Para Alejandro, dos años después
Hace algún tiempo que no publico en este espacio. He decidido hacerlo porque la última que vez escribí algo fue una carta que no sabía que sería la última antes de tu repentina partida. En ella te decía lo mucho que te amaba y lo importante que eras para mí. Me respondiste con halagos, como siempre lo hacías, y además insististe en que debería escribir con mas frecuencia. Tardé dos años en volver a hacerlo.
Sigo pensando, como lo hacíamos los dos, que la vida hay que disfrutarla al máximo y que hacer lo que nos hace felices es la única manera de acercarnos a la plenitud. Quizás estoy lejos de ese idílico estado emocional al que queríamos llegar juntos, pero hoy busco la serenidad para empezar cada día con esperanza e ilusión.
No se cuántos amaneceres he tenido que ver en silencio. Son eternos. Pero han servido mucho para aprender a vivir en paz con nuestra historia personal y me convenzo de que nuestras hijas, y lo vivido y aprendido a tu lado, es mi mayor tesoro. Ahora estoy por mi cuenta, lo he entendido, y mi único propósito es ser una persona capaz de dar todo lo que tengo mientras la vida me lo permita.
Estás en la risa de Paulina, en la mirada de Florencia. Estás en las ondas de la radio. En la música. Hasta el ultimo día, tu corazón fue el de un auténtico DJ y las tres sabemos que late fuertemente cuando ponemos tus canciones favoritas. Gracias por las tantas que nos regalaste en cada ocasión. No te imaginas el gusto musical que ha desarrollado Pau. Y las clases de canto de Flo cada día prometen más. Seguimos compartiendo los titulares del día y mi café de la mañana poco a poco recupera su sabor.
Estás presente en los pequeños detalles de la vida. En "la sopa del día" del menú de los restaurantes. Estás en las piscinas de gin tonic, como solías llamar a las copas más grandes del "Dry" de nuestra inagotable Madrid. Estás en las botellas de vino que llevan tu nombre y que guardaré para Paulina y Florencia el día que cumplan su mayoría de edad. Brindaremos por ti.
¡Qué suerte haber podido compartir contigo 20 años de mi vida! Me enseñaste a comprender que siempre hay razones para sonreír porque todo tiene solución. Por enseñarme a amar sin condiciones, por dejarme clavado en el alma el oficio de la radio. Por abrir el camino que me llevó de regreso a la televisión después de tanto tiempo y por siempre insistirme en que escribiera las historias que iba coleccionando mientras compartía tus andanzas. ¡Cómo celebro haberme dedicado a ti y a tus sueños por todo este tiempo! Logramos mucho juntos.
Me encargaré de conservar para nuestras niñas tu infinita presencia. Esa que se lleva en el alma en los momentos difíciles, pero sobre todo en los momentos de gloria y celebración. Yo sé que buscarás la forma de caminar con ellas hacia el altar si es que así lo deciden. Tengo la certeza de que serás tú quien también guiará sus pasos cuando miren al cielo por una respuesta que yo no pueda ofrecer. Y lo harás con tu preciosa voz. Profunda y tierna a la vez. Lo harás, lo sé, porque el amor no tiene limites.
Cuesta mucho bloquear los pensamientos para evitar involucrase permanentemente con el pasado y volver a la nostalgia. Los recuerdos todavía se cuelan a cualquier hora del día pero ahora llegan para conmemorar lo vivido y entender que hacemos infinitos a quienes se han ido cuando los recordamos con admiración, respeto y amor. Aplaca el dolor.
Hace algún tiempo adopté una intención y consiste en pensar en las cosas que me gustan. Ha sido una forma de combatir tu ausencia. Me ha traído grandes resultados. Esas cosas que por pequeñas o insignificantes que sean para algunos, son el propósito para no perder el gusto por lo cotidiano, la rutina, el entusiasmo para enfrentar cada día. Me gusta pensar en el presente y sobre todo haber llegado a la saludable conclusión de que el camino continúa y hay motivos para vivirlo intensamente. La vida simplemente sucede y de nosotros depende hacerla posible aún con el dolor profundo de perder a quienes queremos.
No pudiste haberlo hecho mejor. El turno ahora es nuestro. Para Paulina, para Florencia y para mí no queda duda de que ser felices aquí donde estamos es ofrecerte la plenitud que siempre soñaste alcanzar.