista no han dudado en fotografiarse orgullosos con terroristas condenados por asesinato.

Un cartel con la cara de Puigdemont en una manifestación independentista.Vincent Kessler / Reuters

La historia de la democracia del 78 demuestra que cada vez que los movimientos violentos o separatistas se encuentran ante el precipicio, es decir, en el momento de pagar el ‘precio justo’ por sus delitos, sean de sangre o de horchata, siempre surge un coro de equidistantes que hasta ese momento mantenía una actitud contemplativa, pidiendo que en el desenlace inevitable “no haya ni vencedores ni vencidos”. O sea, que la partida termine en tablas. 

Eso, sin duda, muestra que hay mucha bondad desamparada, pero poco sentido de la realidad. Imaginen ustedes que, por poner un ejemplo al que suelo acudir en estos trances, la Guardia Civil de Tráfico multa a un conductor que circula al doble de la velocidad permitida y que encima duplica la tasa de alcoholemia y tiene trazas de consumo de drogas alucinógenas. Y el individuo le dice, muy chulo él, al agente de la autoridad, que si firma la multa es “por imperativo legal”, pero que espera que “no haya ni vencedores ni vencidos”. 

Esto se puede extrapolar a otras parcelas. Supongamos que todos los imputados en la trama Púnica o Gürtel, o en la de los ERE, se plantan ante el juez y le dicen “su señoría, sólo esperamos que aquí no haya ni vencedores ni vencidos”. Eso lo decía monseñor Setien, pero sin embargo permitía que sus curas nacionalistas y proetarras impidieran entrar en los templos los ataúdes de las víctimas asesinadas por ETA. ETA a los vencidos los dejaba listos para enterrar. 

Ahora este ‘bondadosismo’ –tiene mala fama la palabra ‘buenismo’, parece poco progresista– resurge con fuerza en Cataluña. Pendientes de la sentencia del Supremo a los dirigentes del procés, que como cabía esperar en un Estado de derecho han terminado procesados, y serán seguramente condenados por los hechos probados y radiotelevisados, aparecen los que apuestan por una ‘solución dialogada’. 

Pero como se decía siendo yo niño, “quien no ha corrido tiempo ha tenido”. Los que rompieron el diálogo fueron los que organizaron un golpe de estado de barretina y pandereta en Cataluña, sin atender a los prudentes consejos de Tarradellas en sus memorias.

Desde su refugio en Waterloo Puigdemont se dedica a propagar la idea de que las detenciones de un grupo de CDR que preparaba explosivos son un montaje policial

Así pues, desde ese el separatismo ‘unilateralista’, como el trumpismo, se van soltando propuestas ya extemporáneas: que la sentencia sea absolutoria, que si es condenatoria haya una amnistía in-me-dia-ta-men-te, y que no haya vencedores ni vencidos.

Estas propuestas tienen una alta capacidad de hacer mucho ruido, más que las medidas de sentido común y lo que aconseja la experiencia. Una hora antes de sentarme al ordenador, a un señor que estaba pagando su cortado en la cafetería se le cayó una moneda al suelo de parqué flotante. Hizo un gran estrépito. Toc, toc, toc. Y solo era una ‘perra chica’ de 5 céntimos. Mientras tanto se le caía discretamente un billete de 50 euros… y éste no hizo ningún ruido.

A su vez, desde su refugio en Waterloo el expresident a la fuga Carles Puigdemont se dedica a enredar, como siempre a distancia segura, y a propagar la idea de que las detenciones de un grupo de CDR que preparaba explosivos son un montaje policial, algo en lo que coinciden todos los dirigentes del tinglado, y, a desacreditar el posible uso del 155 o de la Ley de Seguridad Nacional con una tramposa y falsa comparación: que en el País Vasco hubo casi mil muertos y no se aplicó el 155. Aaaahhhhh, dijeron y dicen muchos, dándole la razón. Pero como se sabe, una tontería seguirá siendo una tontería aunque la repitan 60 millones de personas. O la diga Puigdemont o su mayordomo.

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Es un gran engaño, otro trampantojo. Hay una diferencia sustancial: el Gobierno vasco y sus lehendakaris nunca protegieron ni disculparon los crímenes de ETA, al contrario, estaban en el Pacto de Ajuria Enea; tampoco impidieron ni obstaculizaron que los jueces y policías detuvieran a los criminales y a sus cómplices. El Gobierno vasco nunca declaró la independencia aprovechando una mayoría parlamentaria, nunca desobedeció al TC, nunca abofeteó a la Constitución o al Estatuto. Por eso no se aplicó el artículo 155, sino solamente el Código Penal.

En la Cataluña, la profunda o la superficial, engañada por décadas de lavado de cerebro y adoctrinamiento encubierto, lo que parece pretenderse es que ni 155, ni Código Penal, ni independencia de la justicia, ni reglas del juego, ni hechos probados. “Somos gente de bien”, decía Oriol Junqueras desde prisión. “Somos gente de paz”, explican los que organizaron las algaradas del 1 de Octubre; “votar no es delito”, argumentan defendiendo el ejercicio del inexistente derecho de autodeterminación y la expresa prohibición del TC.

Dirigentes significados del separatismo pro golpista no han dudado en fotografiarse orgullosos con terroristas condenados por asesinato

El último mensaje es el de que “quieren criminalizarnos”, y la oscura intención de introducir a ETA en la conversación dentro de esa estrategia malévola de la España “que nos roba” de desacreditar al independentismo ligándolo con ETA. Pero quien lo ha ligado ha sido Puigdemont, con su peculiar comparación sobre el 155, aunque, mucho antes, lo ligó Josep Lluis Carod Rovira cuando a finales de 2003 se entrevistó con dirigentes de la banda terrorista en Francia, presuntamente para pedirles que no atentaran en Cataluña, y oficialmente para hablar de la paz.

La ‘salida’ de una Ley de Amnistía puede ser más dañina para los condenados y el secesionismo que dejar que siga su curso debido la justicia

Aquello le costó al conseller en cap que Pasqual Maragall le quitara las competencias de la supervisión de las relaciones internacionales, y un gran descrédito para toda la tela de araña.

Más recientemente, dirigentes significados del separatismo pro golpista no han dudado en fotografiarse orgullosos con terroristas condenados por asesinato o pertenencia a banda armada: de ETA y de Terra Lliure. Uno de los abogados de Puigdemont, Gonzalo Boye, fue condenado a 14 años de cárcel por participar en el secuestro del industrial Emiliano Revilla en 1988.

¿Por qué razón los dirigentes de un movimiento de personas educadas, temerosas de Dios y de las leyes, pacíficas y leales, se fotografían con ex terroristas que siguen si no en sus trece sí en sus once o sus doce? Debe de haber alguna simpatía, alguna afinidad. Con los enemigos de las libertades nadie posa orgulloso ni lo toma como letrado o asesor. Sea de ETA o de Terra Lliure.

Decía Groucho Marx  que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados”. Esto es exactamente lo que han venido haciendo Jordi Pujol, Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra, Oriol Junqueras, Gabriel Rufián…etc.

La ‘salida’ de una Ley de Amnistía puede ser más dañina para los condenados y el secesionismo que dejar que siga su curso debido la justicia, con sus redenciones y sus beneficios penitenciarios… Cuando la Ley de Amnistía de 1977 una parte de ETA, la rama  político militar (‘polimilis’) se acogió a ella y dejó la violencia. Otra parte, la militar, continuó la lucha armada. Y como las amnistías no son a la carta y de temporada, sólo una en momentos determinados, como la fundación o constitución de un nuevo Estado, si los amnistiados no cambian el chip y siguen con su borrachera de soberanismo y sus declaraciones unilaterales y llamamientos a la desobediencia civil y a implantar como hecho consumado una Cataluña independiente, imponiéndose a la mayoría social, que quiere seguir siendo a la vez española y catalana, con escaños que se burlan de los votos, entre los que se incluyen los de la ambigua Ada Colau, que como los demás, le ponen una vela a Dios y otra al Diablo, o a la diabla… volverá a pasar lo mismo en un par de años.

Los catalanes que se rebelaroncontra el Estado no tienen por qué ser una excepción, sobre todo si no hay un arrepentimiento explicito, público y claro

Y entonces ya no habrá amnistía que valga; porque las cosas habrán empeorado, y las leyes se habrán adaptado a la realidad evolucionada para ser más ‘disuasivas’, quizás introduciendo en la Constitución, como existe en la alemana, un delito más práctico que el de rebelión que es el de alta traición.

Lo cierto es que hasta en el cielo hay vencedores y vencidos. Unos son los ángeles, y otros los demonios. Aquí y ahora, unos son los guardias civiles o policías locales y otros la cola inmensa de conductores que van a pagar sus multas con la cabeza baja. Los catalanes que se rebelaron, o como lo quieran llamar, contra el Estado, ‘golpearon’ al Estatut y a la Constitución, no tienen por qué ser una excepción, sobre todo si no hay un arrepentimiento explicito, público y claro.

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